De ese modo fueron

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

Avatar de Usuario
Macedonio Tracel
Mensajes: 1996
Registrado: Dom, 24 Feb 2013 17:03
Ubicación: Argentina

De ese modo fueron

Mensaje sin leer por Macedonio Tracel »

De ese modo fueron


Definición del fantasma – “¿Qué es un fantasma? Preguntó Stephen.
Un hombre que se ha desvanecido hasta ser impalpable,
por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres.”
James Joice – Ulises – (1921)

-¿Sabés? Lidia no quiere que te vea, le dijo a papá que me mande a estudiar a Bs. As.

El médico tenía guardada la frase cuando se sacó el guardapolvo y lo colgó. Guardada desde hace años. Anoche había dormido poco y aunque todavía faltaba se puso a cerrar el consultorio.
Toda la semana los días de sol habían repartido revanchas, sin embargo los jardincitos seguían húmedos y calle arriba, en el alto, la casa de Lidia no podía ofrecerle nada que le compensara el esfuerzo. La luz encendía la calle y se iba modificando prologando las dudas. No sabía qué podía perder o ganar cuando mirara en la mujer la maraña de sombras y miedos de sus ojos manchados. El cansancio seguía siendo conciencia ambulatoria, una conveniencia absurda que debía imprimirse, un momento constante y sobrio en la cara para sentir el fresco necesario.

-Gracias Favio, gracias porque vino pronto. Lidia se sentía mal y pidió que lo llamen a usted.

Había subido desde el río, ahora sabía que con poca prisa. Había subido piel a peldaños de aire. Retuvo el peso de mirar los dos semáforos que hay cambiando de color varias veces, la prisa de los últimos autos. Subir no tenía un desnivel tan marcado sino pasos antiguos. Ana y él tuvieron la destreza de amarse a los quince años. Se buscaron en unas miradas de intemperie apurada, urgidas en lo que los besos encuentran y no saben retener. De ella desde entonces crecían las tardes.
Lidia, la 2º esposa de Julito, la mujer, no hizo otra cosa más específica que no quererla. Por eso, cuando Ana murió y después de la primer impotencia, Favio tuvo tiempo para cristalizar un desprecio paciente viendo que la mujer mantenía todas sus rutinas. En un momento creyó que había tachado todo, la despedida de la ambulancia, el pelo embarrado, la lluvia lavando el pelo de Ana en el piso, la lluvia en él que se quedó quieto y por un tiempo el sueño fue una borra de sobresaltos incrédulos. Volvió a la ciudad hacía 4 meses. El consultorio que alquiló esta vez estaba en el bajo, puede decirse en la costanera. Había vuelto y vuelto a irse más de 1 vez, a nadie le molestaba ninguna de las 2 cosas. Esta vez se enteró que Fraga se jubilaba o se iba y quiso alquilar. No puedo decir si vino a probar suerte, vino a verse de nuevo acá y como dije al principio, pensaba en Ana como en una frase o una pregunta. El cuerpo flácido y llevado fue subiendo esas cuadras. Se preparó los ojos para evitar el gesto de sorpresa del dolor inconcluso. Alguien le abrió una puerta sin esperar más.

-Dr. Rodríguez… gracias Favio, gracias porque vino pronto. Lidia se sentía mal .. por acá…

Alguien debía quitar ahora el seguro de la pistola porque la cosa era en serio.

El viejo llegó a mostrarle, atravesando ese corredor, cuán lejos pueden quedar las previsiones, lo reciente de lo que se va a ver, a reconocer de uno en un tiempo lejano. El momento en que una equivocación se conoce y cómo se avanza sin avanzar por un pasillo hacia un tiempo viejo donde las cosas siguen creciendo en forma desmejorada. Nada de lo que ciertamente pensaba podía suceder estaba ahí, pero en ese resto había aún cosas que se le acercaban. Nunca rechazó la confusión que lo acompañaba hacía años pero ahora le pasaba nítida y desprolija como una repetición. Se había acostumbrado a sostener imágenes nuevas o probables cerca de Ana sabiendo que no podían ser.
Cuando llegó al cuarto preguntar por el estado de Lidia sobró. La mirada del viejo ya no lo precisaba. Había, es cierto, un ir y venir de cosas desplazadas buscándose. Supo lo que en general las personas descubren con solo mirar que es lo que hay en un dormitorio y no se hunde en las palabras. El instinto lo hizo no acercarse con preguntas, lo hizo esperar.

