CRÓNICA DE UN ÁRBOL
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
- José Manuel Sáiz
- Mensajes: 4502
- Registrado: Vie, 14 Dic 2007 16:31
- Ubicación: Abezia (Alava)
- Contactar:
CRÓNICA DE UN ÁRBOL
Está tan inclinado que parece un viejecito. Sus ramas
apenas tienen hojas, se diría que dosifica los esfuerzos
o los recursos, para alcanzar un año más la primavera.
Le asoman por un lado las raíces (como ojos, como branquias)
como si pretendiera ver o respirar, o saber de qué va el mundo;
porque su mundo, el otro, el que crece a un palmo bajo tierra
ya no va.
Sobre ese árbol yo hice amigos para siempre, de aquellos
que no precisan verse porque nunca
fueron lejos. En ese árbol mi pasado y mi presente
son un rastro rasgado de iniciales: un corazón que late
tallado en su corteza, dos consonantes, cuatro hormigas
y una fecha.
Si yo fuera árbol, pongamos que lo fuera,
sería así, inclinado, paralelo al mundo, como un carámbano
de hielo en una proa, como una espiga en un tornado, como un palo
doblado por el uso, para que los gusanos y los pájaros
se lleven bien y el musgo y las lechuzas
se estremezcan.
Celia me dijo un día quédate cuando nunca
pensé marcharme; y desde entonces, algunas tardes
nos íbamos al árbol cogidos de la mano.
Cerrábamos los párpados, la boca; sentíamos las hojas
rozar en nuestros labios; pisábamos descalzos las raíces
sedientas de la tierra; jugábamos a rodear a ciegas
su tronco con los brazos, que era como decir,
jugar como a querernos, o a abrazarnos, con la excusa
de un árbol por en medio.
Finalmente fue Celia quien marchó y nuestro árbol
tal vez nos ha olvidado. Por eso le susurro
hablándole de cerca, que ahora soy un hombre
que escribe sobre un árbol. Pero un árbol
no escucha ni recuerda. Un árbol siente, vive, y alguno se parece
a un pobre viejecito que solo espera que le abracen
los niños cuando juegan a imaginar que no son niños, es decir,
a abrazarse (o quererse) con árboles por medio.
Y sobre una raíz cualquiera (mejor la que pisaba Celia
descalza por la vida, o la más cercana a la corteza
del tiempo que nos nombra) colocaré granitos
de arroz y de tapioca
para que los jilgueros y las palomas no abandonen
sus nidos en invierno; y los rayos y las hachas
se conmuevan.
--oOo--
-
- Mensajes: 14139
- Registrado: Sab, 25 Jun 2011 17:21
- Ubicación: Madrid
en estos versos. El siente y te recuerda y vive de nostalgias hasta que
comprende que ya le queda el hacha y los gorriones. Ah, y los recuerdos
de Celia grabados en forma de corazón en la corteza.
Tu árbol y tú haciendo poesía con mucha elegancia y sencillez.
Felicitaciones y un abrazo
más dura es la caída.
- Liz Barrio.
- Mensajes: 2215
- Registrado: Jue, 11 Oct 2012 18:14
- Ubicación: México
- Contactar:
Re: CRÓNICA DE UN ÁRBOL
José Manuel Sáiz escribió:CRÓNICA DE UN ÁRBOL
Está tan inclinado que parece un viejecito. Sus ramas
apenas tienen hojas, se diría que dosifica los esfuerzos
o los recursos, para alcanzar un año más la primavera.
Le asoman por un lado las raíces (como ojos, como branquias)
como si pretendiera ver o respirar, o saber de qué va el mundo;
porque su mundo, el otro, el que crece a un palmo bajo tierra
ya no va.
Sobre ese árbol yo hice amigos para siempre, de aquellos
que no precisan verse porque nunca
fueron lejos. En ese árbol mi pasado y mi presente
son un rastro rasgado de iniciales: un corazón que late
tallado en su corteza, dos consonantes, cuatro hormigas
y una fecha.
Si yo fuera árbol, pongamos que lo fuera,
sería así, inclinado, paralelo al mundo, como un carámbano
de hielo en una proa, como una espiga en un tornado, como un palo
doblado por el uso, para que los gusanos y los pájaros
se lleven bien y el musgo y las lechuzas
se estremezcan.
Celia me dijo un día quédate cuando nunca
pensé marcharme; y desde entonces, algunas tardes
nos íbamos al árbol cogidos de la mano.
