Por la Carretera Nueva
iba David Bruce cantando,
el verde en la mirada,
luciérnaga de amaranto.
La boca se le nublaba
no le salía otro canto
que no tuviera la noche
herida en su negro manto.
pues llegando al Tarajal,
la paloma agonizando,
por el alcalde del pueblo
los pobres están llorando.
en este cuerpo errante que te acunó en sus manos,
en los días que pierden su nombre y su racimo,
en esta enredadera oscura que crepita
en tu noche de amor que no encuentra consuelo.
Y siguen los anuncios, las poses, los estilos
en la ciudad que fue y extiende su cabello
para ocultar la rabia de los niños oscuros
que no encontraron nunca el vientre de una madre
en los escaparates que disfrazan los sueños.
!Ay, David Bruce Banner,
los muertos siguen quietos y pueblan los caminos;
listas en los periódicos
que nunca se publican
para que sean leídas por almas que se mueven
lentas como la tarde, miran, no reflexionan,
admiran a quien triunfa, desprecian al vencido!
Pero tú sigues loco y el monstruo se apodera
de tu lengua perdida que expulsa de los templos
a burgueses sin alma
que han probado tu orgullo en verjas sin laureles
y esperan que te calmes para placar tu fuerza.
Los ángeles rebeldes buscan otro destino
para cuando regresen la verdad y el acanto,
no hay arrepentimiento, dolor simple en grisalla
y un gemido en la niebla cubre cada caída.
Ya no sabes leer, escribir o pensar
¿En qué bando luchaste, tú que amabas la risa,
qué rey quiso alistarte
siendo republicano?
Ya no buscas la playa batida por las olas,
ni el monte de la infancia perdido y amputado
no queda una palabra que te hable de amor,
sólo viejas canciones rotas que te persiguen.
Una sonrisa loca en los brazos de otro
te dice que tu barrio se adentró en la tormenta
y este viento de marzo arrancó tus malvones
para invocar la lluvia que golpea tus sienes.
¡Oh, tú que fuiste bravo y ungiste a los vencidos,
no puedes ir al frente sin saber por quién luchas,
quién disfruta en las guerras,
quién es el enemigo!