Página 1 de 1

CRÓNICA DE UN ÁRBOL

Publicado: Mié, 23 Abr 2014 18:39
por José Manuel Sáiz
CRÓNICA DE UN ÁRBOL


Está tan inclinado que parece un viejecito. Sus ramas
apenas tienen hojas, se diría que dosifica los esfuerzos
o los recursos, para alcanzar un año más la primavera.

Le asoman por un lado las raíces (como ojos, como branquias)
como si pretendiera ver o respirar, o saber de qué va el mundo;
porque su mundo, el otro, el que crece a un palmo bajo tierra
ya no va.

Sobre ese árbol yo hice amigos para siempre, de aquellos
que no precisan verse porque nunca
fueron lejos. En ese árbol mi pasado y mi presente
son un rastro rasgado de iniciales: un corazón que late
tallado en su corteza, dos consonantes, cuatro hormigas
y una fecha.

Si yo fuera árbol, pongamos que lo fuera,
sería así, inclinado, paralelo al mundo, como un carámbano
de hielo en una proa, como una espiga en un tornado, como un palo
doblado por el uso, para que los gusanos y los pájaros
se lleven bien y el musgo y las lechuzas
se estremezcan.
Celia me dijo un día quédate cuando nunca
pensé marcharme; y desde entonces, algunas tardes
nos íbamos al árbol cogidos de la mano.
Cerrábamos los párpados, la boca; sentíamos las hojas
rozar en nuestros labios; pisábamos descalzos las raíces
sedientas de la tierra; jugábamos a rodear a ciegas
su tronco con los brazos, que era como decir,
jugar como a querernos, o a abrazarnos, con la excusa
de un árbol por en medio.


Finalmente fue Celia quien marchó y nuestro árbol
tal vez nos ha olvidado. Por eso le susurro
hablándole de cerca, que ahora soy un hombre
que escribe sobre un árbol. Pero un árbol
no escucha ni recuerda. Un árbol siente, vive, y alguno se parece
a un pobre viejecito que solo espera que le abracen
los niños cuando juegan a imaginar que no son niños, es decir,
a abrazarse (o quererse) con árboles por medio.

Y sobre una raíz cualquiera (mejor la que pisaba Celia
descalza por la vida, o la más cercana a la corteza
del tiempo que nos nombra) colocaré granitos
de arroz y de tapioca
para que los jilgueros y las palomas no abandonen
sus nidos en invierno; y los rayos y las hachas
se conmuevan.


--oOo--

Publicado: Mié, 23 Abr 2014 19:07
por Guillermo Cumar.
Al árbol protector de los amores juega con tu imaginación y tu sabiduría
en estos versos. El siente y te recuerda y vive de nostalgias hasta que
comprende que ya le queda el hacha y los gorriones. Ah, y los recuerdos
de Celia grabados en forma de corazón en la corteza.

Tu árbol y tú haciendo poesía con mucha elegancia y sencillez.

Felicitaciones y un abrazo

Re: CRÓNICA DE UN ÁRBOL

Publicado: Mié, 23 Abr 2014 20:37
por Liz Barrio.
José Manuel Sáiz escribió:CRÓNICA DE UN ÁRBOL


Está tan inclinado que parece un viejecito. Sus ramas
apenas tienen hojas, se diría que dosifica los esfuerzos
o los recursos, para alcanzar un año más la primavera.

Le asoman por un lado las raíces (como ojos, como branquias)
como si pretendiera ver o respirar, o saber de qué va el mundo;
porque su mundo, el otro, el que crece a un palmo bajo tierra
ya no va.

Sobre ese árbol yo hice amigos para siempre, de aquellos
que no precisan verse porque nunca
fueron lejos. En ese árbol mi pasado y mi presente
son un rastro rasgado de iniciales: un corazón que late
tallado en su corteza, dos consonantes, cuatro hormigas
y una fecha.

Si yo fuera árbol, pongamos que lo fuera,
sería así, inclinado, paralelo al mundo, como un carámbano
de hielo en una proa, como una espiga en un tornado, como un palo
doblado por el uso, para que los gusanos y los pájaros
se lleven bien y el musgo y las lechuzas
se estremezcan.
Celia me dijo un día quédate cuando nunca
pensé marcharme; y desde entonces, algunas tardes
nos íbamos al árbol cogidos de la mano.
Cerrábamos los párpados, la boca; sentíamos las hojas
rozar en nuestros labios; pisábamos descalzos las raíces
sedientas de la tierra; jugábamos a rodear a ciegas
su tronco con los brazos, que era como decir,
jugar como a querernos, o a abrazarnos, con la excusa
de un árbol por en medio.