Cerrábamos los párpados, la boca; sentíamos las hojas
rozar en nuestros labios; pisábamos descalzos las raíces
sedientas de la tierra; jugábamos a rodear a ciegas
su tronco con los brazos, que era como decir,
jugar como a querernos, o a abrazarnos, con la excusa
de un árbol por en medio.
Finalmente fue Celia quien marchó y nuestro árbol
tal vez nos ha olvidado. Por eso le susurro
hablándole de cerca, que ahora soy un hombre
que escribe sobre un árbol. Pero un árbol
no escucha ni recuerda. Un árbol siente, vive, y alguno se parece
a un pobre viejecito que solo espera que le abracen
los niños cuando juegan a imaginar que no son niños, es decir,
a abrazarse (o quererse) con árboles por medio.
Y sobre una raíz cualquiera (mejor la que pisaba Celia
descalza por la vida, o la más cercana a la corteza
del tiempo que nos nombra) colocaré granitos
de arroz y de tapioca
para que los jilgueros y las palomas no abandonen
sus nidos en invierno; y los rayos y las hachas
se conmuevan.
--oOo--
Qué preciosidad, cada verso llega directamente al alma. Eso se agradece siempre, permanentemente.
Un abrazo muy fuerte, poeta
- Víctor F. Mallada
- Mensajes: 4027
- Registrado: Dom, 26 Dic 2010 9:39
- Ubicación: madrid
Re: CRÓNICA DE UN ÁRBOL
Muy bueno, J. Manuel. Veo que esta hermosa historia viene envuelta en un ritmo trepidante que facilita su lectura, lo que, para mi, lo convierte en un mejor poema.
Da gusto pasearse por tus letras.
Un abrazo,
Víctor
- José Manuel Sáiz
- Mensajes: 4502
- Registrado: Vie, 14 Dic 2007 16:31
- Ubicación: Abezia (Alava)
- Contactar:
Guillermo
Guillermo Cuesta escribió:Al árbol protector de los amores juega con tu imaginación y tu sabiduría
en estos versos. El siente y te recuerda y vive de nostalgias hasta que
comprende que ya le queda el hacha y los gorriones. Ah, y los recuerdos
de Celia grabados en forma de corazón en la corteza.
Tu árbol y tú haciendo poesía con mucha elegancia y sencillez.
Felicitaciones y un abrazo
Muchas gracias Guillermo por tu presencia y tu comentario
Un abrazo
J. manuel
-
- Mensajes: 19414
- Registrado: Mié, 16 Ene 2008 23:20
-
- Mensajes: 29825
- Registrado: Mié, 09 Abr 2008 10:21
re: CRÓNICA DE UN ÁRBOL
Abrazo grande
Pilar
- José Manuel Sáiz
- Mensajes: 4502
- Registrado: Vie, 14 Dic 2007 16:31
- Ubicación: Abezia (Alava)
- Contactar:
Re: CRÓNICA DE UN ÁRBOL
Liz Barrio. escribió:José Manuel Sáiz escribió:CRÓNICA DE UN ÁRBOL
Está tan inclinado que parece un viejecito. Sus ramas
apenas tienen hojas, se diría que dosifica los esfuerzos
o los recursos, para alcanzar un año más la primavera.
Le asoman por un lado las raíces (como ojos, como branquias)
como si pretendiera ver o respirar, o saber de qué va el mundo;
porque su mundo, el otro, el que crece a un palmo bajo tierra
ya no va.
Sobre ese árbol yo hice amigos para siempre, de aquellos
que no precisan verse porque nunca
fueron lejos. En ese árbol mi pasado y mi presente
son un rastro rasgado de iniciales: un corazón que late
tallado en su corteza, dos consonantes, cuatro hormigas
y una fecha.
Si yo fuera árbol, pongamos que lo fuera,
sería así, inclinado, paralelo al mundo, como un carámbano
de hielo en una proa, como una espiga en un tornado, como un palo
doblado por el uso, para que los gusanos y los pájaros
se lleven bien y el musgo y las lechuzas
se estremezcan.
Celia me dijo un día quédate cuando nunca
pensé marcharme; y desde entonces, algunas tardes
nos íbamos al árbol cogidos de la mano.
Cerrábamos los párpados, la boca; sentíamos las hojas
rozar en nuestros labios; pisábamos descalzos las raíces
sedientas de la tierra; jugábamos a rodear a ciegas
su tronco con los brazos, que era como decir,
jugar como a querernos, o a abrazarnos, con la excusa
de un árbol por en medio.
Finalmente fue Celia quien marchó y nuestro árbol
tal vez nos ha olvidado. Por eso le susurro
hablándole de cerca, que ahora soy un hombre
que escribe sobre un árbol. Pero un árbol
no escucha ni recuerda. Un árbol siente, vive, y alguno se parece
a un pobre viejecito que solo espera que le abracen
los niños cuando juegan a imaginar que no son niños, es decir,
a abrazarse (o quererse) con árboles por medio.
