La Editorial Alaire, auspiciada por la Academia de Poesía Alaire, pone gratuitamente a disposición de sus foristas registrados, varios foros de poesía, prosa literaria, debates…, para que puedan publicar sus obras e interactuar entre ellos, así como, la tienda de libros donde se muestran las publicaciones, tanto en papel como en formato digital, estos mediante descarga gratuita. La razón de ser de nuestros foros se centra en promocionar la poesía, mediante las obras de los autores que participan en la plataforma de la Academia de Poesía Alaire. La promoción de la poesía, a nivel del mundo de habla hispana, conlleva una enorme responsabilidad, por ello, pedimos la máxima implicación de todos los miembros de Alaire. Vale recordar al gran maestro Dumas: uno para todos y todos para uno. Muchas gracias por todo, queridos compañeros.
“que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.” (Miguel Hernández)
¿Cuántos quedan, Miguel?
Han cambiado los tiempos,
los empedrados y las herramientas para removerlos;
han cambiado las mañanas,
las auroras y hasta el canto de los pájaros;
ha cambiado el año, el siglo y el ritmo de vida,
los trajes elegantes, los medios de transporte,
la doctrina de los vientos,
y la manera de mirar al infinito.
Acaso no debiera, o acaso sí, Miguel.
Antes de ser hombres no fueron niños yunteros,
hoy no, pero históricamente sí, en ello tienes razón.
El humano, yo, la sombra de mi lado,
el regusto a parecernos al mejor,
el no asimilar la realidad y querer equipararnos al infinito,
es una lacra casi imposible de evitar, de salvar.
Sería bueno, necesario para el hombre,
que su cuerpo formara parte de esa historia,
que la fiebre de poder, fuera el sudor del trasiego de la yunta,
que sus manos, -las nuestras-,
estuvieran formadas por la roca de una piel desgarrada,
que una gota de agua nos pareciera un tesoro
y un trozo de pan lo fuera.
Sería un grito de vida, comprender la dureza de la misma,
sentir en nuestra carne,
el desgarre de una carne extasiada
atrapada en nuestro cuerpo,
sentir que el alma se desvanece
y que el futuro es más lejano e incierto.
Miguel, tendrías razón.
La vida, más nueva, quizás incluso mejor,
poseería un valor añadido, el esfuerzo,
el sufrimiento, de todos y con todos,
la liturgia de un canto de humildad,
así, con la misma línea de salida,
con la misma distancia por recorrer,
con el mismo cansancio y orgullo por luchar,
la firma agotada, de tinta de sudor.
¿Creerías entonces, Miguel,
que antes de ser hombres, fuimos y seremos niños yunteros?
De la muerte y la sed, nacen,
del oeste, del norte,
del polvo que en silencio padecen,
al olor de la noche cuando pacen.
Entre montes ciernen auroras,
perdidas entre sueños sin descanso,
de la paz que añoran en las horas,
y dinamitan oscuras mazmorras.
Dele el tiempo una pausa,
y el alma, un aliento que no acobarde
las manos vacías y agrietadas,
al dolor y al hambre cuando abusa.
Y quede el aire junto a su fatiga,
implorando un soplo de vida,
un rayo de sol en una mañana tibia
y alguna mano tendida, amiga.
Mitigue la esencia del mundo entero
y derrame el perfume del alma,
que Miguel escuche a sus hombres,
que aún son, y serán, niños yunteros.
Inspirado y dedicado a mi gran ídolo.
Para ti, Miguel.
Salud, paz y felicidad.
No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.…
“que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.” (Miguel Hernández)
¿Cuántos quedan, Miguel?
Han cambiado los tiempos,
los empedrados y las herramientas para removerlos;
han cambiado las mañanas,
las auroras y hasta el canto de los pájaros;
ha cambiado el año, el siglo y el ritmo de vida,
los trajes elegantes, los medios de transporte,
la doctrina de los vientos,
y la manera de mirar al infinito.
Acaso no debiera, o acaso sí, Miguel.
Antes de ser hombres no fueron niños yunteros,
hoy no, pero históricamente sí, en ello tienes razón.
El humano, yo, la sombra de mi lado,
el regusto a parecernos al mejor,
el no asimilar la realidad y querer equipararnos al infinito,
es una lacra casi imposible de evitar, de salvar.