Finalmente fue Celia quien marchó y nuestro árbol
tal vez nos ha olvidado. Por eso le susurro
hablándole de cerca, que ahora soy un hombre
que escribe sobre un árbol. Pero un árbol
no escucha ni recuerda. Un árbol siente, vive, y alguno se parece
a un pobre viejecito que solo espera que le abracen
los niños cuando juegan a imaginar que no son niños, es decir,
a abrazarse (o quererse) con árboles por medio.

Y sobre una raíz cualquiera (mejor la que pisaba Celia
descalza por la vida, o la más cercana a la corteza
del tiempo que nos nombra) colocaré granitos
de arroz y de tapioca
para que los jilgueros y las palomas no abandonen
sus nidos en invierno; y los rayos y las hachas
se conmuevan.


--oOo--

Qué preciosidad, cada verso llega directamente al alma. Eso se agradece siempre, permanentemente.
Un abrazo muy fuerte, poeta

Re: CRÓNICA DE UN ÁRBOL

Publicado: Mié, 23 Abr 2014 20:45
por Víctor F. Mallada
Con el corazón encogido se leen estas crónicas de árbol y de amores.

Muy bueno, J. Manuel. Veo que esta hermosa historia viene envuelta en un ritmo trepidante que facilita su lectura, lo que, para mi, lo convierte en un mejor poema.

Da gusto pasearse por tus letras.

Un abrazo,


Víctor

Guillermo

Publicado: Jue, 24 Abr 2014 10:04
por José Manuel Sáiz
Guillermo Cuesta escribió:Al árbol protector de los amores juega con tu imaginación y tu sabiduría
en estos versos. El siente y te recuerda y vive de nostalgias hasta que
comprende que ya le queda el hacha y los gorriones. Ah, y los recuerdos
de Celia grabados en forma de corazón en la corteza.

Tu árbol y tú haciendo poesía con mucha elegancia y sencillez.

Felicitaciones y un abrazo

Muchas gracias Guillermo por tu presencia y tu comentario
Un abrazo
J. manuel

Publicado: Vie, 25 Abr 2014 18:50
por Hallie Hernández Alfaro
Sube para deleite de todos.

re: CRÓNICA DE UN ÁRBOL

Publicado: Vie, 25 Abr 2014 19:29
por Pilar Morte
Qué deleite visitar tu hermosa palabra, esos relatos poéticos llenos de belleza.
Abrazo grande
Pilar

Re: CRÓNICA DE UN ÁRBOL

Publicado: Jue, 01 May 2014 10:46
por José Manuel Sáiz
Liz Barrio. escribió:
José Manuel Sáiz escribió:CRÓNICA DE UN ÁRBOL


Está tan inclinado que parece un viejecito. Sus ramas
apenas tienen hojas, se diría que dosifica los esfuerzos
o los recursos, para alcanzar un año más la primavera.

Le asoman por un lado las raíces (como ojos, como branquias)
como si pretendiera ver o respirar, o saber de qué va el mundo;
porque su mundo, el otro, el que crece a un palmo bajo tierra
ya no va.

Sobre ese árbol yo hice amigos para siempre, de aquellos
que no precisan verse porque nunca
fueron lejos. En ese árbol mi pasado y mi presente
son un rastro rasgado de iniciales: un corazón que late
tallado en su corteza, dos consonantes, cuatro hormigas
y una fecha.

Si yo fuera árbol, pongamos que lo fuera,
sería así, inclinado, paralelo al mundo, como un carámbano
de hielo en una proa, como una espiga en un tornado, como un palo
doblado por el uso, para que los gusanos y los pájaros
se lleven bien y el musgo y las lechuzas
se estremezcan.
Celia me dijo un día quédate cuando nunca
pensé marcharme; y desde entonces, algunas tardes
nos íbamos al árbol cogidos de la mano.
Cerrábamos los párpados, la boca; sentíamos las hojas
rozar en nuestros labios; pisábamos descalzos las raíces
sedientas de la tierra; jugábamos a rodear a ciegas
su tronco con los brazos, que era como decir,
jugar como a querernos, o a abrazarnos, con la excusa
de un árbol por en medio.


Finalmente fue Celia quien marchó y nuestro árbol
tal vez nos ha olvidado. Por eso le susurro
hablándole de cerca, que ahora soy un hombre
que escribe sobre un árbol. Pero un árbol
no escucha ni recuerda. Un árbol siente, vive, y alguno se parece
a un pobre viejecito que solo espera que le abracen
los niños cuando juegan a imaginar que no son niños, es decir,
a abrazarse (o quererse) con árboles por medio.

