No "en-gue-rish"
Publicado: Vie, 25 Mar 2016 18:23
“No en-gue-rish”
Solo a un “guiri” se le ocurre ir en taxi a una floresta.
Imagina el gran Taipei: seis millones de habitantes
cacofónico-parlantes (en chino, claro) e intenta hacerte entender.
Pedí un taxi en el hotel para ir a Yangmingshan
y luego hacer senderismo entre cerezos silvestres
y rododendros en flor.
Después de acabar las calles le pregunto al buen taxista: ¿falta mucho?
(recordando a los infantes de mi España), pero esta vez en inglés
y el taxista, muy despacio me contesta que “no en-gue-rish”
(no English, I suppose); me dejó Dios sabe donde
y se volvió a la ciudad después de cobrar lo suyo.
Así que me puse a andar cerca de la carretera.
Luego, por caminos bien cuidados, subí riscos,
vis cascadas y alguna ardilla curiosa a la que tiré una foto
y un beso, por ser hermosa y, después de un par de horas
de respirar inconscientes se me ocurre que con el atardecer,
sin móvil y sin taxista, tendré que buscar la forma
de volver a la ciudad.
Y ahí empezó la odisea: vi un autobús a lo lejos pero no quiso parar
y me dejó en soledad bajo lluvia persistente. Luego vi una tiendecita
y una señora mayor, que estaba cerrando puertas y no me supo atender
por más que le preguntara
en inglés, en español, en francés y hasta en bisaya.
Así que ya no veía más que el miedo en las entrañas
de un lugar desconocido; seguí caminando penas
y al final, como en los cuentos de hadas, volví a encontrar la señal
de otra parada de bus. Allí me puse a esperar y a esperar
hasta que llegó la guagua o como se le llame allí.
Y paró…
mascullé sólo un suspiro: ¿Taipei?
Y el chofer asintió con la cabeza.
(Casi le doy un abrazo).
Moraleja:
Mira a ver dónde te metes, aunque te vaya la marcha
por el monte, ya me entiendes;
prepara bien la excursión y también la retirada
que, aunque la gente sea buena,
si no te entiende palabra igual acabas en Francia
cuando sólo deseabas volver de nuevo a tu hotel.
Víctor F. Mallada
Solo a un “guiri” se le ocurre ir en taxi a una floresta.
Imagina el gran Taipei: seis millones de habitantes
cacofónico-parlantes (en chino, claro) e intenta hacerte entender.
Pedí un taxi en el hotel para ir a Yangmingshan
y luego hacer senderismo entre cerezos silvestres
y rododendros en flor.
Después de acabar las calles le pregunto al buen taxista: ¿falta mucho?
(recordando a los infantes de mi España), pero esta vez en inglés
y el taxista, muy despacio me contesta que “no en-gue-rish”
(no English, I suppose); me dejó Dios sabe donde
y se volvió a la ciudad después de cobrar lo suyo.
Así que me puse a andar cerca de la carretera.
Luego, por caminos bien cuidados, subí riscos,
vis cascadas y alguna ardilla curiosa a la que tiré una foto
y un beso, por ser hermosa y, después de un par de horas
de respirar inconscientes se me ocurre que con el atardecer,
sin móvil y sin taxista, tendré que buscar la forma
de volver a la ciudad.
Y ahí empezó la odisea: vi un autobús a lo lejos pero no quiso parar
y me dejó en soledad bajo lluvia persistente. Luego vi una tiendecita
y una señora mayor, que estaba cerrando puertas y no me supo atender
por más que le preguntara
en inglés, en español, en francés y hasta en bisaya.
Así que ya no veía más que el miedo en las entrañas
de un lugar desconocido; seguí caminando penas
y al final, como en los cuentos de hadas, volví a encontrar la señal
de otra parada de bus. Allí me puse a esperar y a esperar
hasta que llegó la guagua o como se le llame allí.
Y paró…
mascullé sólo un suspiro: ¿Taipei?
Y el chofer asintió con la cabeza.
(Casi le doy un abrazo).
Moraleja:
Mira a ver dónde te metes, aunque te vaya la marcha
por el monte, ya me entiendes;
prepara bien la excursión y también la retirada
que, aunque la gente sea buena,
si no te entiende palabra igual acabas en Francia
cuando sólo deseabas volver de nuevo a tu hotel.
Víctor F. Mallada