
Observo que enseguida se apagará la vela
que hasta ahora ilumina la estancia donde escribo
mis cartas amorosas e implorantes poemas.
Pues antes que la vela dé el último suspiro
y las sombras invadan paredes y recinto,
mucho antes, cerraré mis párpados cansados
y a través de mis sueños intentaré encontrarte,
y sin temor alguno ni odiosos balbuceos
con decisión insólita e inusitada audacia
me atreveré, a tu lado, leerte mis escritos,
mis cartas, mis poemas, mis deseos y súplicas
que incesantes pregonan que estoy enamorado
de tu figura hermosa, de tu excelsa belleza,
de ese porte de reina, de todos tus encantos.
Si estar enamorado es estar sin vivir
estar pendiente sólo del ídolo que adoras,
ese soy yo, esperando, sólo un soplo de aliento,
con aires de optimismo, con brisas de esperanza.
No quiero despertarme y comprobar frustrado
que tú, mi amor, me ignoras, que todo lo he soñado.