Y sobre una raíz cualquiera (mejor la que pisaba Celia
descalza por la vida, o la más cercana a la corteza
del tiempo que nos nombra) colocaré granitos
de arroz y de tapioca
para que los jilgueros y las palomas no abandonen
sus nidos en invierno; y los rayos y las hachas
se conmuevan.


--oOo--

Qué preciosidad, cada verso llega directamente al alma. Eso se agradece siempre, permanentemente.
Un abrazo muy fuerte, poeta


Muchas gracias Liz por tu generosidad. Un gran abrazo, amiga.
J. Manuel

Re: CRÓNICA DE UN ÁRBOL

Publicado: Jue, 01 May 2014 18:38
por Roberto López
[quote="José Manuel Sáiz

Me ha encantado que ese árbol te haya despertado tantos sentimientos, tanta evocación. Los árboles son testigos mudos del mundo y de la vida, y, como bien afirmas, sienten. Abrazarlos es maravilloso. Gracias por este chorro de sensibilidad.
Un abrazo.

Re: CRÓNICA DE UN ÁRBOL

Publicado: Vie, 15 Ago 2014 12:05
por Jose Sierra
José tu poema me introduce en otro tiempo en otro escenario.

Mis felicitaciones.

Re: CRÓNICA DE UN ÁRBOL

Publicado: Vie, 15 Ago 2014 15:43
por E. R. Aristy
José Manuel Sáiz escribió:CRÓNICA DE UN ÁRBOL


Está tan inclinado que parece un viejecito. Sus ramas
apenas tienen hojas, diría que dosifica los esfuerzos
o los recursos, para alcanzar un año más la primavera.

Le asoman por un lado las raíces (como ojos, como branquias)
como si pretendiera ver o respirar, o saber de qué va el mundo;
porque su mundo, el otro, el que crece a un palmo bajo tierra
ya no va.

Sobre ese árbol yo hice amigos para siempre, de aquellos
que no precisan verse porque nunca
fueron lejos. En ese árbol mi pasado y mi presente
son un rastro rasgado de iniciales: un corazón que late
tallado en su corteza, dos consonantes, cuatro hormigas
y una fecha.

Si yo fuera árbol, pongamos que lo fuera,
sería así, inclinado, paralelo al mundo, como un carámbano
de hielo en una proa, como una espiga en un tornado, como un palo
doblado por el uso, para que los gusanos y los pájaros
se lleven bien y el musgo y las lechuzas
se estremezcan.
Celia me dijo un día quédate cuando nunca
pensé marcharme; y desde entonces, algunas tardes
nos íbamos al árbol cogidos de la mano.
Cerrábamos los párpados, la boca; sentíamos las hojas
rozar en nuestros labios; pisábamos descalzos las raíces
sedientas de la tierra; jugábamos a rodear a ciegas
su tronco con los brazos, que era como decir,
jugar como a querernos, o a abrazarnos, con la excusa
de un árbol por en medio.


Finalmente fue Celia quien marchó y nuestro árbol
tal vez nos ha olvidado. Por eso le susurro
hablándole de cerca, que ahora soy un hombre
que escribe sobre un árbol. Pero un árbol
no escucha ni recuerda. Un árbol siente, vive, y alguno se parece
a un pobre viejecito que solo espera que le abracen
los niños cuando juegan a imaginar que no son niños, es decir,
a abrazarse (o quererse) con árboles por medio.

Y sobre una raíz cualquiera (mejor la que pisaba Celia
descalza por la vida, o la más cercana a la corteza
del tiempo que nos nombra) colocaré granitos
de arroz y de tapioca
para que los jilgueros y las palomas no abandonen
sus nidos en invierno; y los rayos y las hachas
se conmuevan.


--oOo--


El hombre y el árbol, qué relación más estrecha y memorial! Tu poema es un árbol también y de sus ramas cuelgan versos amorosos. Me recuerda a mi querido Silverstein y su «giving free». Un beso, ERA

Publicado: Vie, 15 Ago 2014 15:51
por Rosa Marzal
Qué hermoso poema, José Manuel. Me encanta leerte, creo que te lo he dicho alguna vez, porque tus versos, las historias que en ellos habitan, transmiten ternura y cercanía. Un abrazo.

re: CRÓNICA DE UN ÁRBOL

Publicado: Dom, 17 Ago 2014 6:46
por José Manuel F. Febles
Un excelente poema que no había leído. Felicitaciones.

Un cordial abrazo desde mi isla.

José Manuel F.Febles