La Editorial Alaire, auspiciada por la Academia de Poesía Alaire, pone gratuitamente a disposición de sus foristas registrados, varios foros de poesía, prosa literaria, debates…, para que puedan publicar sus obras e interactuar entre ellos, así como, la tienda de libros donde se muestran las publicaciones, tanto en papel como en formato digital, estos mediante descarga gratuita. La razón de ser de nuestros foros se centra en promocionar la poesía, mediante las obras de los autores que participan en la plataforma de la Academia de Poesía Alaire. La promoción de la poesía, a nivel del mundo de habla hispana, conlleva una enorme responsabilidad, por ello, pedimos la máxima implicación de todos los miembros de Alaire. Vale recordar al gran maestro Dumas: uno para todos y todos para uno. Muchas gracias por todo, queridos compañeros.
Cuando le llamaste miró la hora:
Las cinco y media. ..............................................................Curioso
cómo puede el mundo congelar
su cadenciosa danza
en sus delgados muslos, agujas perezosas
que apuntan directas al pulso de la misma vida.
Le llamaste.
Dijiste: “Todo
acaba en un segundo”.
Recogió
las esteras donde tendía sus recuerdos, el hielo
amordazado que tiritaba al ocaso,
la higuera que yacía en un patio de su corazón dándole sombra.
Sus frutos
habían rajado exasperados su blanduzca corteza,
y se dejaban picotear por la inquietud
de sus quietos ojos, callados.
Temblaba tu voz, como tiembla
el calor y la asfixia al confín del asfalto, como lo hacía
su memoria de esquinas
habitadas en redoble de vuestro rastro,
o la silueta de aquel banco
atestado de cáscaras de pipas, que como estrellas vacías
de un cielo transitable cayeron de tu boca,
sembrando de tus labios la tierra.
Temblabas, al otro lado,
temblaba
el silencio, y él lo recogía
paladeando sus notas mudas entre sus labios de cobalto, como aceras
que se vacían
al reclamo azafranado de los hogares
tras las montañas de sus altas puertas.
Te dejó hablar. Pasaron
cordilleras por tu lengua encallada en escarcha, desiertos
atestados de borrascas, cometas
sin cuerda
en tu respiración agitada, como
si de un duelo
se desangrara la aurora en la parte trasera de un coche
que continuara enajenado su avance, pateando
la soledad que titila en los abandonados charcos.
Anudaste tu voz al firmamento
de sus oídos desnudos,
comenzó a susurrar la noche, como roca en tus palabras,
y,
a las cinco y media,
supo, como se sabe el cuerpo
a su ulterior tumba, que nada
sería ya como antes.
Las manecillas
caminan sólo colgadas desde entonces,
sonámbulas marionetas
que se retuercen
en un molino estéril, que arrastrara
una corriente exhausta
y reseca.
.
.
.
Última edición por Ventura Morón el Sab, 18 Jul 2015 15:33, editado 4 veces en total.
Cuando le llamaste miró la hora:
Las cinco y media.
Curioso
como puede el mundo congelar su cadenciosa danza
en sus delgados muslos, agujas perezosas
que apuntan directas al pulso de la misma vida.
Le llamaste.
Dijiste: “Todo
acaba en un segundo”.
Recogió
las esteras donde tendía sus recuerdos, el hielo
amordazado que tiritaba al ocaso,
la higuera que yacía en un patio de su corazón dándole sombra.
Sus frutos
exasperados, habían rajado su blanduzca corteza,
y se dejaban picotear por la inquietud de sus quietos ojos callados.
Temblaba tu voz, como tiembla
el calor y la asfixia al confín del asfalto, igual que lo hacía
su memoria de esquinas
habitadas en redoble de vuestro rastro,
o la silueta de aquel banco
atestado de cáscaras de pipas vacías, que como estrellas
de un cielo transitable cayeron de tu boca,
sembrando de tus labios la tierra.
