y refleja en el río un ambiente plomizo,
pienso en la soledad del loco
que vino a buscarme
en estas tristes tardes amenazadas de lluvia;
cruzará el puente, se adentrará en la ciudad
por las escaleras, se quedará en el parque
extendiendo su silencio, pensando en los matices
que daría al paisaje.
Los pobres en la calle abandonan sus plegarias
en los brazos del viento, y el olvido.
El loco en su rincón parece diluirse
en este tiempo de amor que le han negado.
Este tiempo de amor sería como tú misma,
la belleza que emerge de un recuerdo en el aire.
Vuelvo a pensar en el loco; estoy abandonado
como las plegarias,
y los pobres se fueron.
Las calles son estrechas, el silencio de siglos,
y en esta misma tarde,
el río y yo no somos más que sombras que siguen.