Me niego

[Raul Muñoz]

Estoy cansado, desvanecido en un tiempo incierto.
-¡Dejadlos salir! -escucho gritar a lo lejos...

Todos marchan en largos trenes de mercancías,
los vi sacudirse en las mosquiteras,
inhalar el humo de largos cigarrillos,
besar los charcos de aceite
en los talleres de reparación mecánica.
Algunos, muy pocos, aún tenían fuerzas,
y con furia,
-sí, ¡con desesperación!-
lanzaban piedras a las hélices
que rajaban pompas de jabón.

Aquí estoy sentado, más allá de cualquier tiempo,
sólo me resta contar vagones...
Uno, dos, tres... y ¿hasta cuántos puedo llegar a contemplar
sin perder, definitivamente, la noción del tiempo?

Y escucho, vuelvo a escuchar a lo lejos:
-¡Dejadlos salir, que rueden los cantos de acero
sobre las brumas del sueño!

Los saltamontes se aferraron a un suelo fundido
en el estaño sobre el que se levantan aves metálicas,
verdaderos dioses del olimpo,
que escupen billetes y monedas de fuego.

Se quiebran las ramas de otros tiempos
ya olvidados.
Sobre las copas encañonadas de los árboles,
arden los cajeros automáticos,
las antorchas que consumen -ya sin remedio-
el tiempo del hombre.

Estoy cansado, pero me resisto,
soy un resto de lumbre,
que poco a poco se consume sin oxígeno,
sin un tiempo donde habitar.

-¡Silencio! -gritan finos y afilados alambres,
enredados a un cielo fundido en amianto,
deslumbran los esqueletos en las pasarelas de la moda.
¡Calle el hombre, muera el tiempo y su memoria!
-siguen gritando los enjambres de alambre, extendiendo los rieles
por donde circulan los recuerdos, como mercancías.

-¡No dejen de circular, necesitamos más sueños,
aún no es suficiente! –gritan, bombeando la metralla
en sus corazones de dorado cobalto.

Pierden entereza la carne y los huesos.
Se despeñan por las pendientes,
dando volteretas y vestidos de payasos,
hombres y mujeres de negro follaje.
Oigo sus gritos aplomados:
-¡Dejadlos salir, salten los escaparates,
despierten los fetiches!

Sigo sentado, la orina rocía mi piel,
fluye en su antigua fuente del deseo,
y es humana, ¡oh sí, todavía humana!
Miro unas manos llenas de saltamontes,
las veo saltar y estallar en pompas de aluminio.

Enormes gusanos de acero ahogan senos de madera
en los hornos de fundición,
introducen las cabezas de los niños
en las pilas de oro líquido,
y gritan sus nombres,
¡oh sí, mi nombre, también me llaman a mí!
-¡Ra… Rau…! –sacuden mi nombre en sus lenguas de níquel.
Tengo miedo, ¡sí, mucho miedo!
de acercarme a los grandes edificios,
a los enjambres de arsénico
donde no pudo habitar la carne y el verbo.

Me lo puedo imaginar, pero no quiero,
no quiero verlo.
Sin embargo, los escucho gritar:
-¡Dejadnos salir, ir al encuentro del acero paterno!
¡La madre que muera en el silencio del reloj!

Allí a lo lejos, donde no me atrevo a ir,
el hombre consumió su tiempo,
clavando en sus carnes afiladas agujas
que marcan los vacíos de su silencio;
y danzan los esqueletos de nitroglicerina,
lucen frente al espejo su maquillaje.
El carnaval tiene un único precio,
un único pensamiento,
y una única fosa común.

Un único Dios funde el tiempo,
a cambio de cumplir un único sueño,
diseñado por los torrentes de soledad
que se precipitan hacia su fosa.
-¡Silencio, que se rajen los cielos! -gritan las afiladas cuchillas,
al afeitar las barbas de esparto que cubren el negro cielo.
Se cuelan los gusanos mutilados de la noche,
perforando las finas láminas del silencio.

De la charcutería del cielo llueve la infancia,
cayendo sobre las pilas de mármol,
debería orinar sangre porque lo siento, es cierto que muero.
¡En mi alma lo siento! Pero no caen lágrimas.
No hay cielo, solo collares y metales preciosos,
que simulan lágrimas, ayer vivas y hoy disecadas.

Abatidas y troceadas caen las manos,
que en otro tiempo se aferraron a los senos,
caen con la misma insistencia que el agua del caño,
y dibujan círculos de agua detenida.
Aún escucho el negro silbido del sueño,
que pasa veloz, rozando el agua.

Otros corrieron lejos del quieto y callado misterio,
queriendo ser adultos para habitar los cementerios.
Vi como se alargaban sus brazos de humo,
ellos no me vieron, tampoco vieron la guadaña,
que brillaba en sus blancos dientes sin alma.

