Calcinados los huesos, recobrarán vigor
cuando madure el tiempo como la llama pura.
Brotarán en la noche bajo la tierra oscura,
al vuelo de la hiedra desprenderán calor.
Con la savia encendida que despierta la flor
saldrán de su morada pugnando en su conjura
hacia un mar de cartílagos prendida su armadura,
-cuerpos buscando cuerpos ajenos al dolor-.
Libres de la mordaza volverán los amantes
y volverá el amor rompiendo el cautiverio.
Y cesará la muerte sin fastos arrogantes.
Cesará su dominio, su fatídico imperio.
Cegada por el sol con alas rutilantes
perderá al fin la muerte su tosco magisterio.
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Exp. SE-755-14