Y sobre una raíz cualquiera (mejor la que pisaba Celia
descalza por la vida, o la más cercana a la corteza
del tiempo que nos nombra) colocaré granitos
de arroz y de tapioca
para que los jilgueros y las palomas no abandonen
sus nidos en invierno; y los rayos y las hachas
se conmuevan.
--oOo--
Qué preciosidad, cada verso llega directamente al alma. Eso se agradece siempre, permanentemente.
Un abrazo muy fuerte, poeta
Muchas gracias Liz por tu generosidad. Un gran abrazo, amiga.
J. Manuel
-
- Mensajes: 4262
- Registrado: Dom, 26 Feb 2012 20:37
Re: CRÓNICA DE UN ÁRBOL
Me ha encantado que ese árbol te haya despertado tantos sentimientos, tanta evocación. Los árboles son testigos mudos del mundo y de la vida, y, como bien afirmas, sienten. Abrazarlos es maravilloso. Gracias por este chorro de sensibilidad.
Un abrazo.
-
- Mensajes: 253
- Registrado: Jue, 31 May 2012 12:36
- Ubicación: Granada
Re: CRÓNICA DE UN ÁRBOL
Mis felicitaciones.
-
- Mensajes: 15410
- Registrado: Dom, 11 May 2008 20:04
- Ubicación: Estados Unidos
- Contactar:
Re: CRÓNICA DE UN ÁRBOL
José Manuel Sáiz escribió:CRÓNICA DE UN ÁRBOL
Está tan inclinado que parece un viejecito. Sus ramas
apenas tienen hojas, diría que dosifica los esfuerzos
o los recursos, para alcanzar un año más la primavera.
Le asoman por un lado las raíces (como ojos, como branquias)
como si pretendiera ver o respirar, o saber de qué va el mundo;
porque su mundo, el otro, el que crece a un palmo bajo tierra
ya no va.
Sobre ese árbol yo hice amigos para siempre, de aquellos
que no precisan verse porque nunca
fueron lejos. En ese árbol mi pasado y mi presente
son un rastro rasgado de iniciales: un corazón que late
tallado en su corteza, dos consonantes, cuatro hormigas
y una fecha.
Si yo fuera árbol, pongamos que lo fuera,
sería así, inclinado, paralelo al mundo, como un carámbano
de hielo en una proa, como una espiga en un tornado, como un palo
doblado por el uso, para que los gusanos y los pájaros
se lleven bien y el musgo y las lechuzas
se estremezcan.
Celia me dijo un día quédate cuando nunca
pensé marcharme; y desde entonces, algunas tardes
nos íbamos al árbol cogidos de la mano.
Cerrábamos los párpados, la boca; sentíamos las hojas
rozar en nuestros labios; pisábamos descalzos las raíces
sedientas de la tierra; jugábamos a rodear a ciegas
su tronco con los brazos, que era como decir,
jugar como a querernos, o a abrazarnos, con la excusa
de un árbol por en medio.
Finalmente fue Celia quien marchó y nuestro árbol
tal vez nos ha olvidado. Por eso le susurro
hablándole de cerca, que ahora soy un hombre
que escribe sobre un árbol. Pero un árbol
no escucha ni recuerda. Un árbol siente, vive, y alguno se parece
a un pobre viejecito que solo espera que le abracen
los niños cuando juegan a imaginar que no son niños, es decir,
a abrazarse (o quererse) con árboles por medio.
Y sobre una raíz cualquiera (mejor la que pisaba Celia
descalza por la vida, o la más cercana a la corteza
del tiempo que nos nombra) colocaré granitos
de arroz y de tapioca
para que los jilgueros y las palomas no abandonen
sus nidos en invierno; y los rayos y las hachas
se conmuevan.
--oOo--
El hombre y el árbol, qué relación más estrecha y memorial! Tu poema es un árbol también y de sus ramas cuelgan versos amorosos. Me recuerda a mi querido Silverstein y su «giving free». Un beso, ERA
- Rosa Marzal
- Mensajes: 3902
- Registrado: Jue, 02 May 2013 20:05
- Ubicación: España
- Contactar:
- José Manuel F. Febles
- Mensajes: 7182
- Registrado: Dom, 09 Dic 2007 15:45
- Ubicación: Sta. Cruz de Tenerife
re: CRÓNICA DE UN ÁRBOL
Un cordial abrazo desde mi isla.
José Manuel F.Febles