Ronald Bonilla escribió:Mis manos huyen del vacío.
La sombra inacabable de mi cuerpo
que no termina de pasar.
La muerte empieza a ser mi grito.
La sepultura del hueso...
El absurdo increíble de tener los dedos
unidos a la carne
por primera vez.
Las calles son un celaje vivo de mi sangre.
Mis huesos se encienden en la noche.
Abro mis ojos en la llaga perenne.
De mi libro LAS MANOS DE AMAR
EDITORIAL COSTA RICA, 1971
Un poema maravilloso en apreciación del descubrimiento propio, de la maravillosa alma en acción al través del instrumento de nuestro cuerpo. Un placer leerte, Ronald. Abrazos, ERA