Las cortinas obviaron evitar la tormenta

[Alejandro Costa]

Quisiste caer donde no existe mar ni cielo,
y quedaste atrapado en el silencio y sin tiempo,
con las dunas a una parte y el frío hielo,
dejaste de luchar como un simple pasatiempo.

Sabiendo que no había motivo, te inmolaste,
flagelando tu frágil espíritu y la vida,
como sombra entre niebla divorciada te aislaste,
para poner un punto y final al plan de huida.

Llueve y mal diluvian a los secos barrancos,
las aves casi enferman, los párpados fallecen,
como gigantes duermen, en astillados bancos,
mientras tú te retiras, luchan, no desfallecen.

Es lunes, tal vez viernes, las luces agonizan,
como si en un paseo de nubes se llenara,
hay demasiadas muertes, poca carne bautizan,
nadie sabe si a quien respeta, es aquel que amara.

Nadie sabe perderse en la luz de una flor muerta,
a veces tu lo intentas, sin encontrar camino,
pero cuando su tallo se seca, yace muerta,
huye la tierra, como huye un vulgar asesino.

Hay tantos diccionarios, que no encuentras respuesta,
se acobarda en el mar la espuma al batir las olas,
también la tarde cuando cae y el sol se acuesta,
y esa ignorancia vive, y con ella te desolas.

La muerte llama más de una vez, y no la oyes,
la vida tan solo una vez, con la puerta abierta,
no quieres darte cuenta, que aunque en ella te apoyes,
no existe realidad que ignore una muerte cierta.

Las cortinas obviaron evitar la tormenta,
evitaron el trueno de tanta voz cobarde,
cautivo de ti mismo y de tu hemorragia hambrienta,
secuestraste a la luna, y humillaste la tarde.

Ya nada queda junto al suspiro, solo otoño,
el invierno navega sin rumbo, acaso helado,
y en primavera aullidos sin brasas de retoño,
para que huyas lejano, remiso y desahuciado.

Hombre que sin vestirse de hombre, nunca camina,
no puede, ni clamar debe a los bosques del miedo,
ni pisar laberinto que al andar se calcina,
ni en suplica rezar, si jamás imploró un credo.

Ya no te queda nada, ni días que administrar,
lo que viviste, fue sucumbiendo como el barro,
como lodazal fuiste criando un peso que lastrar,
y ahora, hermano, pesa demasiado ese carro.

[Rafel Calle]

Hermoso e interesante trabajo d alejandro.

[Carmen Pla]

Creo que no hay mejor victoria que la conquista de uno mismo, un poema que remueve, que saca a la luz los despojos más humanos, escrito con tan bello razonamiento que aplaudo tu trabajo, Alejandro,.
Un gusto leerte.
Abrazos

[Rafel Calle]

Arriba con este trabajo, poco conocido pero hermoso e interesante, de Alejandro.
Abrazos.

[Guillermo Cumar]

A cuantos de los que te hemos leido, al cerrar los ojos se nos pond´ría el verso a hacerlos una réplica.
Me gustó lo leído y me amedrentó lo imaginado.
Un abrazo