Temblabas, al otro lado,
temblaba
el silencio, y él lo recogía
paladeando sus notas mudas entre sus labios de cobalto, como aceras
que se vacían
al reclamo azafranado de los hogares tras las montañas de sus altas puertas.
Te dejó hablar. Pasaron
cordilleras por tu lengua encallada en escarcha, desiertos
atestados de borrascas, cometas
sin cuerda
en tu respiración agitada, como
si de un duelo
se desangrara la aurora en la parte trasera de un coche
que continuara enajenado su avance, pateando la soledad que titila en los abandonados charcos.
Anudaste tu voz al firmamento
de sus oídos desnudos,
comenzó a susurrar la noche, como roca en tus palabras,
y,
a las cinco y media,
supo, como se sabe el cuerpo a su ulterior tumba, que nada sería ya como antes.
Las manecillas
caminan sólo colgadas desde entonces,
sonámbulas marionetas
que se retuercen
en un molino estéril que arrastrara una corriente exhausta y reseca.
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¡ Me he quedado, muda... ante tan maravillosa expresividad... Qué sentimientos tan bien plasmados... Nada, nada... Que me ha encantado. Gracias por compartir.
Un abrazo.
BEGOÑA.
Última edición por Begoña Egüen el Sab, 20 Jun 2015 11:24, editado 1 vez en total.
Josefa A. Sánchez escribió:El cursor parpadea, pidiéndome palabras y nada asoma que pueda dar justa replica a tu poema. Me ha llenado y no se decir de que.
Un abrazo..
Pepa
Gracias gracias, querida Pepa, tu sensibilidad es lo que llena todo lo que haces.
Besos grandes
Cuando le llamaste miró la hora:
Las cinco y media.
Curioso
como puede el mundo congelar su cadenciosa danza
en sus delgados muslos, agujas perezosas
que apuntan directas al pulso de la misma vida.
Le llamaste.
Dijiste: “Todo
acaba en un segundo”.
Recogió
las esteras donde tendía sus recuerdos, el hielo
amordazado que tiritaba al ocaso,
la higuera que yacía en un patio de su corazón dándole sombra.
Sus frutos
exasperados, habían rajado su blanduzca corteza,
y se dejaban picotear por la inquietud de sus quietos ojos callados.
Temblaba tu voz, como tiembla
el calor y la asfixia al confín del asfalto, igual que lo hacía
su memoria de esquinas
habitadas en redoble de vuestro rastro,
o la silueta de aquel banco
atestado de cáscaras de pipas vacías, que como estrellas
de un cielo transitable cayeron de tu boca,
sembrando de tus labios la tierra.
Temblabas, al otro lado,
temblaba
el silencio, y él lo recogía
paladeando sus notas mudas entre sus labios de cobalto, como aceras
que se vacían
al reclamo azafranado de los hogares tras las montañas de sus altas puertas.
Te dejó hablar. Pasaron
cordilleras por tu lengua encallada en escarcha, desiertos
atestados de borrascas, cometas
sin cuerda
en tu respiración agitada, como
si de un duelo
se desangrara la aurora en la parte trasera de un coche
que continuara enajenado su avance, pateando la soledad que titila en los abandonados charcos.
Anudaste tu voz al firmamento
de sus oídos desnudos,
comenzó a susurrar la noche, como roca en tus palabras,
y,
a las cinco y media,
supo, como se sabe el cuerpo a su ulterior tumba, que nada sería ya como antes.
Las manecillas
caminan sólo colgadas desde entonces,
sonámbulas marionetas
que se retuercen
en un molino estéril que arrastrara una corriente exhausta y reseca.
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El tiempo es emocional, no hay duda de eso para mi, y pues encuentro la separacion de emociones muy intimas...eventos y familiaridades que han desensamblado aquello que en completa revolucion era ley natural. Un placer leerte,Ventura. ERA