Editorial Alaire

LIBERACIÓN

Deja tú que el corazón coja su precisa altura, que en su vuelo dromedario presuma que viste alas, deja que en tiempo y espacio dé muestras de su bravura, que se adapte, recomponga, se haga nube y se deshaga.

Deja que la mente en blanco se pierda por esos mares, que confunda en su trayecto los peces con los corales, que se acueste hecha de luz y se levante de oscuro, deja que suba los muros o que se torne avestruz en los mundos abisales.

Que los brazos se desprendan de rémoras que los atan, que con vocación tardía se confundan con el viento, que tengan sus sentimientos, su risa, su algarabía y que se acerquen al día del feliz presentimiento.

Que la boca casi pez se vaya a besar las fuentes y que musite entre dientes canciones de tiempos idos, que en otra boca haga nido y se acerquen corazones, otrora pasto de olvido ahora caudal de emociones.

Deja que el pecho se ponga a buscar en las orillas, que encuentre un pulso adecuado en medio de las espumas, que se esconda entre la bruma coqueto y acicalado, déjalo así que eternice su pasión de enamorado.

Qué precioso, me gustó. Un lujo seguir tus versos.
Abrazos
Pilar

Espléndido texto, Jose.
El ritmo es sobresaliente y la esencia toma cada costado de la obra para incitarnos a la pura belleza.

Abrazo y enhorabuena.

Gracias Pilar. Gracias, Hallie

Hola José, me parece que es la primera vez que te leo y he quedado impresionado con esos versos encabalgados tan hermosos. Es un placer, un abrazo.