Crónica de un árbol

[jose manuel saiz]

CRÓNICA DE UN ÁRBOL

Está tan inclinado
que de lejos parece un viejecito.
Sus ramas
apenas tienen hojas, se diría
que mide o dosifica los recursos
para alcanzar un año más
la primavera.

Le asoman por un lado las raíces
(como ojos, como branquias)
como si pretendiera ver o respirar, o saber
de qué va el mundo;
porque su mundo, el otro,
el que crece a un palmo bajo tierra
ya no va.

Junto a ese árbol hice
amigos para siempre,
de esos que no precisan verse
porque jamás nos fuimos lejos.

Mi ayer es un presente
tallado en su corteza:
dos consonantes, cuatro hormigas
y una fecha.
Si yo fuera árbol,
pongamos que lo fuera,
sería así:
oblicuo, paralelo al mundo,
como un carámbano
de hielo en una proa,
como una espiga
en medio de un tornado,
como un palo
doblado por el viento.

(Celia me dijo un día <<quédate>> cuando nunca
pensé marcharme; y, desde entonces, algunas tardes
nos íbamos al árbol cogidos de la mano.
Cerrábamos los párpados, la boca;
sentíamos las ramas rozar en nuestros labios,
pisábamos descalzos las raíces
que asoman de la tierra, abarcábamos a ciegas
su tronco con los brazos, que era igual
que jugar a querernos con la excusa
de un árbol por en medio).

Finalmente, fue Celia quien se fue
y yo me dije <<¡márchate!>>
cuando nunca pensé quedarme.
Por eso, nuestro árbol
tal vez nos ha olvidado.
Y ahora estoy aquí, con él
(me pregunto, ¿habrá vuelto ella
también alguna vez?) para decirle
que soy aquel chiquillo
que entonces le abrazaba.
Pero un árbol no escucha ni recuerda.
Un árbol siente, vive... y este
es como un pobre viejecito
que espera que le abracen
los niños cuando empiezan a pensar
que no son niños,
es decir, cuando juegan a quererse,
o a abrazarse,
con la excusa de un árbol por en medio.

Y sobre una raíz cualquiera
(mejor la que pisaba Celia
descalza por la vida, o la más cercana a la corteza
del tiempo que nos nombra),
colocaré granitos de arroz y de tapioca
para que los jilgueros no abandonen
sus nidos en invierno, y los rayos y las hachas
se conmuevan.


--oOo--

[Noemi Sánchez]

Que gusto poder ser la primera en dejarle mi admiración, y es que quiero decirle tantas cosas,
su letra me trasporta a diferentes lugares, ahora fue a admirar ese árbol, a observar su historia,
y me he estremecido de tantos sentimientos.
No me quiero ir sin decirle que su forma de escribir es maravillosa y que su evolución va para mas...
un abrazo

[Pilar Morte]

Releer tus poemas es muy gratificante pues despiertan la sensibilidad y la mirada. Precioso poema
Besos
Pilar

[Óscar Distéfano]

Excelente para mi gusto. Tiene el sello personal del poeta Sáiz. Recuperar verdades del pasado, recuperar, ante todo, la magia de las vivencias perdidas para siempre. Utilizar el simbolismo del árbol para agigantar la imagen del sueño y de la nostalgia, y para llenarnos de emoción. Yo diría que es un poema escrito con el corazón, con la visión pura y última que nos queda a los seres humanos: la mirada del hombre bueno, del que ama la vida y la poesía.

Te felicito y te abrazo, estimado amigo.
Óscar

[Mitsy Grey]

Querido poeta, una vez más, tus versos recalan en el alma sensible de quién te lee, sabes cómo llegar profundo, le das sentido al elixir de la vida y así da gusto hacer poesía... Un gran poema que me ha deleitado.... felicidades, José.

Un gran abrazo.

Mitsy

[E. R. Aristy]

CRÓNICA DE UN ÁRBOL


Está tan inclinado que parece un viejecito. Sus ramas
apenas tienen hojas, se diría que dosifica los esfuerzos
o los recursos para alcanzar un año más la primavera.

Le asoman por un lado las raíces (como ojos, como branquias)
como si pretendiera ver o respirar, o saber de qué va el mundo;
porque su mundo, el otro, el que crece a un palmo bajo tierra
ya no va.

