...
Colúmpiate en mis comisuras, balanceándote
de lado a lado, allí, donde se cuartean los besos,
haz una comba con mis cejas, para saltar
al desencanto, y apunta nariz en ristre, al destino
un guion de sueños, inocúlalos susurrados, entre pompas
malabares, sorteando
marchitos péndulos, que evadidos caen de tus ojos,
una fútil hecatombe de travestidos lamentos, que hacen zozobrar un mundo
en el arenal de tus mejillas, donde tiritan[tab=30][tab=30]dos canicas
tras un concierto de párpados.
Ya sé que pintaste el iris del horizonte, mojando
en honduras de mares tus alas, que azules van siempre abiertas,
sin remontar, pinceles en cálamos
goteando quijotes de soles, que chisporrotean
entre tanta lluvia, brillando
entre tanta acera, cortocircuito en fanfarria en el minueto de tus pasos.
Cuando se enciendan las luces, toma aire, la función rueda, arrastrando
a trompicones tu estela de navegante
y polichinela, al viento despliega las velas que conjuraron ayeres nublados, una imponente fila
de maniquíes decapitados, aplaude, impasible, tus muecas.
Y con el pañuelo de lunares… hasta la vista, tristeza.
.
.
.