El perdón

[Ramón Carballal]

Esta espina es demasiado vieja.

¿Ha perdido, quizá, la esencia del dolor,
su mensaje certero de dardos silenciosos,
la turbia mansedumbre de una luz
que apunta a la noche más frágil?

Toda herida sucumbe al sueño.

Tú me dijiste: “hay algo en tu interior que no es puro,
deja que tu boca escriba las palabras del miedo
sobre la túnica fósil del perdón”.

Pero no es así, madre,
porque las llagas gotean
como fuentes de insania
y no existen latidos blancos
que laven la injusticia de una culpa de plomo.

Tú también deberías saberlo, padre mío.

En ti, en tu formación de juez
hay islas en las que náufragos de la desesperanza
encontraron un puerto amable.,
una historia de comprensión y sabiduría, un fiel
que iguala los destinos
y les da calor y equidad.

Pero no para mí, padre.

Para mí esa venda
que enciende círculos nocturnos
en la adolescencia sin mácula.

Para mí el ahogo de imaginarme destino fatal,
huella voraz que exige un trozo de ternura
o un sacrilegio que condene al instinto
y lo vista de podredumbre y suciedad.

¡Qué infinita equivocación,
qué extraño cepo que soñasteis flor me aprisiona,
qué dormida serpiente queréis despertar
en mis ojos, en mi faz, en mi aliento!

Con los años mi voz humana ha encallecido
como una roca hostil, ajena al viento, a la lluvia
y a la indiferencia del sol.

Soy, al fin, un hombre que os comprende,
que os ama como se ama al dolor que nace a la vida
para que sea luz lo que un día fue calígine,
para que el abismo en su profunda sima
se vuelva relámpago, misterio, esperanza que aúlla.

[Guillermo Cumar.]

La esperanza estuvo atenta y dispuesta a contagiarse de perdón en tu poema.
Descubres en los versos la inquietud y describes la templanza famliar que te
ha protegió mientras dudabas Ahora, ya seguro de que no puedes llegar
pides perdón, con el que aplaudo toda la inspiración.

un abrazo

[Óscar Distéfano]

Esta espina es demasiado vieja.

¿Ha perdido, quizá, la esencia del dolor,
su mensaje certero de dardos silenciosos,
la turbia mansedumbre de una luz
que apunta a la noche más frágil?

Toda herida sucumbe al sueño.

Tú me dijiste: “hay algo en tu interior que no es puro,
deja que tu boca escriba las palabras del miedo
sobre la túnica fósil del perdón”.

Pero no es así, madre,
porque las llagas gotean
como fuentes de insania
y no existen latidos blancos
que laven la injusticia de una culpa de plomo.

Tú también deberías saberlo, padre mío.

En ti, en tu formación de juez
hay islas en las que náufragos de la desesperanza
encontraron un puerto amable.,
una historia de comprensión y sabiduría, un fiel
que iguala los destinos
y les da calor y equidad.

Pero no para mí, padre.

Para mí esa venda
que enciende círculos nocturnos
en la adolescencia sin mácula.

Para mí el ahogo de imaginarme destino fatal,
huella voraz que exige un trozo de ternura
o un sacrilegio que condene al instinto
y lo vista de podredumbre y suciedad.

¡Qué infinita equivocación,
qué extraño cepo que soñasteis flor me aprisiona,
qué dormida serpiente queréis despertar
en mis ojos, en mi faz, en mi aliento!

Con los años mi voz humana ha encallecido
como una roca hostil, ajena al viento, a la lluvia
y a la indiferencia del sol.

Soy, al fin, un hombre que os comprende,
que os ama como se ama al dolor que nace a la vida
para que sea luz lo que un día fue calígine,
para que el abismo en su profunda sima
se vuelva relámpago, misterio, esperanza que aúlla.

