EL ÁNGEL

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

Marimar González
Mensajes: 909
Registrado: Vie, 15 Jul 2016 6:22

EL ÁNGEL

Mensaje sin leer por Marimar González »

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Jamás podremos olvidar aquel verano en torno a las hogueras, con la luna sobre nuestras cabezas en su obstinado menguante, como una cimitarra de plata, que afilaba el viento con su silbido persistente azotando las toscas irisadas de espuma.
Como los otros, habíamos acampado cerca de la tienda de Omar, el herbolario, cuyo renombre de cabalista se extendía por toda la costa y también por los países limítrofes, desde donde llegaban los curiosos en busca de fórmulas magistrales para las dolencias del alma o del corazón.
Era frecuente que los visitantes pernoctaran en las inmediaciones de la botica y tuvieran que esperar varias semanas para obtener una sesión privada; entonces se distraían mirando y regateando nuestras artesanías o en corrillos a la espera de alguna macumba pintoresca que diera color a la espera. Todo eso y la esperanza de que arribara cualquiera de los participantes de la regata, como había ocurrido otros años, nos resultaba atractivo y formaba parte del tesoro que llevaríamos de vuelta en nuestras cámaras fotográficas. El paisaje, por otra parte, incidía en la sugestión de aquella atmósfera irreal con sus grandes acantilados, los médanos a pico cubiertos de pinos y los nocturnos constelados, magníficos de estrellas.
La astrología trashumaba de carpa en carpa, entre nosotros, entre los gitanos de los barrios del sur, entre la gente del circo y los visitantes —que no eran pocos—pues la fama del herbolario y su conocida amistad con el favorito de la fiesta náutica, Jean Claude Doubillet, obraban como una poderosa piedra de imán.
Por un lado, Omar y su pretendida alquimia, representaban la fuga de lo cotidiano y la posibilidad de trascender lo real. Por el otro, la imaginería popular había tejido una red de leyenda alrededor del deportista que atrapaba inevitablemente al público. El herbolario y su trouppe aparecían en la playa con un increíble despliegue esotérico, en el que no estaban ausentes los juegos de magia negra, las barajas egipcias y la exploración quiromántica. Caminaba entre sus seguidores que se abrían en dos alas y les imponía las manos sobre la frente, los brazos y las piernas con una maestría histriónica digna de las mejores compañías teatrales.
En la trastienda de la botica se escalonaban frascos y redomas, donde hervían brebajes de colores llamativos, zumos frutales, seguramente, pues Omar los ofrecía a sus clientes en largas copas con el borde azucarado y un trozo de hielo. Fuese lo que fuese la poción o refresco tenía un efecto reconfortante para quienes se habían aventurado a pleno sol hasta aquella playa privada, escondida entre los barrancos y el monte virgen.
Nosotros llegábamos y nos instalábamos todo el verano, después de vaciar nuestras mochilas y armar los kioscos y, aunque le pagábamos un alto porcentaje por las ventas, sabíamos que estar con él era un negocio seguro y fascinante. Yo me había sumado al grupo de puro aburrida, pues a los veinte años, cuando los horizontes se nos ofrecen infinitos y viables, cualquier experiencia snob resulta seductora.
A veces me reía secretamente de toda esa alienación fraguada que tenía poco de mística y mucho de especulación, pero era un escape de la rutina, de la bohemia de café y de las librerías de viejo y, sobre todo, de esa angustia del ser que nos iba socavando, a medida que nos hacíamos adultos y perdíamos la fresca irresponsabilidad de la adolescencia.
Comprendía, sí, que también la botica de Omar era otra forma de huir de la soledad que se hacía palpable en la ciudad y en el tumulto como una fiera agazapada a la vuelta de cada esquina. Pero era una experiencia nueva que entrañaba la posibilidad de cambio, a salvo de la sombra macabra del hastío. De cualquier manera aquella elección no me defraudó, no sólo por la extravagancia del ambiente sino por la aparición sorpresiva del ángel, jinete en medio de las olas, sobre un velero desertor de la regata, quien se presentó ante nosotros como Jean Claude Doubillet, marino francés y bucanero del tiempo.
Verlo secundar a Omar como hechicero medieval, conjurar a supuestos licántropos en las noches de plenilunio, entonar con la guitarra canciones de la antigua Provenza y bailar la danza de las dagas, rojo de fuego y vaporoso de humo, entre cíngaros y llamaradas, con aquella sonrisa que se le demoraba en el rostro, era mucho más de lo que yo podía resistir.
El embrujo de aquellos días en que capturábamos instantes, descubríamos espacios, estrenábamos perfumes y sabores, aún permanece con nosotros, aunque me repitan hasta el cansancio, que ninguna embarcación llegó aquel verano a la playa del herbolario, que Jean Claude Doubillet ya no existe, que su velero naufragó en la regata de ese mismo año, a raíz de un temporal.

