Para que fuéramos
Publicado: Vie, 28 Ago 2015 0:34
Para que llegaras a todos mis destinos
dibujaría el universo
al borde de mis labios,
sería elástico de tu huida,
suspiro inverso,
ilusión desvanecida, dolor,
ídolo,
la aridez de tu llanto más torcido
y ese aroma antiguo,
inexacto,
que desechan las piedras.
Moriría las veces oportunas
para que vinieras a mí en otros cuentos,
bajo el sauce inventor de las sonrisas,
para nacer en tu abrazo, en la aurora
parda de tus ojos,
como lo hace, ahora, el sol
que te pierde en sus ángulos.
Para que me vieras
como lo hiciste en aquel mar distorsionado,
en ese fugaz edén de tiritar fulgente,
para que me oyeras
como suenan los boleros en las sienes
del que lo ha perdido todo
y sintieras
el peso abandonado de tu cuerpo
desplomándose al vacío,
infinito,
de mis muslos.
Para que fuéramos
habría que desandar el tiempo y sus equívocos,
decirnos la piel,
desahuciar al adiós de sus altares
y rezarle al tornado
de los deseos dormidos,
con el alma y la carne muy desnudos
como un horizonte visto desde arriba.
Para que llegaras a mí
tendría que reinventar los subjuntivos,
encerrar en un tallo
la savia de todas mis derrotas
y asomarme flor reconvertida en ascua
en tu alféizar llovido.
Podría esculpirte la luna
en una cicatriz
y permitir que el leñador iluminara el beso
de todas las esperas,
gritarte que te amo en el desierto
donde las dunas
reflejaran mi anhelo a las ausencias.
Pero solo sé quedarme aquí,
sentada,
con un vaso que gira como el mundo
y esperarte.
dibujaría el universo
al borde de mis labios,
sería elástico de tu huida,
suspiro inverso,
ilusión desvanecida, dolor,
ídolo,
la aridez de tu llanto más torcido
y ese aroma antiguo,
inexacto,
que desechan las piedras.
Moriría las veces oportunas
para que vinieras a mí en otros cuentos,
bajo el sauce inventor de las sonrisas,
para nacer en tu abrazo, en la aurora
parda de tus ojos,
como lo hace, ahora, el sol
que te pierde en sus ángulos.
Para que me vieras
como lo hiciste en aquel mar distorsionado,
en ese fugaz edén de tiritar fulgente,
para que me oyeras
como suenan los boleros en las sienes
del que lo ha perdido todo
y sintieras
el peso abandonado de tu cuerpo
desplomándose al vacío,
infinito,
de mis muslos.
Para que fuéramos
habría que desandar el tiempo y sus equívocos,
decirnos la piel,
desahuciar al adiós de sus altares
y rezarle al tornado
de los deseos dormidos,
con el alma y la carne muy desnudos
como un horizonte visto desde arriba.
Para que llegaras a mí
tendría que reinventar los subjuntivos,
encerrar en un tallo
la savia de todas mis derrotas
y asomarme flor reconvertida en ascua
en tu alféizar llovido.
Podría esculpirte la luna
en una cicatriz
y permitir que el leñador iluminara el beso
de todas las esperas,
gritarte que te amo en el desierto
donde las dunas
reflejaran mi anhelo a las ausencias.
Pero solo sé quedarme aquí,
sentada,
con un vaso que gira como el mundo
y esperarte.