Sacerdotes

[F. Enrique]

He pensado mucho en Ramón Ataz en estos días, en cierta forma muchas de las cosas que he escrito han podido verse modificadas por la impresión, difícil de explicar, pero cierta, de pesimismo valiente lleno de esperanza que me ha dejado su despedida. Reconozco que al escribir éste que os presento, el más osado de todos los que he escrito puesto que en su búsqueda olvidó que existen las cuerdas y las redes o que siempre puede haber un lugar seguro donde guardar la ropa antes de mostrar una herida, su recuerdo era vago y difuso.

Pero no puedo reprimir mi admiración hacia un hombre que no solamente sabía latín, estoy casi seguro de ello, sino que lo amaba, de eso no me cabe la menor duda, y lo mostraba siempre con la humildad del peregrino iluminado, nunca se subió al púlpito para hacerlo. La causa de que no le dedique el poema abiertamente no es otra de que me queden muchas dudas de que el poema esté a la altura de lo que él merece.


Por pasar, puede ocurrir de todo en esta vida,
tan monótona y siempre abierta a la sorpresa.

Este poeta que se burla de su sombra y el destino
podría ser bendecido por el pueblo
que le volvió la espalda cuando necesitaba
calor en el largo invierno que su alma fingía
y algo esperaba
mover en las conciencias con su aullido temerario,
mas no por el sacerdote
que desde la primera fila podrá ver
las arrugas profundas que el hambre
y la verdad habrán labrado.

No es algo que yo diga,
es por todos admitido,
cada cual en su escenario despliega lo que tiene,
y ya sabe el actor que vive por las mujeres
que, casi nunca, visitan el camerino
cuando se apagan las luces.

Desconfía, Horacio,
incluso de aquellas almas delicadas
cuando se olvidan del hombre e imponen con voz
condescendiente el brillo de su sotana,
ellas no soportan el verbo temerario
de quien ya no sabe lo que dice,
pero en sus metáforas absurdas les recuerda
el origen de la miseria de sus triunfos.

[Blanca N. García González]

Amigo, yo creo que este escrito dedicado es
una obra sensiblemente adecuada para quien
la ha dedicado.

Me ha sido grato leerle y dejarle bendiciones.

[Roberto López]

[quote="F. Enrique"]

Pues creo, sinceramente, que el poema sí está a la altura y que es magnífico. Me ha gustado mucho. Abrazos.

[Pilar Morte]

Magnífico poema que se adentra en el pensamiento para hacernos pensar. Un gusto pasar por tus versos
Abrazos
Pilar

[Concha Vidal]

La osadía, nos hace fuertes, la osadía, te ha hecho componer esta magnífica obra que os engrandece, aún más, a los dos.

Un fuerte abrazo mediterráneo, para los dos también (él, seguro que lo recoge)

[José Manuel Sáiz]

Me dan ganas de darte las gracias... y no sabría decir por qué. El comentario y el poema son preciosos... quizás sea por eso... sí tal vez sea eso. Gracias por compartir tus sentimientos dándoles forma de versos y estructura de poema.
Un abrazo, amigo
J. Manuel

[Isabel Moncayo]

Pues yo creo que Ramón estará con una sonrisa cómplice y agradecida leyendo este hermoso poema, Enrique, al igual que yo también agradezco esta preciosa entrega que, tan humildemente nos dejas, un fuerte abrazo.

[Guillermo Cumar.]

Qué mejor homenaje que la admiración y el recuerdo.
El se merece esto y seguro que te ha leído y ha cogido tu mensaje
y nos pone su amistad al lado de su estancia mientras espera.

Un abrazo

[Hallie Hernández Alfaro]

Es impresionante todo el poema, F. Enrique. Duele. Acompaña. Está.

Un abrazo fuerte.

[F. Enrique]

Blanca, contigo siempre se hace fácil recurrrir a todo aquello que nos recuerda lo más positivo y amable de la naturaleza humana, por todo ello lo cual atesoras con belleza y humildad. te doy las gracias con lo mejor que puedo.

Un abrazo.

[F. Enrique]

Con la misma sinceridad te lo agradezco, Roberto y, porque me importa tu opinión, te aclaro que no quise entrar en los terrenos de la humildad sino que quise resaltar dos cosas; la primera, y más importante, es que Ramón merecía muchísimo y la segunda, que soy consciente de que este "Sacerdotes" no está entre mis mejores poemas, pero, recordando el momento de escribirlo, tengo que decir que me ofrece la satisfacción de haber expresado fielmente lo que quería decir, que no es poco.

Un abrazo.

[F. Enrique]

Lo escribí, Pilar, con toda la intención que pude y adquiriendo un porte sentencioso que estaría lejos de mi realidad. Por ello, como experiencia, valoro este poema y lo considero una rareza en la que a través de mis debilidades creo ver las de los otros. Te agradezco como siempre tu delicadeza.

Un abrazo.

[F. Enrique]

Quizás, Concha, esté en un momento en el que me asalten las dudas acerca de lo que escribo, te agradezco que supieras medir el poema en su verdadero sentido, sería absurdo que yo ofreciera un poema que me hace dudar de su calidad a una persona que me ha dejado tan buen sabor en el recuerdo si no fuera porque desarrolla algunas cuestiones que inconfundiblemente me unían a él, en esta caso sería un cierto estoicismo que nos llevaría a la Roma clásica de la que Ramón y yo supimos extraer enseñanzas imperecederas, o, simplemente, aprendimos a disfrutar de los excelentes poetas líricos que florecieron en ella.

Un abrazo, Concha, valoro mucho tus halagos y que me des la oportunidad de explicarme.

[F. Enrique]

Darme las gracias, José Manuel, es un poquito fuerte, soy yo quien debe dártelas. No hemos compartido ni un solo minuto sin que esté lastrado por este tipo de comunicación que lleva a tantos equívocos, pero, yo que sé, me transmites un mundo interior del que carezco, una paz verdadera que no tendré nunca y un buen rollo al que nunca he podido volverle la espalda. Es cierto que no te tengo por uno de esos sacerdotes, pero si lo fueras me creería tus bendiciones porque sé que lo harías de verdad, hay sacerdotes que no creen en Dios pero creen en el hombre.Por supuesto que te doy las gracias. Un abrazo.

[Josefa A. Sánchez]

Me gustaría poder decir algo. Quizás más adelante.
Un abrazo.
Pepa