Me aferro al vuelo de hermosas libélulas,
que me cantan canciones de cuna,
mientras sigo estirado panza arriba.
Me hundo en el sueño negro de una acequia,
en mi soledad musito la ternura y el espanto.
¿Habré muerto?
No lo sé, ni me interesa saberlo.

Sólo sé que quisieron arrancarme del sueño,
pero me niego,
con mi carne,
el verbo,
y el tuétano de mis huesos,
a llevar la monstruosa ofrenda del alambre y el acero
de un Dios que circula veloz,
y atraviesa el tiempo para ofrecer su mercancía,
que se paga con dinero.

En mi diminuto tiempo, las lágrimas se secaron;
mi piel afila las monedas de un cielo de cadáveres.

Pero me niego, soñando o despierto,
dentro o fuera del tiempo,
a danzar ante un Dios enajenado
que ofrece dinero a cambio de silencio.

[Mitsy Grey]

Querido poeta... gran esfuerzo lírico el tuyo, para definir un sueño
acaso "futurista"; esa realidad que aflora en tí, como un misterio
es la que tristemente, nos alumbra
y que tu voluntad hunde por indeseable, en la opacidad
del inconciente... mas, ojalá no sea tu pensamiento, el Julio Verne de
nuestro tiempo... Ojalá, No,

Mi aplauso de pie... poeta!

Mitsy, cordialmente.

[Alberto Chicharro Vilches]

Desgarrado canto de un alma desesperada el que transmite tu excelente poema, amigo Raúl, dotado de una gran expresión poética.
Me ha gustado mucho y te felicito por tu buen hacer poético.
Saludos cordiales

[Hallie Hernández Alfaro]

Una gran fuerza de vida, un compromiso unitario que grita en sangre y poesía la no derrota.

Aplausos sonoros y mi sincera enhorabuena, amigo Raúl.

Abrazo cordial.

[Raul Muñoz]

Querido poeta... gran esfuerzo lírico el tuyo, para definir un sueño
acaso "futurista"; esa realidad que aflora en tí, como un misterio
es la que tristemente, nos alumbra
y que tu voluntad hunde por indeseable, en la opacidad
del inconciente... mas, ojalá no sea tu pensamiento, el Julio Verne de
nuestro tiempo... Ojalá, No,

Mi aplauso de pie... poeta!

Mitsy, cordialmente.

Gracias Mitsy por tus palabras. Es un poema nacido del desaliento, llevo al extremo los procesos de deshumanización que se vive en las sociedades donde impera la compra y la venta. Yo también espero que no sea tan espantoso el futuro, aunque para mi ya lo es el presente.

Te envío un abrazo.

[Raul Muñoz]

Desgarrado canto de un alma desesperada el que transmite tu excelente poema, amigo Raúl, dotado de una gran expresión poética.
Me ha gustado mucho y te felicito por tu buen hacer poético.
Saludos cordiales

Hola Alberto, para mí un placer contar con tu lectura, más tratándose de un poema muy extenso. Recibe mi muestra de agradecimiento.

Un abrazo.

[Raul Muñoz]

Una gran fuerza de vida, un compromiso unitario que grita en sangre y poesía la no derrota.

Aplausos sonoros y mi sincera enhorabuena, amigo Raúl.

Abrazo cordial.

Me alegra que te llegue el mensaje de la no derrota, porque hay mucho abatimiento, pero una fuerte apuesta por luchar. Un placer siempre contar con tu lectura, Hallie.

Te envío un abrazo.

[Rafel Calle]

Hermoso e interesante trabajo de Raul.

[Julio Gonzalez Alonso]

Felicitaciones, Raúl. Abres un interesante espacio de reflexión y apuesta por la vida. Todo está enfrentado desde la lucha y el mirar siempre hacia adelante. Enhorabuena.
Salud.

[Raul Muñoz]

Hermoso e interesante trabajo de Raul.

Muchas gracias Rafael, me anima que pueda resultar de interés tan extensa mezcla de reflexión y fantasía.

Te envío un abrazo.

[Raul Muñoz]

Felicitaciones, Raúl. Abres un interesante espacio de reflexión y apuesta por la vida. Todo está enfrentado desde la lucha y el mirar siempre hacia adelante. Enhorabuena.
Salud.

Muchas gracias Julio, así es , hay una mezcla de abatimiento con esas ganas de mantenerse y avanzar. Siempre muy agradecido por contar con tu lectura.

Te envío un abrazo.

[Alberto Chicharro Vilches]

Impresionante poema dotado de gran dramatismo y excelente expresión poética.
Me ha encantado, Raúl.
Un abrazo y mi aplauso, amigo.
Alberto

[Raul Muñoz]

Impresionante poema dotado de gran dramatismo y excelente expresión poética.
Me ha encantado, Raúl.
Un abrazo y mi aplauso, amigo.
Alberto

Hola Alberto, para mí un placer recibir tus amables palabras.

Te envío un abrazo.