Miró la silla y apoyó su pequeña valija de cuero negro. Se corrigió para apoyarla en el piso y sentarse él. Mientras esperaba una pregunta dejó de moverse, mostró que aunque no importaba lo que iba a escuchar, accedía a mostrar un espacio, una plaza de atención, un lugar donde el destino pudiese volver por un rato. El rencor se le agrupó en sonidos movedizos, en pistas de lo que había pasado. El rencor estuvo con él otras veces y ahora podía volver sin preámbulos, entre otras cosas escuchó claro: “..en esta enfermedad doctor…, ¿cómo, en qué orden la muerte llega?

------------------------------------------------------------------------------------------------

Escribir para atrás. Otra vez, pisar sobre lo mismo.

La cuadra tenía todas casas iguales o parecidas. Esta y otras ostentaban un techito de tejas en el frente, en este caso para un auto inexistente. Delataban el cambio atrofiado de cal por color crema. Atrás, los árboles creían ser acantilados verdes. La galería nueva posterior hacía que adentro quedara flotando una claridad a la cual el sol ya no le iba a infundir la violencia del reflejo. Es probable que las manchas, las texturas amarillas quemadas lentamente en luz pobre se hayan ido abandonando a este olvido, resistiendo feroces como las páginas de un libro que no se volvió a leer y quedó guardado. Reconoció la casa y la forma pegada que tenía de recordar. Ana, a los 9 años ya sabía hacer dulce de higos y tarta de higos, y llegaba con higos como granadas, como balazos sobre el refugio de la higuera, contra el puesto de vigilancia en la altura callosa y a la vez frágil de una planta que en el fondo era la infancia, que ya no estaba, que no se veía por la ventana o que estaba entretenida en eso que de la casa había cambiado.

Escribir para atrás, sobre el mismo absoluto de haber sido siempre.

Dicho así arrastrado y espeso parece no poder conversarse. Él era un médico con un letargo raído y lento, mal leído, del cual es difícil salir. Hace mucho supo que cambiaría de casas y esperanzas, de moribundos, de llantos. Cambiaría de sillas, de costados y cercanías. Cambiaría silencios sinceros por palabras obvias, secretos anunciados en unos esquemas absurdos que aparecen todo el tiempo sin necesidad, un azar pardo donde reconocerse. El destino no empuja a los resbalones. Sacude y sorprende para que todo nazca de la misma palabra, antemano.

------------------------------------------------------------------------------------------------

No puedo suponer que esta vez el engaño lo hiriese. Sintió sí, que el aire era más liviano, la tarde más rápida. Sintió que había aceptado lo mismo. Pagaban por esto las caras sin vacilación y no podía volver a empezar. El engaño, lo que creyera, lo que fuera debió ser al principio, además, Lidia siguió diciendo: “…no importa terminar, me canso…como un bosque.. no lo puedo ver y me recuerda oscuridad…da frío,… habíamos empezado como todos los días doctor, como cualquier día, Julio pensá un poco y decile al doctor…” Hablaba rápido y demente como desconociendo el momento en que la tristeza lo había atravesado también a él…“Julio las 6 horas que trabajás en la tornería del ucraniano. El dueño entendió que Julio necesita estar en casa temprano, después de las 4. Está convencido que todo pronto se va a mejorar, …no creo que el dolor me haya hecho este desgano. Puedo beber este vaso sin horror. Ver como una pastilla disuelve la historia entera de estos años”…
Supo que Lidia no se iba a morir hoy, puede que haya venido a eso. Miró al hombre para ver si mentía también. Tal vez estuviera cerca de una vieja muriéndose y desconfiaba por las noches que no fueron vida de nadie, que acumularon un odio ni preciso ni justo, casi nunca es justo.

-Julio..¿Lidia tuvo fiebre hoy? No fiebre, interrumpió la mujer, Febrero, un calor loco y cansancio.
Pienso que la muerte me va a llegar pronto. La espero despierta y agitada…dudamos en llamarlo sabe. El doctor Fraga que era una excelente persona, nos ayudó siempre, me recetaba ketamina y yo podía descansar. ¿Usted puede hacer lo mismo, no doctor? Afirmó. En lo que tardó en darse cuenta siguió hablándole al hombre…

-Por hoy me parece bien un tilo y que descanse, un baño. Empezaremos muy de a poco hasta ver el problema. Así por ahora está bien. Yo vuelvo pasado mañana y en fin, que se quede en cama y tranquila. Son 120 pesos. Puede que el miércoles le recete alguna cosa pero me gustaría probar con nada por un tiempo.


