Nadie

[Bruno Laja]

Recuerda el cuajo amargo, sideral, en los pañales de la almohada,
con la mejilla untada en eso; la mano interviniendo como si intuyera
que pudiese transmitirle forma para comerla, para hacerla más extensa;
que durara cuando es hora de que venga el sol y no viene,
la oscuridad se desconcreta y hace falta peso para talar idiomas, vientos,
espesuras que no rozan la cara y amenazan con menguarla o disponerla de otro modo.
Y de qué otro modo ibas a amarme
si tuviera los ojos donde la boca, la nariz donde la frente, las orejas en la nuez
del cuello rígido de tanto empujar y empujar como un buey arrastrando un faro
para quebrarlo y poder hablar de igual a igual.
Recuerda ríos bajo los cabellos movidos por pases mágicos
previamente instruidos en eso, salidos de la caja de agua muerta para redondearla desde fuera
y que pueda rodar sin que la hiera el último y seco apéndice del rostro
que no tiene ojos ni boca ni nariz ni frente
y sólo una nuez que sube y baja deglutiendo,
percutiendo
a través de una fisura en la lengua,
la voz, el recuerdo,
nuestro mundo.

[Manuel Alonso]

Un bello poema amigo, me ha gustado mucho, un abrazo.

[Bruno Laja]

Gracias, Manuel. Recibe un abrazo, amigo.

[Pilar Morte]

Tu mundo interior es muy rico y lo demuestras en este poema pleno de imágenes seductoras.
Besos
Pilar

[Hallie Hernández Alfaro]

La pasión según Bruno. Todo se desmembra para iniciarse en el primer segundo del mundo amado. Con hilillos finos y poderosos unes y reúnes las mitades de la pertenencia. Hay un sesgo de pena hermosa en todo el poema, como un silbido que percute, devora, eterniza.

Abrazote, hermano poeta.

[Ramón Carballal]

Excelente trabajo. Las imágenes que creas no solo son originales, también atrapan al lector de principio a fin. Un saludo cordial.

[Antonio Justel]

Recuerda el cuajo amargo, sideral, en los pañales de la almohada,
con la mejilla untada en eso; la mano interviniendo como si intuyera
que pudiese transmitirle forma para comerla, para hacerla más extensa;
que durara cuando es hora de que venga el sol y no viene,
la oscuridad se desconcreta y hace falta peso para talar idiomas, vientos,
espesuras que no rozan la cara y amenazan con menguarla o disponerla de otro modo.
Y de qué otro modo ibas a amarme
si tuviera los ojos donde la boca, la nariz donde la frente, las orejas en la nuez
del cuello rígido de tanto empujar y empujar como un buey arrastrando un faro
para quebrarlo y poder hablar de igual a igual.
Recuerda ríos bajo los cabellos movidos por pases mágicos
previamente instruidos en eso, salidos de la caja de agua muerta para redondearla desde fuera
y que pueda rodar sin que la hiera el último y seco apéndice del rostro
que no tiene ojos ni boca ni nariz ni frente
y sólo una nuez que sube y baja deglutiendo,
percutiendo
a través de una fisura en la lengua,
la voz, el recuerdo,
nuestro mundo.

... Bruno, buena poética, querido amigo, grandes metáforas pueblan este poema que titulas "Nadie" pero que lleva mucho, mucho dentro; recibe mis saludos atentos; Orión

[Bruno Laja]

Pilar, mi mundo interior es muy poca cosa, de verdad. Pero te agradezco mucho lo que dices. Besos.

Hallie, gracias, hermana. Abrazón.

Ramón, es un honor recibir tus palabras, son las palabras de un gran poeta. Abrazos.

Antonio, recibe un fuerte abrazo, y mi más profunda gratitud.

[Jerónimo Muñoz]

Me ha impactado el dominio del lenguaje que exhibes al hilvanar tan originales imágenes y tan peculiares e inusitados giros. Creo que es un poema de lectura necesaria por su singularidad.
Saludos cordiales.
Jerónimo

[Minona McEwen]

Recuerda el cuajo amargo, sideral, en los pañales de la almohada,
con la mejilla untada en eso; la mano interviniendo como si intuyera
que pudiese transmitirle forma para comerla, para hacerla más extensa;
que durara cuando es hora de que venga el sol y no viene,
la oscuridad se desconcreta y hace falta peso para talar idiomas, vientos,
espesuras que no rozan la cara y amenazan con menguarla o disponerla de otro modo.
Y de qué otro modo ibas a amarme
si tuviera los ojos donde la boca, la nariz donde la frente, las orejas en la nuez
del cuello rígido de tanto empujar y empujar como un buey arrastrando un faro
para quebrarlo y poder hablar de igual a igual.
Recuerda ríos bajo los cabellos movidos por pases mágicos
previamente instruidos en eso, salidos de la caja de agua muerta para redondearla desde fuera
y que pueda rodar sin que la hiera el último y seco apéndice del rostro
que no tiene ojos ni boca ni nariz ni frente
y sólo una nuez que sube y baja deglutiendo,
percutiendo
a través de una fisura en la lengua,
la voz, el recuerdo,
nuestro mundo.

Me ha gustado mucho ese mundo erótico lleno de imágenes muy sugerentes. Un saludo.

[Esteban Granado]

Cada uno ve la clave del poema donde más le cuadra. Yo la encuentro en esa imagen del "buey arrastrando un faro" que me parece central en el poema, espectacular.
Un abrazo
Esteban