Cada vez que vislumbro el cielo de estos días (EB)

[Óscar Distéfano]

Cada vez que vislumbro el cielo de estos días

Cada vez que vislumbro el cielo de estos días,
se recubre de sucias nubes, como un frontón de presidiarios
donde arrojan sus días que les faltan para ser libres,
como si el gris borrase los complejos matices del verano
a causa de que el torpe pintor, arrepentido
y obstinado, reinicia su obra desde lo feo.

Me acomete un empuje de elementos humanos,
como si el día fuese un cuchillo para cortar la lejanía
y ya mis voces no se contuvieran: esputaran verdades infelices,
y viviesen debajo de las risas, de las conversaciones de negocios,
debajo del silencio y debajo de la longevidad de mi madre.

No existe locura en mis reflexiones, ¡y esto es lo malo!
Mientras los mangos maduran y las rosas se marchitan,
mientras los nidos se quedan indefensos en los otoños,
la lucidez inmaculada de mi ruina me engatusa
para trancar el purgatorio
y arrojarme a la diaria furia donde cruje
el maldito monólogo de mi infierno interior.

Los colibríes huyen
de la fascinación de los felinos, y me perturba enormemente
la fuerza de la calma,
de la presencia mía en medio de las horas de la tarde,
siendo que todo el grueso de mi memoria se ha trasladado ya
donde leves antorchas de la noche.

Cada vez que vislumbro el cielo de estos días,
mi propia voz me da la espalda; y yo que tanto amo
la lluvia, ya no me surgen las ganas de danzarla.

[Julio Gonzalez Alonso]

Cada vez que vislumbro el cielo de estos días

Cada vez que vislumbro el cielo de estos días,
se recubre de sucias nubes, como un frontón de presidiarios
donde arrojan sus días que les faltan para ser libres,
como si el gris borrase los complejos matices del verano
a causa de que el torpe pintor, arrepentido
y obstinado, reinicia su obra desde lo feo.

Me acomete un empuje de elementos humanos,
como si el día fuese un cuchillo para cortar la lejanía
y ya mis voces no se contuvieran: esputaran verdades infelices,
y viviesen debajo de las risas, de las conversaciones de negocios,
debajo del silencio y debajo de la longevidad de mi madre.

No existe locura en mis reflexiones, ¡y esto es lo malo!
Mientras los mangos maduran y las rosas se marchitan,
mientras los nidos se quedan indefensos en los otoños,
la lucidez inmaculada de mi ruina me engatusa
para trancar el purgatorio
y arrojarme a la diaria furia donde cruje
el maldito monólogo de mi infierno interior.

Los colibríes huyen
de la fascinación de los felinos, y me perturba enormemente
la fuerza de la calma,
de la presencia mía en medio de las horas de la tarde,
siendo que todo el grueso de mi memoria se ha trasladado ya
donde leves antorchas de la noche.

Cada vez que vislumbro el cielo de estos días,
mi propia voz me da la espalda; y yo que tanto amo
la lluvia, ya no me surgen las ganas de danzarla.

Impresiona la lucidez de unos versos que vienen cargados de tanta sinceridad. No te ahorras la visión directa y cruda sobre tu vida que haces nuestra porque en nuestras vidas sobrevuelan augurios similares. La inserción de un vocabulario próximo, abrupto en ocasiones, tierno y delicado, en otras, potencia el efecto revelador de tus versos, Óscar. Recojo dos estrofas, aunque todas me parecen magníficas y necesarias, como aquellas sobre las cuales se ha detenido un poco más mi lectura. Con un abrazo.
Salud.

[Pilar Morte]

Qué bien escribes, Oscar. Este poema tiene la fuerza de un pesimismo que se empeña en sobrevivir y una imágenes muy logradas.
Besos
Pilar

[Manuel Alonso]

Hola amigo, acabo de leer tu poema y me ha gustado mucho, hay versos brillantes en él, que ama la lluvia, un abrazo.

[E. R. Aristy]

Cada vez que vislumbro el cielo de estos días

Cada vez que vislumbro el cielo de estos días,
se recubre de sucias nubes, como un frontón de presidiarios
donde arrojan sus días que les faltan para ser libres,
como si el gris borrase los complejos matices del verano
a causa de que el torpe pintor, arrepentido
y obstinado, reinicia su obra desde lo feo.

Me acomete un empuje de elementos humanos,
como si el día fuese un cuchillo para cortar la lejanía
y ya mis voces no se contuvieran: esputaran verdades infelices,
y viviesen debajo de las risas, de las conversaciones de negocios,
debajo del silencio y debajo de la longevidad de mi madre.

No existe locura en mis reflexiones, ¡y esto es lo malo!
Mientras los mangos maduran y las rosas se marchitan,
mientras los nidos se quedan indefensos en los otoños,
la lucidez inmaculada de mi ruina me engatusa
para trancar el purgatorio
y arrojarme a la diaria furia donde cruje
el maldito monólogo de mi infierno interior.

Los colibríes huyen
de la fascinación de los felinos, y me perturba enormemente
la fuerza de la calma,
de la presencia mía en medio de las horas de la tarde,
siendo que todo el grueso de mi memoria se ha trasladado ya
donde leves antorchas de la noche.

Cada vez que vislumbro el cielo de estos días,
mi propia voz me da la espalda; y yo que tanto amo
la lluvia, ya no me surgen las ganas de danzarla.