Un soberbio poema. Cada vez escribes mejor, porque la autenticidad de tus versos sangran por la herida de la vida, de los sentimientos acendrados, del amor a tus seres queridos. En este poema has hecho una catarsis de esos sentimientos que, más allá de su pureza, siempre están atormentándonos, a causa de ese descuido del hombre de encontrar la verdad cuando ya se encuentra en el pasado. Mis aplausos emocionados.

Un abrazo, amigo.
Óscar

[Ramón Castro Méndez]

Esta espina es demasiado vieja.

¿Ha perdido, quizá, la esencia del dolor,
su mensaje certero de dardos silenciosos,
la turbia mansedumbre de una luz
que apunta a la noche más frágil?

Toda herida sucumbe al sueño.

Tú me dijiste: “hay algo en tu interior que no es puro,
deja que tu boca escriba las palabras del miedo
sobre la túnica fósil del perdón”.

Pero no es así, madre,
porque las llagas gotean
como fuentes de insania
y no existen latidos blancos
que laven la injusticia de una culpa de plomo.

Tú también deberías saberlo, padre mío.

En ti, en tu formación de juez
hay islas en las que náufragos de la desesperanza
encontraron un puerto amable.,
una historia de comprensión y sabiduría, un fiel
que iguala los destinos
y les da calor y equidad.

Pero no para mí, padre.

Para mí esa venda
que enciende círculos nocturnos
en la adolescencia sin mácula.

Para mí el ahogo de imaginarme destino fatal,
huella voraz que exige un trozo de ternura
o un sacrilegio que condene al instinto
y lo vista de podredumbre y suciedad.

¡Qué infinita equivocación,
qué extraño cepo que soñasteis flor me aprisiona,
qué dormida serpiente queréis despertar
en mis ojos, en mi faz, en mi aliento!

Con los años mi voz humana ha encallecido
como una roca hostil, ajena al viento, a la lluvia
y a la indiferencia del sol.

Soy, al fin, un hombre que os comprende,
que os ama como se ama al dolor que nace a la vida
para que sea luz lo que un día fue calígine,
para que el abismo en su profunda sima
se vuelva relámpago, misterio, esperanza que aúlla.

¡Qué gran poema, Ramón! Donde uno trata de entenderse, de definirse en sus propio sentimientos frente a los de los demás. Mi entusiasta felicitación.

Un abrazo.

[Pilar Morte]

Magnífico poema, Ramón, de esos que emocionan y hacen compañía. Felicidades por esta gran obra.
Abrazos
Pilar

[Begoña Egüen]

Esta espina es demasiado vieja.

¿Ha perdido, quizá, la esencia del dolor,
su mensaje certero de dardos silenciosos,
la turbia mansedumbre de una luz
que apunta a la noche más frágil?

Toda herida sucumbe al sueño.

Tú me dijiste: “hay algo en tu interior que no es puro,
deja que tu boca escriba las palabras del miedo
sobre la túnica fósil del perdón”.

Pero no es así, madre,
porque las llagas gotean
como fuentes de insania
y no existen latidos blancos
que laven la injusticia de una culpa de plomo.

Tú también deberías saberlo, padre mío.

En ti, en tu formación de juez
hay islas en las que náufragos de la desesperanza
encontraron un puerto amable.,
una historia de comprensión y sabiduría, un fiel
que iguala los destinos
y les da calor y equidad.

Pero no para mí, padre.

Para mí esa venda
que enciende círculos nocturnos
en la adolescencia sin mácula.

Para mí el ahogo de imaginarme destino fatal,
huella voraz que exige un trozo de ternura
o un sacrilegio que condene al instinto
y lo vista de podredumbre y suciedad.

¡Qué infinita equivocación,
qué extraño cepo que soñasteis flor me aprisiona,
qué dormida serpiente queréis despertar
en mis ojos, en mi faz, en mi aliento!

Con los años mi voz humana ha encallecido
como una roca hostil, ajena al viento, a la lluvia
y a la indiferencia del sol.