Sería bueno, necesario para el hombre,
que su cuerpo formara parte de esa historia,
que la fiebre de poder, fuera el sudor del trasiego de la yunta,
que sus manos, -las nuestras-,
estuvieran formadas por la roca de una piel desgarrada,
que una gota de agua nos pareciera un tesoro
y un trozo de pan lo fuera.
Sería un grito de vida, comprender la dureza de la misma,
sentir en nuestra carne,
el desgarre de una carne extasiada
atrapada en nuestro cuerpo,
sentir que el alma se desvanece
y que el futuro es más lejano e incierto.
Miguel, tendrías razón.
La vida, más nueva, quizás incluso mejor,
poseería un valor añadido, el esfuerzo,
el sufrimiento, de todos y con todos,
la liturgia de un canto de humildad,
así, con la misma línea de salida,
con la misma distancia por recorrer,
con el mismo cansancio y orgullo por luchar,
la firma agotada, de tinta de sudor.
¿Creerías entonces, Miguel,
que antes de ser hombres, fuimos y seremos niños yunteros?
De la muerte y la sed, nacen,
del oeste, del norte,
del polvo que en silencio padecen,
al olor de la noche cuando pacen.
Entre montes ciernen auroras,
perdidas entre sueños sin descanso,
de la paz que añoran en las horas,
y dinamitan oscuras mazmorras.
Dele el tiempo una pausa,
y el alma, un aliento que no acobarde
las manos vacías y agrietadas,
al dolor y al hambre cuando abusa.
Y quede el aire junto a su fatiga,
implorando un soplo de vida,
un rayo de sol en una mañana tibia
y alguna mano tendida, amiga.
Mitigue la esencia del mundo entero
y derrame el perfume del alma,
que Miguel escuche a sus hombres,
que aún son, y serán, niños yunteros.
Inspirado y dedicado a mi gran ídolo.
Para ti, Miguel.
Sentido y reflexivo poema, Alejandro. Nadie se imagina que siente ese niño yuntero al trabajar de sola sol...al mirar la noche estrellada entre hordas de cansancio, al soñar despierto en la blandura y la dureza del campo. Es una dedicación que se siente empática, real, sublime. Una reflexión poética de gran lirismo. Abrazos, Alejandro. ERA
Siempre necesario recuperar y mantener viva la memoria de la que en esta especie de carta o conversación con Miguel Hernández nos muestras un bello ejemplo. Un abrazo.
Salud.
Me ha gustado mucho Alejandro este diálogo con el poeta; original y vivo. Muy actual y acorde con la poesía de Miguel Hernández. Comparto contigo mi pasión por sus versos y has compuesto un buen poema. Yo soy, como muchos compañeros saben, de Orihuela y familia de Miguel, y me emociona cuando un poeta lo homenajea, lo trae a la actualidad como has hecho con tus versos. Es un poeta con una enorme carga social, acorde a los tiempos que corren. Has sabido remozar su idea y poner en candelero una verdad que nos debe escocer.
Un poema que emociona por lo que dice y por lo desgarrado de su expresión. Genuino sentimiento de admiración y reconocimiento siento en cada uno de los versos. Lo extenso no limita nada; al contrario, de mi parte quería más. Todo el corpus del poema es granítico, sin fisuras, concentrado, denso. Y lo más admirable, es fácil de aprehender, gracias al uso magnífico del lenguaje y al orden del desarrollo temático. Un poema de indudable valor para el foro.
Un abrazo, amigo.
Óscar
La poesía es la única soga de la cual dispongo siempre que caigo en el pozo del todo sin sentido.
Muy buen poema, del que me gustaría destacar sobre manera las estrofas que empiezan por:
"Sería bueno, necesario para el hombre..." y "Sería un grito de vida, comprender la dureza de la misma..."
que me parecen magníficas.
Mi felicitación por tu hermosa propuesta.
Un abrazo.
"¿Dices
que te tortura el no poder escribir
o que
no puedes escribir porque estás torturado?
¿Dices
que estos tiempos te han convertido en un escéptico
o que
estos tiempos confirman tu escepticismo?
“que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.” (Miguel Hernández)
¿Cuántos quedan, Miguel?
Han cambiado los tiempos,
los empedrados y las herramientas para removerlos;
han cambiado las mañanas,
las auroras y hasta el canto de los pájaros;
ha cambiado el año, el siglo y el ritmo de vida,
los trajes elegantes, los medios de transporte,
la doctrina de los vientos,
y la manera de mirar al infinito.
Acaso no debiera, o acaso sí, Miguel.
