el pálpito temblón de la palmera,
los pasos primerizos,
el ansia de saber quién era quién,
el músculo y la lengua primando la palabra.
Ocaso a contraluz, a contra-roca,
a contraviento el cielo y las gaviotas,
y tú...
¡ ya ves.... qué cosas...!
y yo ...
mujer a contra-todo,
imagen y una apuesta jugando a los carmines.
¿Quién pudo más?
Ausencia, desnuda sus muslos en el quiebro,
la tilde, en atonía,
dormita sobre el pecho azul del Picapinos
y el ánfora
desmide los litros de poemas que en días ,
bailaron adjetivos.
Un beso, Abril de los abriles,
acaso
en rémora de rémoras.
(Abril siempre tierno, hermoso, plenitud en flor y sentimientos, siempre llega y siempre marcha. Alicante permanece, como mi mar. Ah, y sé que el Picapinos tiene el pecho negro, pero bueno...)