Campanas Malditas
Publicado: Lun, 31 Mar 2008 19:37
Su cuerpo es una campanada criminal en la tarde
Resuena en mis manos como un vestido de seda negro, como el lomo de un auto bajo la lluvia de la noche
La misteriosa falda crea el viento, lo demora entre las ramas
Si pudiera escapar de la melodía me sentaría contigo en un bar a oler la cerveza que muere sobre la madera, esperaríamos juntos un ramo envuelto, la caída de las luces amarillas entre las cejas del mundo
Camino detrás de ti como un lobo sin muelas, golpeo papeles volantes con el báculo
Y te sigo entre las masas de cemento desnudas, te hago el alma como quien juega con una sombra y le roba el sombrero
De ser posible cogeríamos un tren de vagones chatos, todo despeinado, y saltaríamos en su regazo oscuro como en un huevo sin historia, como en el cofre
¿Qué es lo que nos impide así, hasta el punto de olvidar el sabor de una ola?
Por mis fauces y mis llagas entra el color de tus piernas y me enfría el hígado, hueles a burro abierto en la arena, a bolsas, a cerezas pisoteadas por el soldado, hueles a pelo y a deseos terribles que se han secado a la brisa como sábanas
¿Por qué no llevas guantes y te caes junto a una fuente? ¿Acaso obedeceremos la linealidad del tiempo sin darle patadas en el ombligo?
Estoy furioso, furioso de ti y de mi, furioso como un reloj, como el latido, como el vómito de un pájaro, furioso como el plomo, como una uña sin pintar, enojado como el humo, enfermo de fragilidades deseosas, solo de mi mismo como un Buda
Mientras estiro las palabras como caramelos celestes te veo rodar entre las flores de las calles, precipitarte por las franjas que escupen los carteles, menearte en los huecos como el conejo de un mago que se fugó por la grieta del muro
Te violaría para volverte luz, te clavaría los dedos en el dolor de cabeza para vestirte, te besaría con rabia en un tranvía vacío y azul como el cuchillo
Quiero poseerte totalmente como se posee una almeja en un balde, como se posee un poema en una caja, como se tiene la salud o el grito silencioso ante el declive del sol
Te odio hasta el cráneo, chuparía tus sobacos para hacerte buena, para distribuirte en la comunión que celebran los bandidos bajo tierra
Antes, en la plaza de los tigres de mármol, nos dejábamos correr la miel del cielo en la frente, señalábamos naves verdes cerca de las osas, comíamos el pan de la alegría pateando escarabajos
Malditas campanas que me salvan de ti, de la humedad de tu forma, malditas puñaldas de amor que me rescatan
Maldita música perfecta del bronce que acusa como un dedo la soledad espantosa del hombre
Rafael Teicher
Resuena en mis manos como un vestido de seda negro, como el lomo de un auto bajo la lluvia de la noche
La misteriosa falda crea el viento, lo demora entre las ramas
Si pudiera escapar de la melodía me sentaría contigo en un bar a oler la cerveza que muere sobre la madera, esperaríamos juntos un ramo envuelto, la caída de las luces amarillas entre las cejas del mundo
Camino detrás de ti como un lobo sin muelas, golpeo papeles volantes con el báculo
Y te sigo entre las masas de cemento desnudas, te hago el alma como quien juega con una sombra y le roba el sombrero
De ser posible cogeríamos un tren de vagones chatos, todo despeinado, y saltaríamos en su regazo oscuro como en un huevo sin historia, como en el cofre
¿Qué es lo que nos impide así, hasta el punto de olvidar el sabor de una ola?
Por mis fauces y mis llagas entra el color de tus piernas y me enfría el hígado, hueles a burro abierto en la arena, a bolsas, a cerezas pisoteadas por el soldado, hueles a pelo y a deseos terribles que se han secado a la brisa como sábanas
¿Por qué no llevas guantes y te caes junto a una fuente? ¿Acaso obedeceremos la linealidad del tiempo sin darle patadas en el ombligo?
Estoy furioso, furioso de ti y de mi, furioso como un reloj, como el latido, como el vómito de un pájaro, furioso como el plomo, como una uña sin pintar, enojado como el humo, enfermo de fragilidades deseosas, solo de mi mismo como un Buda
Mientras estiro las palabras como caramelos celestes te veo rodar entre las flores de las calles, precipitarte por las franjas que escupen los carteles, menearte en los huecos como el conejo de un mago que se fugó por la grieta del muro
Te violaría para volverte luz, te clavaría los dedos en el dolor de cabeza para vestirte, te besaría con rabia en un tranvía vacío y azul como el cuchillo
Quiero poseerte totalmente como se posee una almeja en un balde, como se posee un poema en una caja, como se tiene la salud o el grito silencioso ante el declive del sol
Te odio hasta el cráneo, chuparía tus sobacos para hacerte buena, para distribuirte en la comunión que celebran los bandidos bajo tierra
Antes, en la plaza de los tigres de mármol, nos dejábamos correr la miel del cielo en la frente, señalábamos naves verdes cerca de las osas, comíamos el pan de la alegría pateando escarabajos
Malditas campanas que me salvan de ti, de la humedad de tu forma, malditas puñaldas de amor que me rescatan
Maldita música perfecta del bronce que acusa como un dedo la soledad espantosa del hombre
Rafael Teicher