No es así. Yo sé que alcanzó nuestro muelle. Lo sabe también Omar, que nos dio a beber aquel refresco rojo bajo el hilo del menguante, cuando el cielo se desplomaba a torrentes que no apagaban las hogueras, mientras el mar mordía el acantilado con aullido de lobo, arrojando sobre la playa el esqueleto desarticulado de un bote perdido y el herbolario me repetía, nos repetía a Jean Claude y a mí, para conjugar nuestra temporalidad a destiempo en este presente perpetuo que me retorna a Jean Claude, que me trae a Jean Claude hasta aquí, a cualquier hora y en cualquier espacio, nos repetía: basta que un solitario piense en un ángel para tenerlo junto a él.
Guillermo Cumar.
Mensajes: 14139
Registrado: Sab, 25 Jun 2011 17:21
Ubicación: Madrid

Re: EL ÁNGEL

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Preciosa la descripción y la historia narrativa. La vi bien hilvanada y bien nutrida. Me gustó leerte, amiga

un abrazo
Cuanto más alto subes
más dura es la caída.
Marimar González
Mensajes: 909
Registrado: Vie, 15 Jul 2016 6:22

Re: EL ÁNGEL

Mensaje sin leer por Marimar González »

¡Qué alegría, Guillermo, encontrar tu respuesta y saber que te ha gustado el relato!, ha sido una bella sorpresa. Muchas gracias.
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Ventura Morón
Mensajes: 5418
Registrado: Mar, 29 Oct 2013 0:40

Re: EL ÁNGEL

Mensaje sin leer por Ventura Morón »

Ha sido un placer venir a leerte, y compartir esta alegría de verte por este foro, querida Marimar. Un texto rico y lleno de detalles, que van articulando una historia llena de magia. Muy bien llevado hasta ese final, Omar, Jean Claude, Angel, un conjunto de nombres que dibujan esas olas de la playa en la que parece detenerse el tiempo.
Gracias por compartir compañera, abrazos
Marimar González
Mensajes: 909
Registrado: Vie, 15 Jul 2016 6:22

Re: EL ÁNGEL

Mensaje sin leer por Marimar González »

Muchas, Gracias, Ventura, por tu análisis y la valoración del cuento. Me hace feliz que te guste y me alegro también de que haya un foro activo de prosa, porque por lo general muchos poetas son algo renuentes a leer textos algo más extensos. Ojalá se pueda mantener un buen ritmo de lectura y respuestas para que el intercambio prospere. Saludos cordiales.
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Maria Pilar Gonzalo
Mensajes: 1991
Registrado: Vie, 14 Ene 2011 19:57
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Re: EL ÁNGEL

Mensaje sin leer por Maria Pilar Gonzalo »

Hermosa historia con una narrativa fácil y atrayente.

Un placer leerte.

Abrazos.
Homo homini lupus (Tito Macio Plauto)
Marimar González
Mensajes: 909
Registrado: Vie, 15 Jul 2016 6:22

Re: EL ÁNGEL

Mensaje sin leer por Marimar González »

Muy feliz me hace que te haya gustado el relato y que te haya resultado sencilla su lectura. Ésa es mi intención como cuentista: que las personas que lo lean puedan seguir el cuento con interés y sin tropiezos.
Muchas gracias por tu lectura y comentario.
Con afecto
Última edición por Marimar González el Mar, 04 Jul 2017 4:50, editado 1 vez en total.
Marimar González
Mensajes: 909
Registrado: Vie, 15 Jul 2016 6:22

Re: EL ÁNGEL

Mensaje sin leer por Marimar González »

Hoy se habla mucho de las regatas, porque dos argentinos conquistaron el oro y por ese motivo pensé que debía recordarse este querido cuento mío.
María M. González
¨Profesora de Castellano, Literatura y Latín.
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