Soy, al fin, un hombre que os comprende,
que os ama como se ama al dolor que nace a la vida
para que sea luz lo que un día fue calígine,
para que el abismo en su profunda sima
se vuelva relámpago, misterio, esperanza que aúlla.

Excelente y emotivo poema, estimado amigo, Ramón. Enhorabuena.
Un abrazo.
BEGOÑA.

[Ramón Carballal]

La esperanza estuvo atenta y dispuesta a contagiarse de perdón en tu poema.
Descubres en los versos la inquietud y describes la templanza famliar que te
ha protegió mientras dudabas Ahora, ya seguro de que no puedes llegar
pides perdón, con el que aplaudo toda la inspiración.

un abrazo

Muchas gracias, Guillermo, por leerme y comentar. Un abrazo.

[Ignacio Mincholed]

Elocuente y delicada confesión.
Felicidades Ramón. Un abrazo.

Ignacio

[Hallie Hernández Alfaro]

Qué enormidad, amigo. Es bueno que sepas que tu Poesía ya es historia, su presente engalana las huellas futuras.

Abrazo emocionado; propuesto desde aquí como patrimonio de la humanidad.

[Ramón Carballal]

Esta espina es demasiado vieja.

¿Ha perdido, quizá, la esencia del dolor,
su mensaje certero de dardos silenciosos,
la turbia mansedumbre de una luz
que apunta a la noche más frágil?

Toda herida sucumbe al sueño.

Tú me dijiste: “hay algo en tu interior que no es puro,
deja que tu boca escriba las palabras del miedo
sobre la túnica fósil del perdón”.

Pero no es así, madre,
porque las llagas gotean
como fuentes de insania
y no existen latidos blancos
que laven la injusticia de una culpa de plomo.

Tú también deberías saberlo, padre mío.

En ti, en tu formación de juez
hay islas en las que náufragos de la desesperanza
encontraron un puerto amable.,
una historia de comprensión y sabiduría, un fiel
que iguala los destinos
y les da calor y equidad.

Pero no para mí, padre.

Para mí esa venda
que enciende círculos nocturnos
en la adolescencia sin mácula.

Para mí el ahogo de imaginarme destino fatal,
huella voraz que exige un trozo de ternura
o un sacrilegio que condene al instinto
y lo vista de podredumbre y suciedad.

¡Qué infinita equivocación,
qué extraño cepo que soñasteis flor me aprisiona,
qué dormida serpiente queréis despertar
en mis ojos, en mi faz, en mi aliento!

Con los años mi voz humana ha encallecido
como una roca hostil, ajena al viento, a la lluvia
y a la indiferencia del sol.

Soy, al fin, un hombre que os comprende,
que os ama como se ama al dolor que nace a la vida
para que sea luz lo que un día fue calígine,
para que el abismo en su profunda sima
se vuelva relámpago, misterio, esperanza que aúlla.

Un soberbio poema. Cada vez escribes mejor, porque la autenticidad de tus versos sangran por la herida de la vida, de los sentimientos acendrados, del amor a tus seres queridos. En este poema has hecho una catarsis de esos sentimientos que, más allá de su pureza, siempre están atormentándonos, a causa de ese descuido del hombre de encontrar la verdad cuando ya se encuentra en el pasado. Mis aplausos emocionados.

Un abrazo, amigo.
Óscar

Muchas gracias, Óscar. Tu generoso comentario me anima a seguir en una etapa que no es la mejor para mí. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Esta espina es demasiado vieja.

¿Ha perdido, quizá, la esencia del dolor,
su mensaje certero de dardos silenciosos,
la turbia mansedumbre de una luz
que apunta a la noche más frágil?

Toda herida sucumbe al sueño.

Tú me dijiste: “hay algo en tu interior que no es puro,
deja que tu boca escriba las palabras del miedo
sobre la túnica fósil del perdón”.

Pero no es así, madre,
porque las llagas gotean
como fuentes de insania
y no existen latidos blancos
que laven la injusticia de una culpa de plomo.

