Ronald Bonilla escribió:Si los ríos son solo el testimonio,
o acaso la fronda para el reposo,
la piedra que nos lanza el asesino,
la torpe ironía del prestidigitador
o la caída del pordiosero en las trampas fatigadas
de la basura insalvable,
son sin remedio, remedos de Dios.
Por eso, Señor, me niego
a encontrarte en el dentífrico que espera al niño,
en el lavabo indulgente que aguarda sin espejos,
en el formulario que extiende la sicóloga;
pues yo no soy el líder que ella busca, soy lúdico,
romántico, desgarbado a veces, insolente,
lujurioso, tenaz en el poema,
locuaz o taciturno
cuando leo y conquisto los silencios.
Pero ahora estoy de pie sobre una piedra.
Arriba.
Abajo hay soles
o aguas deslizándose o caminos.
La piedra que fundó monasterios, academias,
farallones, muros dolorosos, silabarios
casi imposibles,
está bajo mis pies que solo pulsan
segundos y marasmos.
No hay maroma más alta que tanta soledad
con que conjuro a los amigos.
(Y a ti te convoco, mujer.
Yo sé que puedes sostenerte
mirando al horizonte).
Abajo las lágrimas son
solo ríos inmisericordes
que renuncian a saciarse entre la nada.
Yo te prescribo, ante el catarro o el sida,
la misma cicatriz llamada olvido.
La memoria la pongo en el lugar del sueño.
Yo estoy con ella en esta piedra oteando:
acaso el horizonte es este mismo beso,
este instante que no acaba mientras pasa y pasa
todavía.
De mi libro SED DE OTRAS PIEDRAS
Editorial de la UNED, 2012
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