(En esta dirección podéis ver el video de la barbarie. Puede herir la sensibilidad. Aviso)
*Farkhunda tenía 27 años y era afgana. Una turba de hombres la apaleó y quemó viva en las calles de Kabul a mediados de marzo. Había sido acusada falsamente por un Mulá de haber quemado un ejemplar del Corán.
Para estar contigo vengo huyendo del abrazo incendiario
de esa muerte que avariciosa te busca y de sus cenizas
a tu corazón, de amapola degollada, yo quiero redimirle,
aunque los arcángeles del horror sobrevuelen tu gangrena.
Con ojos de serpiente en desafío la tarde nos acecha, porque
una jauría de anti hombres te persiguen, ya afilan sus navajas,
y por el boulevard del miedo van dejando su estela de cadáveres,
siento que el pulso de tu sangre el rostro me golpea.
Otra vez el odio ha vuelto a desenterrar sus monstruos.
En una conjura de tinieblas sombras voraces se han citado,
a mordiscos de cólera se van abriendo paso,
y mientras te vigila una furia emboscada de verdugos,
todos sus colmillos sangran por el filo de la noche.
Pero resistes y desde el útero del abismo vienes a nacer conmigo,
en silencio, por ser Mujer ya enmudeció tu drama,
se hizo herida y ahora en mi voz tengo grabadas sus cicatrices.
Hoy te siento como un hachazo de viento helado
que en el umbral de la barbarie se aposenta,
con un cetro de vileza toma posesión su dogma apocalíptico
y la Historia escribe otra crónica más de infamia en su diario.
Un eco amordazado me grita tu nombre a la intemperie,
tiembla su desnudez como ese dolor que a través de siglos se dilata
y sobre las páginas que la amnesia del tiempo irá cubriendo
como un escalofrío lacerante quedará escrito, Farkhunda, tu epitafio.