
Cuando pienso en el viaje sin retorno,
su recuerdo constante es mi desvelo,
me siento un viejo mueble en el entorno,
la hoja seca de un árbol por el suelo.
Tan pequeño me veo, tan extraño,
que ya no sé quién soy ni lo que he sido,
reflexiones que duelen y hacen daño
y me empujan al caos del olvido.
Yo quisiera borrar mis pensamientos
y esperar esta marcha ya anunciada
sin temor, sin pesar y sin lamentos
asumiendo el final de nuestra nada.
¿Qué es lo que causa en mí pena y quebranto?
Si sé que polvo soy ¿de qué me espanto?