Un poema descarnado, humano, de dramática hermosura. Una tormenta deshace el fundamento de la tarde y la arrastra, flagela su espalda. Es un poema contrito para caminar despacio y sentir que aquello de barro que el agua diluviar deshace, renace incorruptible en espíritu. Me conmueve y maravillan tus talentos, Óscar. Abrazos, ERA

[Óscar Distéfano]

Cada vez que vislumbro el cielo de estos días

Cada vez que vislumbro el cielo de estos días,
se recubre de sucias nubes, como un frontón de presidiarios
donde arrojan sus días que les faltan para ser libres,
como si el gris borrase los complejos matices del verano
a causa de que el torpe pintor, arrepentido
y obstinado, reinicia su obra desde lo feo.

Me acomete un empuje de elementos humanos,
como si el día fuese un cuchillo para cortar la lejanía
y ya mis voces no se contuvieran: esputaran verdades infelices,
y viviesen debajo de las risas, de las conversaciones de negocios,
debajo del silencio y debajo de la longevidad de mi madre.

No existe locura en mis reflexiones, ¡y esto es lo malo!
Mientras los mangos maduran y las rosas se marchitan,
mientras los nidos se quedan indefensos en los otoños,
la lucidez inmaculada de mi ruina me engatusa
para trancar el purgatorio
y arrojarme a la diaria furia donde cruje
el maldito monólogo de mi infierno interior.

Los colibríes huyen
de la fascinación de los felinos, y me perturba enormemente
la fuerza de la calma,
de la presencia mía en medio de las horas de la tarde,
siendo que todo el grueso de mi memoria se ha trasladado ya
donde leves antorchas de la noche.

Cada vez que vislumbro el cielo de estos días,
mi propia voz me da la espalda; y yo que tanto amo
la lluvia, ya no me surgen las ganas de danzarla.

Impresiona la lucidez de unos versos que vienen cargados de tanta sinceridad. No te ahorras la visión directa y cruda sobre tu vida que haces nuestra porque en nuestras vidas sobrevuelan augurios similares. La inserción de un vocabulario próximo, abrupto en ocasiones, tierno y delicado, en otras, potencia el efecto revelador de tus versos, Óscar. Recojo dos estrofas, aunque todas me parecen magníficas y necesarias, como aquellas sobre las cuales se ha detenido un poco más mi lectura. Con un abrazo.
Salud.

Gracias, mi querido poeta. Que a ti te hayan llegado estos versos, significa mucho para mí. Respeto mucho tu obra, tu seria poesía, por lo que un comentario así me hace llenarme de sana alegría. Bien sabes que el más consagrado de los poetas sufre siempre la duda de su talento. Palabras generosos como las tuyas impulsan, animan, reavivan los bríos. Es un gesto hermoso el que me has regalado hoy.

Un abrazo grande.
Óscar

[Guillermo Cumar.]

Vislumbrar la realidad es una de las obligaciones imaginarias del poeta.
te entregas a la vivencia de tus reflexiones y matizas que la lucha diaria
no debe desistir a sus esfuerzos.
Matizas satisfactoriamente con tu preclara lucidez poética que la poesía
no está por las afueras del sentir más humano si no que nos habla de la
memoria y del recuerdo que acosa cada día.

Un abrazo

[Mario Martínez]

Hola Óscar.
Excelentes imágenes para un excelente poema, compañero. Para disfrutarlo. Un abrazo.
Mario.

[Jerónimo Muñoz]

Te lanzas con majestad a estos versos largos,compuestos, en los que el ritmo permanece incólume. Un ritmo lento, adecuado al fondo del poema que es una sucesión de impresiones severas sobre un estado anímico que trasciende lo personal para englobar a todos los que nos empeñamos en el hecho poético.
Un lujo de lectura que viene a añadir un grano más a esa excelsa montaña de poesía que es tu obra.
Un abrazo cordial.
Jerónimo

[Rosa Marzal]

Espléndido trabajo, como es habitual en ti, Oscar. Mis sinceros aplausos, amigo. Un abrazo.

[Marius Gabureanu]

Tremendo poema de tono confesional, estimado amigo, es un acto de dilatación, un río que desemboca sombre las recién sembradas tierras del recuerdo y arrastra a lo lejos todo lo que no tuvo raíz...Me ha encantado. Recibe mis abrazos y felicitaciones sinceras.

[Hallie Hernández Alfaro]

Un grandísimo trabajo, Óscar. Ciclos íntimos/espirituales/afectivos/psíquicos rondan con su cielo particular y tú has podido cohesionarlos con belleza y fuerza en versos deslumbrantes.

Los atesoro para alguna noche de esas, oscuras y salpicadas de vida e interrogantes.

Un gran abrazo, poeta.

[José Manuel F. Febles]

El poeta abrió su alma y brotó lo que ya no tenía cabida en su vida. Una sincera demostración.
Ejerces en esta flor poética que hoy nos muestras, con la lucidez de que siempre haces gala, unos versos largos, como ya han comentado que no renuncian, en ningún momento, a la fluidez con que se leen. Una joya que engrandece tu espléndida obra y la de este Foro. Extraordinario tu decir, querido y admirado amigo. Mis felicitaciones van en un abrazo fuerte. Te deseo lo mejor.

José Manuel F. Febles

[Josefa A. Sánchez]

Abrirse, vaciarse y derramarse enteramente en un poema. Me ha gustado mucho.
Un abrazo.
Pepa

[Óscar Distéfano]

Qué bien escribes, Oscar. Este poema tiene la fuerza de un pesimismo que se empeña en sobrevivir y una imágenes muy logradas.
Besos
Pilar

Gracias, Pilar, por tu elogio. No sé si deba creérmelo. Me gusta mucho esa contunde interpretación del poema.

Un abrazo, amiga.
Óscar