
Se puede ser
un artista de la mentira
un Buñuel en aras de la obra
y pregonar a lo Bretch
por las causas justas
de este injusto mundo
se puede
bregar por uno más piadoso
y ser el peor de los impíos
acusar a los gobiernos
de violar los derechos humanos
mientras violamos los de las personas
que decimos amar
y no nos avergüenza
lo pétreo de nuestro rostro
ni la impunidad
de cada anonimato.