Pequeño inventario de muertes (1)
Moderador: Hallie Hernández Alfaro
- Macedonio Tracel
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Pequeño inventario de muertes (1)
La luna trepó entonces hasta la cima de las copas. Hasta en eso los hombres hacían ahora sus brazos más lentos. Las más altas, grandes bestias taciturnas vestían un polvo de harina hecho con las piedras que empezaban a soltarse de sus formas.
Y hablo de esa condición, luz anidada. La ropa en que se arrugan. El cielo y las ganas bajando a gachas entre las maderas de unos barcos hundidos. Esas manchas flotan montadas para cruzar hasta la arena fría de un desierto abandonado. El sol que no ha sido inventado duerme en ese reparo. Durante las veces de no estar arman alguna segura dulzura donde todo se ha escondido. Todo se guarda allí, en esa frágil ignorancia de los pájaros durante la noche porque además de nutrirse, las raíces van buscando sombras. Yo mismo había tenido un ataúd en las manos que olía a musgo, a pisadas fértiles, a orín de un animal grande y colmado por el mismo peso que unas franjas de cielo, adheridas e inútiles, suben a las frases que tiemblan en este agujero. Digo esto no es florecer ni fundar. Un piso de enigmas crece a destiempo (ningún sueño ayuda con estas estimaciones). Así quedaran velas en la mesana para irse para llorar, el suelo cruje, los brazos se han vuelto pesados, la sangre va pudriendo más hojas, los huesos han perdido el amarillo y sudan palabras sin más consuelo que el de unos contra otros.
sin el poema que rejunte una a una las migajas"
Alberto Szpunberg
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Madre mía, qué hallazgo. Estos versos inmaculados se ciñen contra la natura forzada, contra el pie desnudo del árbol. Las mínimas muertes del siglo, las máximas tragedias del hombre pensante.
Magnífica primera parte. Gracias por compartir tu valiosísimo cuore inflamado de talento.
Abrazo y felicidad.
"He guardado la Luna en los cajones
por si vuelves de noche que te alumbre;
no te tardes, papá, que sin la lumbre
de tu amor no se encienden los fogones.'"
Esta cárcel sin ti, Ramón Olivares