Mi vecino se queja.
Se queja todo el tiempo
de mis pisadas en su techo
y de las paredes angostas.
Se queja del volumen
del radio, del televisor,
de la aspiradora en la alfombra
que le tumba el tupé.
Del sonido de trastes
que abandonan la grasa
bajo un grifo lloroso,
del gotero en el baño,
del microondas que anuncia
mi almuerzo derrite
en la vieja cocina.
Se queja del gemido sensual,
cada vez más frecuente,
el jadeo incesante...
de una dama soprano
que "visita" en las tardes.
Y lo siento frustrado
cuando llega al enclaustro
de esas cuatro paredes
que ebrias y escuetas
apenas su aliento retienen.
Lo entiendo, en especial
cuando su mujer nunca está
para escuchar sus reclamos...
El vecino se queja,
¿la vecina?...algo así como una queja no;
al menos nunca cuando llega
a las notas más altas
de su Endless pleasure, endless love.
"Endless Pleasure, Endless Love", de l'opéra "Sémélé"
George Frideric Handel (1685-1759)

la musica del segundo piso Let's get it on; Marvin Gaye