Bajo ese árbol yo hice amigos para siempre; de esos
que no precisan verse porque no se fueron lejos. Sobre ese árbol
el presente que encumbra mi pasado es un rastro
rasgado de iniciales: un corazón que late
tallado en su corteza, dos consonantes, cuatro hormigas
y una fecha.

Si yo fuera árbol, pongamos que lo fuera,
sería así: inclinado, paralelo al mundo, como un carámbano
de hielo en una proa, como una espiga en un tornado, como un palo
doblado por el uso, para que los gusanos y los pájaros
se lleven bien y el musgo y las lechuzas
se estremezcan.
(Celia me dijo un día quédate cuando nunca
pensé marcharme; y, desde entonces, algunas tardes
nos íbamos al árbol cogidos de la mano.
Cerrábamos los párpados, los labios; sentíamos las ramas
rozar en nuestra boca; pisábamos descalzos las raíces
sedientas de la tierra; jugábamos a rodear a ciegas
su tronco con los brazos, que era como decir,
jugar como a querernos, o a abrazarnos, con la excusa
de un árbol por en medio).

Finalmente, fue Celia quien marchó; luego yo (nadie
me dijo quédate), por eso nuestro árbol
tal vez nos ha olvidado.

Pero he vuelto (¿lo habrá hecho ella alguna vez?) para decirle
que soy aquel chiquillo que entonces le abrazaba.
Pero un árbol no escucha ni recuerda.
Un árbol siente, vive, y alguno se parece
a un pobre viejecito que solo espera que le abracen
los niños cuando juegan a imaginar que no son niños,
es decir, a abrazarse (o a quererse)
con árboles por medio.

Por eso , al abrazarle ahora,
abrazo a mi pasado y a mí mismo.

Y sobre una raíz cualquiera (mejor la que pisaba Celia
descalza por la vida, o la más cercana a la corteza
del tiempo que nos nombra) colocaré granitos
de arroz y de tapioca
para que los jilgueros y las palomas no abandonen
sus nidos en invierno, y los rayos y las hachas
se conmuevan.


--oOo--

Hay una conexión muy intima con el árbol aquel de nuestra infancia. Nos persiguen sus símbolos cuando se mueve el paisaje. Tu poema, tu poética en general, José Manuel, tiene una calidad genuina y preservada que sabes trasmitir muy bien.

Por eso, al abrazarle ahora,
abrazo a m pasado y a mi mismo.

Completas un circulo sagrado. Mi admiración y respetos, ERA

[jose manuel saiz]

Que gusto poder ser la primera en dejarle mi admiración, y es que quiero decirle tantas cosas,
su letra me trasporta a diferentes lugares, ahora fue a admirar ese árbol, a observar su historia,
y me he estremecido de tantos sentimientos.
No me quiero ir sin decirle que su forma de escribir es maravillosa y que su evolución va para mas...
un abrazo

Muchas gracias Noemí. Tu comentario también logra conmoverme. Muchas gracias por tu generosidad, estimada amiga.
Un abrazo.
J. Manuel

[jose manuel saiz]

Releer tus poemas es muy gratificante pues despiertan la sensibilidad y la mirada. Precioso poema
Besos
Pilar

Gracias Pilar. Sí, es un poema ya editado, y es que he perdido todos los poemas editados en el foro desde que se realizó el cambio. Así que los iré subiendo poco a poco.
Muchas gracias por pasar de nuevo.
Un abrazo, querida amiga (espero que mejores de salud).
J. Manuel

[Guillermo Cumar.]

Las edades del árbol no perdonan que haya transcurrido el tiempo de aquel amor sencillo y noble
de los inicios de la primavera. Los recuerdos son agujas que tratan de unirse al pasado para unificar
el presente que ya casi es futuro a secas. Aplaudo esa inclinación del árbol hacia atrás y todo ese bagaje
de buena poesía que concitas.

un abrazo

[Josefa A. Sánchez]

Consigues con el poema un gran poder de evocación. Toda una historia encerrada en ese abrazo. Me ha encantado.
Un abrazo.
Pepa

[jose manuel saiz]

Gracias amigos por vuestros comentarios.
Un abrazo
J. Manuel

[María Inés Iacometti]

Yo llego por primera vez a este poema, a este árbol y me transporto a ese lugar, como si fuera Celia, para abrazarlo, o con esa excusa...
Maravilloso José. Gracias por permitirme esta dicha. Lleguen a vos, mi admiración y afecto.

[Miguel Janariz]

Precioso poema. Me encantó, porque transmite corazón, que no es poco en estos tiempos que corren,