Carta a un joven poeta (surrealista-simbolista). Epístola
Publicado: Vie, 03 Ene 2014 13:42
Barcelona, 3 de enero de 2014
Querido amigo, poeta,
He observado con toda mi humildad su obra y me ha emocionado. Todo esto sin que pudiera explicarla de algún modo que fuera racional o mejor dicho convencional a la razón. Me cuesta he de reconocerlo alejarme de esta forma de reconocer el universo, ya sabe que son años de conciencia y porque no decirlo educación en la conciencia. Sin embargo, en sus trabajos hay una verdad que me llega por la emoción, a la cual no puedo eludir, esto es un hecho que a la vez que me excita y me motiva, también me incómoda, porque ya sabe lo que la costumbre hace en las personas, esa creencia falsa que en la seguridad de la razón está siempre el resultado. Su obra es la exaltación de los sentidos, sinestesia en sí misma.
Sus últimos versos son genuinos, no hay dudas. Ya sé que tiene un universo simbólico que no alcanzo a divisar en mi horizonte, si usted quiere -tan humano-, son siglos de razón por otro lado, que no me permiten divisarlo. Me llega la belleza, al tiempo que trato de racionalizarla, es un contrasentido que no me permite avanzar como debiera, lo sé. Usted podrá entender el estado en el que me encuentro, siento y aún así sigo racionalizando, por absurdo debo confesarlo. Una parte de mí se empeña irracionalmente en buscar un sentido y siento placer cuando lo encuentro, cuando me apodero de ese conocimiento por pequeño que éste sea.
Aún así, su universo mágico me fascina, cuando leo sus poemas, la belleza y la verdad me sobrecogen, no entiendo nada o poco, lo reconozco, pero el sentimiento que se apodera de mí lo reconozco como genuino. Cabe decirle aquí también, que el ingenio, el uso magistral que del lenguaje hace, su inteligencia, su cultivada poética hacen que todo esto sea posible, se le presume a usted inteligencia y unas cualidades poéticas que el talento común no alcanza a discernir, eso es una cuestión casi incuestionable, difícil de digerir para los que no creen que lo suyo sea arte, sólo porque no pueden entenderlo.
Esto me hace recordar un cuento de niños. que siempre me ha gustado mucho, de un tal Ángel González, que trataba de un padre que llevaba a su hijo al teatro, en medio de la actuación, el niño se emocionó y lloraba. El padre viendo las lágrimas de su hijo le dijo: Hijo mío, son actores, esto es teatro todo, lo que aquí se explica es mentira, están actuando, es falso. Su hijo lo miró desconcertado y le dijo : Ya lo sé padre, pero lo que yo siento, lo que a mí me emociona es real, es cierto. Así me siento con su obra, simplemente me emociona. Y sé que a diferencia del relato, la incapacidad la pongo yo, que su obra amigo mío, es auténtica.
Por otra parte debo confesarle que me inquieta mucho la soledad del corredor de fondo en la que vive. Ya sé que otros antes que usted, tuvieron que sufrir de esa soledad, otros fueron los incomprendidos en su época; Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé...y otros tantos. Pero, esos mismos, hoy, tan reconocidos, los precursores de casi todo, estuvieron siempre muy solos. La soledad es el precio que se paga por adelantarse a una época, por crear, por innovar, por ser profeta o visionario.
Seguiré observando, sintiendo, racionalizando (es inevitable) pero, agradeciéndole de antemano, que abra estos horizontes de emoción que sigo afanándome por divisar.
Un abrazo entrañable.
_María.
Querido amigo, poeta,
He observado con toda mi humildad su obra y me ha emocionado. Todo esto sin que pudiera explicarla de algún modo que fuera racional o mejor dicho convencional a la razón. Me cuesta he de reconocerlo alejarme de esta forma de reconocer el universo, ya sabe que son años de conciencia y porque no decirlo educación en la conciencia. Sin embargo, en sus trabajos hay una verdad que me llega por la emoción, a la cual no puedo eludir, esto es un hecho que a la vez que me excita y me motiva, también me incómoda, porque ya sabe lo que la costumbre hace en las personas, esa creencia falsa que en la seguridad de la razón está siempre el resultado. Su obra es la exaltación de los sentidos, sinestesia en sí misma.
Sus últimos versos son genuinos, no hay dudas. Ya sé que tiene un universo simbólico que no alcanzo a divisar en mi horizonte, si usted quiere -tan humano-, son siglos de razón por otro lado, que no me permiten divisarlo. Me llega la belleza, al tiempo que trato de racionalizarla, es un contrasentido que no me permite avanzar como debiera, lo sé. Usted podrá entender el estado en el que me encuentro, siento y aún así sigo racionalizando, por absurdo debo confesarlo. Una parte de mí se empeña irracionalmente en buscar un sentido y siento placer cuando lo encuentro, cuando me apodero de ese conocimiento por pequeño que éste sea.
Aún así, su universo mágico me fascina, cuando leo sus poemas, la belleza y la verdad me sobrecogen, no entiendo nada o poco, lo reconozco, pero el sentimiento que se apodera de mí lo reconozco como genuino. Cabe decirle aquí también, que el ingenio, el uso magistral que del lenguaje hace, su inteligencia, su cultivada poética hacen que todo esto sea posible, se le presume a usted inteligencia y unas cualidades poéticas que el talento común no alcanza a discernir, eso es una cuestión casi incuestionable, difícil de digerir para los que no creen que lo suyo sea arte, sólo porque no pueden entenderlo.
Esto me hace recordar un cuento de niños. que siempre me ha gustado mucho, de un tal Ángel González, que trataba de un padre que llevaba a su hijo al teatro, en medio de la actuación, el niño se emocionó y lloraba. El padre viendo las lágrimas de su hijo le dijo: Hijo mío, son actores, esto es teatro todo, lo que aquí se explica es mentira, están actuando, es falso. Su hijo lo miró desconcertado y le dijo : Ya lo sé padre, pero lo que yo siento, lo que a mí me emociona es real, es cierto. Así me siento con su obra, simplemente me emociona. Y sé que a diferencia del relato, la incapacidad la pongo yo, que su obra amigo mío, es auténtica.
Por otra parte debo confesarle que me inquieta mucho la soledad del corredor de fondo en la que vive. Ya sé que otros antes que usted, tuvieron que sufrir de esa soledad, otros fueron los incomprendidos en su época; Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé...y otros tantos. Pero, esos mismos, hoy, tan reconocidos, los precursores de casi todo, estuvieron siempre muy solos. La soledad es el precio que se paga por adelantarse a una época, por crear, por innovar, por ser profeta o visionario.
Seguiré observando, sintiendo, racionalizando (es inevitable) pero, agradeciéndole de antemano, que abra estos horizontes de emoción que sigo afanándome por divisar.
Un abrazo entrañable.
_María.