y con primor, consumando las delicias que me aguardan:
un vaso de limonada, unos pantalones glaucos, las manos de los domingos,
esa camiseta ajada que causa un efecto de cómoda y estilizada androginia
y los pies bostezando el soplo del gres , calvo de Isabelinas Porcelanosas.
Y allí lo veo ¡ ayyysss !
retador, presto al envite, cuerpo liso y deliciosamente terso
provocando sin reparos la dependencia que sabe, tengo de él.
Y caigo, sin remedio caigo, arrancando
- desnuda de miramientos -
la tapa con que cubre su espeso interior
y en trío nervioso, sin pausas, sin prisas,
sin celos que corten la dulce estadencia
vivimos las horas los tres como en uno,
Miss Brocha, yo misma y el guiño indolente del prieto aluminio.
Y es que no hay placer mayor en esta mujer bajo pamela
que
- y afortunadamente -
siempre tiene la casa con el cartel de "Completo"
penetrar la cerradura despacito y ver si ¡ tachánnn !
suena a " dos vueltas "
lo que implica, al menos por unas horas,
estar sóla y caer en el pecado de los botes de pintura.
Cada cual tiene su "cuelgue"...
y el mío, Titanlux y toda clase de brochas.
( A otros les da por cosa más extrañas o menos, no sé. Pero mi terapia en momentos delicados, no me falla. LLueve Alicante y el mar es gris)