Tú también deberías saberlo, padre mío.

En ti, en tu formación de juez
hay islas en las que náufragos de la desesperanza
encontraron un puerto amable.,
una historia de comprensión y sabiduría, un fiel
que iguala los destinos
y les da calor y equidad.

Pero no para mí, padre.

Para mí esa venda
que enciende círculos nocturnos
en la adolescencia sin mácula.

Para mí el ahogo de imaginarme destino fatal,
huella voraz que exige un trozo de ternura
o un sacrilegio que condene al instinto
y lo vista de podredumbre y suciedad.

¡Qué infinita equivocación,
qué extraño cepo que soñasteis flor me aprisiona,
qué dormida serpiente queréis despertar
en mis ojos, en mi faz, en mi aliento!

Con los años mi voz humana ha encallecido
como una roca hostil, ajena al viento, a la lluvia
y a la indiferencia del sol.

Soy, al fin, un hombre que os comprende,
que os ama como se ama al dolor que nace a la vida
para que sea luz lo que un día fue calígine,
para que el abismo en su profunda sima
se vuelva relámpago, misterio, esperanza que aúlla.

¡Qué gran poema, Ramón! Donde uno trata de entenderse, de definirse en sus propio sentimientos frente a los de los demás. Mi entusiasta felicitación.

Un abrazo.

Gracias por tu amabilidad, Ramón. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Magnífico poema, Ramón, de esos que emocionan y hacen compañía. Felicidades por esta gran obra.
Abrazos
Pilar

Gracias, Pilar. Me alegra que te haya gustado el poema. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Esta espina es demasiado vieja.

¿Ha perdido, quizá, la esencia del dolor,
su mensaje certero de dardos silenciosos,
la turbia mansedumbre de una luz
que apunta a la noche más frágil?

Toda herida sucumbe al sueño.

Tú me dijiste: “hay algo en tu interior que no es puro,
deja que tu boca escriba las palabras del miedo
sobre la túnica fósil del perdón”.

Pero no es así, madre,
porque las llagas gotean
como fuentes de insania
y no existen latidos blancos
que laven la injusticia de una culpa de plomo.

Tú también deberías saberlo, padre mío.

En ti, en tu formación de juez
hay islas en las que náufragos de la desesperanza
encontraron un puerto amable.,
una historia de comprensión y sabiduría, un fiel
que iguala los destinos
y les da calor y equidad.

Pero no para mí, padre.

Para mí esa venda
que enciende círculos nocturnos
en la adolescencia sin mácula.

Para mí el ahogo de imaginarme destino fatal,
huella voraz que exige un trozo de ternura
o un sacrilegio que condene al instinto
y lo vista de podredumbre y suciedad.

¡Qué infinita equivocación,
qué extraño cepo que soñasteis flor me aprisiona,
qué dormida serpiente queréis despertar
en mis ojos, en mi faz, en mi aliento!

Con los años mi voz humana ha encallecido
como una roca hostil, ajena al viento, a la lluvia
y a la indiferencia del sol.

Soy, al fin, un hombre que os comprende,
que os ama como se ama al dolor que nace a la vida
para que sea luz lo que un día fue calígine,
para que el abismo en su profunda sima
se vuelva relámpago, misterio, esperanza que aúlla.

Excelente y emotivo poema, estimado amigo, Ramón. Enhorabuena.
Un abrazo.
BEGOÑA.

Muchas gracias, Begoña. Un fuerte abrazo.

[Ramón Carballal]

Elocuente y delicada confesión.
Felicidades Ramón. Un abrazo.

Ignacio

Muchas gracias, Ignacio, por leerme y comentar. Un abrazo.

[Carmen Pla]

Precioso canto a la vida, esa presencia infinita que nos devuelve la paz con el perdón.
Increíblemente precioso, alto y trasparente.
Un placer como siempre leerte, Ramón.
Un fuerte abrazo.