
Como el último, vivo cada día,
ajustando el reloj al marcapaso
sin dudar que en la vida voy de paso
y bendigo la estrella que me guía.
Desentono en el gris monotonía,
acaricio los márgenes del vaso,
apurando la miel del bien escaso
y no opongo la suerte en la porfía.
Atesoro experiencia por certeza.
Ignorando los cantos de agorero,
improviso el capote con destreza.
Y regreso de nuevo por mi fuero
como un gallo de lucha sin cabeza
cuando salgo a la luz del agujero.
Miguel Ángel.