fue la primavera más larga de mi vida
y el más crudo de los inviernos
y la lucha más fiera de estas manos en intento de poema
y el corte más seco a la rama
que
a gritos pedía,
de tierna
una ayuda.
Ahora yazgo en conserva,
me alimento de mí misma y de los silbos del viento
mas no dudes,
pese a todo,
sobrevivo travestida en mermelada.
De nada sirve sentarse a la puerta lagrimeando estornudos,
lo lamento,
no es mi estilo engañar al mediodía.
Los ocasos para el muerto.
(Bueno, .. son momentos. Todo pasa, verdad mar? todo, hasta nosotros.)