Salió lento de la habitación evitando sospechas. Sin prisa se dispuso a todo. Respiró profundo y convencido. Comenzaba a llover lento, en forma de presagio o de recuerdo. El fin del verano seguía siendo una espera húmeda y calmosa. La lluvia no se decidía a ir, dejaba que el calor la retuviera insomne. Buscaba aún compensaciones inventando cosas que no le pasaban. Aspiraba a una luz soportable, a una sola espina, al murmullo del viento en el momento de ceder, al sentido en que todo sigue o resbala cuando ya no se tiene atención ni sentido, aunque el reloj sea la noche. Aquel día, lejos atrás, anocheció más rápido. Las calles eran de tierra y eran aún de tierra o de barro los ríos de esta misma lluvia. Ni el pavimento ni los dos semáforos. La valija pesaba realmente, se estuvo acomodando el pelo un largo rato. En el piso tanteó suave los 2 hombros de Ana para sostenerla. Arrodillado aferraba por ningún costado su pullover sucio. Las frases de rigor entre los gritos confusos le crecían. De nuevo la campera llegó al cuello con cuidado. El camillero y el barro. El arrebato que iba creciendo. El ruido del agua concentrándose, clausurando la importancia de la atracción y el deseo.

------------------------------------------------------------------------------------------------
"nada es posible, pese a todo, sin el poema,
sin el poema que rejunte una a una las migajas"
Alberto Szpunberg
Avatar de Usuario
Carmen López
Mensajes: 4614
Registrado: Jue, 27 Jun 2013 9:35
Ubicación: Barcelona

Mensaje sin leer por Carmen López »

Me gustó mucho tu relato Macedonio, la prosa se te da muy bien. En este caso, lo que has hecho es muy difícil. Normalmente los relatos cortos tienen un sorprendente final y encierran un misterio. En tu relato, revelas los acontecimientos al principio, y no por ello deja de tener interés, al contrario se acrecienta.

Hay dos historias, una pasada y una presente superponiéndose ambas en el movimiento de la mente. Es así como sucede esto, como se da, sin que uno sea consciente siquiera de ello, como si uno no se alojara en el espacio presente, ni en el pasado, como si no perteneciera a ninguno de esos mundos en su totalidad. Al igual que el personaje, que no se ubica en ninguna parte. Y es curioso, pero es exacto, los pensamientos son exactos, son los que se hace alguien que ha sufrido o está sufriendo una pérdida, una muerte, yo lo sé.

La entradilla, es un acierto.

Me enrollé, pero era que me gustó, mucho.

Un abrazo.

Carmen
La primera tarea del poeta es desanclar en nosotros una materia que quiere soñar.
Gastón Bachelar.
Hallie Hernández Alfaro
Mensajes: 19647
Registrado: Mié, 16 Ene 2008 23:20

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

Macedonio, he leído esta grandeza un par de veces. Lleva inmensidad en el sombrero de copa. Ana, Lidia, el barro, la muerte, el arrebato, la extrema locura. Todo narrado de manera magistral. ¿Tienes publicado de ese modo fueron en algún libro? Si no es así, están ciegos nuestros editoriales, ché. Merece un lugar al lado de Rayuela.

No te imaginas lo feliz que estoy de verte en prosa. Hay mucho texto valioso apilado en sus estantes y pocos comentarios, poca interacción.
Tendríamos que vivirlo como el Ateneo en Baires. Cortado, música, libros, mesa y charla.

Abrazo fuerte y todas las ovaciones. ¿Nos ves, a Carmen y a mí, aplaudiendo?
.
"He guardado la Luna en los cajones
por si vuelves de noche que te alumbre;
no te tardes, papá, que sin la lumbre
de tu amor no se encienden los fogones.'"

Esta cárcel sin ti, Ramón Olivares
Avatar de Usuario
Macedonio Tracel
Mensajes: 1996
Registrado: Dom, 24 Feb 2013 17:03
Ubicación: Argentina

Mensaje sin leer por Macedonio Tracel »

gracias Carmen, sí, con mis límites y mis dificultades quería que no pasara casi nada y que lo que fuera que pasara sucediera dentro de la cabeza y que de no estar hecho literatura no habría en los actos comunes razón para darse cuenta de esto que está relatado. te mando un beso
"nada es posible, pese a todo, sin el poema,
sin el poema que rejunte una a una las migajas"
Alberto Szpunberg
Responder

Volver a “Foro de Prosa”