Fiebre alta
Publicado: Vie, 25 Ene 2013 15:55
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39, 5 grados. Mercurial y políglota tras el desvarío de la influenza.
Bucarest o Madrid o Nápoles.
Camino en las calles de una leyenda vaporosa. El frío empuja mi espalda hasta el bar más cercano. Tengo una cita con el poeta; esperé dos vidas, se concertará hoy. En tanto tiempo habremos mudado costillas y sueños pero sus pómulos seguirán igual: magnéticos y atractivos a pesar de cualquier somnífero, de laderas inhóspitas, de abandonos irremisibles. El tiempo hace castañear un viejo rolex que anuncia las tres de la mañana. Copas, éxtasis y aliento metálico de química divinizante. Me arden las mejillas y tengo sed de palabras y efectos. La puerta trae consigo la visión de tu figura. Hombre y versículos dislocando el azaroso plano de lo irremediable. Alfa y tierra firme bajo mis tobillos. Te abrazo con la arritmia de la ventura, con los párpados inflamados de una emoción antigua. Secas una a una mis lágrimas; no son necesarias, me dices. Estoy aquí para reunir los rastros del estallido, para sanar la premura gélida de un corazón de papel. La nieve se apodera de la ciudad y el miedo ha dejado de ser un lobezno que se arrastra entre los mandatos del sol. Ahora lo único que cuenta es la obra que esculpimos juntos, el parto de la tormenta disipada. No me canso de mirarte y registrar, en mis sentidos, la inmensidad que vivo en tus ojos. No quiero que nadie me arranque los detalles de tu alma tan cerca de la mía. Propongo salir a la urbe que recita sonetos de invierno. Enredar los cabellos en el ojal de las letras vivas, amarnos sin huida ni final.
Las cortinas abiertas y la sequedad de mi boca delatan el milagro antipirético. Ya no hay fiebre, sólo persisten los recuerdos.
Hallie
39, 5 grados. Mercurial y políglota tras el desvarío de la influenza.
Bucarest o Madrid o Nápoles.
Camino en las calles de una leyenda vaporosa. El frío empuja mi espalda hasta el bar más cercano. Tengo una cita con el poeta; esperé dos vidas, se concertará hoy. En tanto tiempo habremos mudado costillas y sueños pero sus pómulos seguirán igual: magnéticos y atractivos a pesar de cualquier somnífero, de laderas inhóspitas, de abandonos irremisibles. El tiempo hace castañear un viejo rolex que anuncia las tres de la mañana. Copas, éxtasis y aliento metálico de química divinizante. Me arden las mejillas y tengo sed de palabras y efectos. La puerta trae consigo la visión de tu figura. Hombre y versículos dislocando el azaroso plano de lo irremediable. Alfa y tierra firme bajo mis tobillos. Te abrazo con la arritmia de la ventura, con los párpados inflamados de una emoción antigua. Secas una a una mis lágrimas; no son necesarias, me dices. Estoy aquí para reunir los rastros del estallido, para sanar la premura gélida de un corazón de papel. La nieve se apodera de la ciudad y el miedo ha dejado de ser un lobezno que se arrastra entre los mandatos del sol. Ahora lo único que cuenta es la obra que esculpimos juntos, el parto de la tormenta disipada. No me canso de mirarte y registrar, en mis sentidos, la inmensidad que vivo en tus ojos. No quiero que nadie me arranque los detalles de tu alma tan cerca de la mía. Propongo salir a la urbe que recita sonetos de invierno. Enredar los cabellos en el ojal de las letras vivas, amarnos sin huida ni final.
Las cortinas abiertas y la sequedad de mi boca delatan el milagro antipirético. Ya no hay fiebre, sólo persisten los recuerdos.
Hallie