Antes de ser hombres no fueron niños yunteros,
hoy no, pero históricamente sí, en ello tienes razón.
El humano, yo, la sombra de mi lado,
el regusto a parecernos al mejor,
el no asimilar la realidad y querer equipararnos al infinito,
es una lacra casi imposible de evitar, de salvar.
Sería bueno, necesario para el hombre,
que su cuerpo formara parte de esa historia,
que la fiebre de poder, fuera el sudor del trasiego de la yunta,
que sus manos, -las nuestras-,
estuvieran formadas por la roca de una piel desgarrada,
que una gota de agua nos pareciera un tesoro
y un trozo de pan lo fuera.
Sería un grito de vida, comprender la dureza de la misma,
sentir en nuestra carne,
el desgarre de una carne extasiada
atrapada en nuestro cuerpo,
sentir que el alma se desvanece
y que el futuro es más lejano e incierto.
Miguel, tendrías razón.
La vida, más nueva, quizás incluso mejor,
poseería un valor añadido, el esfuerzo,
el sufrimiento, de todos y con todos,
la liturgia de un canto de humildad,
así, con la misma línea de salida,
con la misma distancia por recorrer,
con el mismo cansancio y orgullo por luchar,
la firma agotada, de tinta de sudor.
¿Creerías entonces, Miguel,
que antes de ser hombres, fuimos y seremos niños yunteros?
De la muerte y la sed, nacen,
del oeste, del norte,
del polvo que en silencio padecen,
al olor de la noche cuando pacen.
Entre montes ciernen auroras,
perdidas entre sueños sin descanso,
de la paz que añoran en las horas,
y dinamitan oscuras mazmorras.
Dele el tiempo una pausa,
y el alma, un aliento que no acobarde
las manos vacías y agrietadas,
al dolor y al hambre cuando abusa.
Y quede el aire junto a su fatiga,
implorando un soplo de vida,
un rayo de sol en una mañana tibia
y alguna mano tendida, amiga.
Mitigue la esencia del mundo entero
y derrame el perfume del alma,
que Miguel escuche a sus hombres,
que aún son, y serán, niños yunteros.
Inspirado y dedicado a mi gran ídolo.
Para ti, Miguel.
Sentido y reflexivo poema, Alejandro. Nadie se imagina que siente ese niño yuntero al trabajar de sola sol...al mirar la noche estrellada entre hordas de cansancio, al soñar despierto en la blandura y la dureza del campo. Es una dedicación que se siente empática, real, sublime. Una reflexión poética de gran lirismo. Abrazos, Alejandro. ERA
Mil gracias.
Un beso.
Salud, paz y felicidad.
No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.…
Julio Gonzalez Alonso escribió:Siempre necesario recuperar y mantener viva la memoria de la que en esta especie de carta o conversación con Miguel Hernández nos muestras un bello ejemplo. Un abrazo.
Salud.
Gracias, Julio.
Sobre todos, es mi poeta favorito.
Un abrazo.
Salud, paz y felicidad.
No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.…
Armilo Brotón escribió:Me ha gustado mucho Alejandro este diálogo con el poeta; original y vivo. Muy actual y acorde con la poesía de Miguel Hernández. Comparto contigo mi pasión por sus versos y has compuesto un buen poema. Yo soy, como muchos compañeros saben, de Orihuela y familia de Miguel, y me emociona cuando un poeta lo homenajea, lo trae a la actualidad como has hecho con tus versos. Es un poeta con una enorme carga social, acorde a los tiempos que corren. Has sabido remozar su idea y poner en candelero una verdad que nos debe escocer.
Un cordial saludo.
Me alegra saberlo.
Para mí es único, sin duda mi poeta predilecto.
Un abrazo.
Salud, paz y felicidad.
No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.…
Óscar Distéfano escribió:Un poema que emociona por lo que dice y por lo desgarrado de su expresión. Genuino sentimiento de admiración y reconocimiento siento en cada uno de los versos. Lo extenso no limita nada; al contrario, de mi parte quería más. Todo el corpus del poema es granítico, sin fisuras, concentrado, denso. Y lo más admirable, es fácil de aprehender, gracias al uso magnífico del lenguaje y al orden del desarrollo temático. Un poema de indudable valor para el foro.
Un abrazo, amigo.
Óscar
Me alegra saber que te ha gustado. Gracias por ese abrazo poético que me das. Miguel Hernández es mi ídolo.
Un fuerte abrazo.
Salud, paz y felicidad.
No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.…