Suspiro dos, Aquella taza de café.
Aquella mañana la imagine,
Con ese aroma a seducción,
Que incontrolable me hipnotiza,
Que me hace respirar profundo,
Y agitarme al mismo tiempo,
Con esa brisa matutina,
Impregnada de pasión,
Ella me divorcio de la cafeína,
Era simplemente el sueño
Que merecía llamarse así,
Sueño, en toda su expresión,
Y desde ese amanecer,
Mi adicción a un toque de su piel,
En el retrato de un sueño,
Me la dibujo completa,
Y se convirtió en mi éxtasis,
Y en aquella taza de café
La cual nunca podría negarme.
Como saben sigo en mi quinto videolibro y les comparto algo de este sexto

