che ai poveri toglie il pane, ai poeti la pace.
Pero por culpa también de este humano mundo nuestro
que quita el pan a los pobres y la paz a los poetas.
(Pier Paolo Pasolini – Al Príncipe - Variación - F. L. León)
Si se oscurece el sol y nunca vuelve,
si los caminos pierden
su propio curso
y no ofrecen salida,
si aparece la culpa con su paso renqueante
y me recuerda el daño que he engendrado,
confesaré que nunca había temido
a la muerte
con la desesperación de un loco perseguido,
con la ingenuidad temible que acosa a los poetas.
Confesaré que tuve lo más deseado
y no supe distinguirlo confundido por los sueños
y no pude abrigarlo cuando caía la noche,
pues luché amargamente
por el aplauso pasajero
y trivial que confundía el cardo con la rosa
cuando tenía en las manos la poesía y el amor.
Ahora tengo tiempo pero me falta la paz,
queriendo huir de mí mismo voy de un sitio a otro
sin aprehender nada nuevo en el camino,
sin escribir los versos que recuerden
mi paso por este marco que hierve en la memoria
que ya no será mía,
ya no persigo hallarlos en los pétalos marchitos de mi alma,
ni prendidos al viento que muere con la tarde.
Apartaré mi voz
sin dejarla abierta en la herida que tiembla
escondida en un recuerdo luctuoso y ardiente,
sin esperar que fluya
en las ramas del tilo que brilla en primavera,
sin poder transcribirla por culpa de mi mente
que no quiere encontrarla si no es para el cuidado
que no vi
cuando ascendía a los abismos,
que no sabe llamarte y aún en la sombra hiere.
Apartaré mi voz para que tú la abras
en el recuerdo tierno que tengas de mi amor.
Si oscurece el sol, si la sombra brilla,
si la vida no ofrece
más que un único camino minado de reproches
y lamentos,
si la ingenuidad lleva a la muerte
a quien cree con los ojos cerrados
en la bondad primigenia de los hombres,
si las huellas volvieron con las quejas y sin el pan,
confesaré que el destino se burla sin piedad
del sueño legítimo y necesario de los pobres
y masacra sin desvelo
el delirio pueril y tierno de los poetas.