LOS VITRALES DE ROCÍO
Moderador: Hallie Hernández Alfaro
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LOS VITRALES DE ROCÍO
En una de las escenas del sueño, en una especie de parque, Rocío, Laura (hermana de Rocío), y otra mujer que no logro identificar, abordan un globo aerostático con la intención de viajar de San Luis Potosí hacia Europa (España o Francia, me parece). Sin embargo, por alguna razón el globo no se eleva lo suficiente y avanza dando tumbos arrastrando la canastilla en pequeños tramos sobre el suelo. Yo les acompaño a paso veloz a un lado de la canastilla, intentando darles instrucciones con respecto a la operación del globo y a la regulación de la hornilla de combustible. En determinado momento, el globo se detiene por falta de combustible. Yo les hago la indicación de que hay que renovar el combustible periódicamente en el depósito de la hornilla, para cuyo efecto deben insertar unas pequeñas pastillas rectangulares que deben tener de reserva entre sus pertenencias. Rocío extrae de entre su blusa una pastilla de color blanco marrón, no más grande que la palma de su mano, y me pregunta que si se trata de esas. Yo asiento con la cabeza, mientras ella me obsequia una amplia sonrisa y una mirada brillante de regocijo.
De alguna parte aparece un hombre joven y comienza a reclamar diciendo que él consiguió el globo y que Rocío seguramente, al terminar el viaje en Europa, no se lo devolverá. Se genera una discusión que termina cuando la acompañante de Rocío y Laura, al encender de nuevo la hornilla, genera una llamarada que alcanza uno de los gajos del globo y comienza a incendiarlo. Laura y la acompañante bajan ágilmente de la canastilla poniéndose a salvo de inmediato, pero Rocío no corre con la misma suerte, por lo que yo me apresto a ayudarla a salir de la canastilla, poniendo mis manos entre sus axilas para elevarla y sustraerla del peligro. Al sacarla de la canastilla quedamos unidos frente a frente, yo con mis brazos alrededor de su torzo y ella con sus brazos alrededor de mi cuello. Siento una descarga de energía que me estremece. Es sólo una fracción de segundo, porque enseguida el globo se incendia por completo y salimos corriendo hacia donde Laura, su acompañante y el otro sujeto están a salvo observando la escena del globo incendiándose.
Acto seguido, comenzamos a caminar en grupo hacia un conjunto de edificios que se encuentran al borde del parque, riéndonos de la peripecia, de la obligada cancelación del viaje en globo a Europa y de la pérdida del globo, que ya no podrá ser reclamado por el sujeto, que a esta altura se ha separado del grupo.
Al llegar al conjunto de edificios, entramos en un amplio salón, con duela de madera y sus laterales interiores cubiertos de grandes espejos, de entre los que sobresalen unas brillantes barras cilíndricas de madera oscura. Un grupo de bailarinas de ballet, en ropa de ensayo (leotardos negros, blancas mallas, multicolores calentadores que envuelven sus muslos y roídas zapatillas de ballet reparadas aquí y allá con cinta adhesiva de tono plata metálico), están practicando una coreografía de El Lago de los Cisnes.
Laura y la acompañante se sientan a ras de duela para observar el ensayo. Yo me quedo parado observando, mientras Rocío se retira saliendo por una puerta dispuesta en uno de los costados del salón, para volver casi de inmediato con un par de vitrales rectangulares un poco más grandes que una hoja de tamaño carta. Se acerca hasta donde estoy, me los entrega en gratitud por haberla ayudado a salir de la canastilla y acercando su boca hasta mi oreja, en un susurro me indica que salga discretamente del salón. Como ve que me quedo intrigado sin moverme, me guiña un ojo y me sonríe con coquetería. Yo me salgo, rodeo el salón para volver al parque por la ruta por la que habíamos llegado hasta allí. Casi enseguida me alcanza Rocío y comenzamos a caminar en silencio sin rumbo fijo, uno al lado del otro.
Llevo los vitrales bajo un brazo, sosteniéndolos con la palma de la mano y siento cómo comienzan a ensancharse. Volteo para ver qué es lo que pasa, mientras Rocío, sin mirarme, comienza a reír traviesamente. Los vitrales representan escenas de flores diversas (modestas margaritas de blancos pétalos brillantes dispuestos en torno de un centro de intenso amarillo, ostentosos crisantemos abundantes de blancos y refulgentes pétalos, discretos claveles de llameantes pétalos carmín, y elegantes rosas de castilla con sus pétalos de encendido terciopelo rojo), que van tomando vida natural proyectándose sobre la superficie de los vitrales.
Al darme cuenta del suceso, maravillado y conmovido, siento manar de mis ojos pequeñas lágrimas de intensa alegría. Volteo a ver a Rocío quien me observa con orgullo y satisfacción. Acerca su rostro hasta el mío y me besa en los labios abrazándose fuertemente contra mi cuerpo. Siento una descarga intensa de energía libidinal y mi pene comienza a erectarse. Rocío ríe, se separa de mí y me dice traviesa: prodigio.
Acto seguido regresamos al salón, donde ha terminado el ensayo y Laura y la acompañante esperan impacientes a Rocío. Nos despedimos alejándonos del parque, Rocío y Laura por su lado, y la acompañante y yo por rutas diferentes.
Al día siguiente hay una manifestación por las calles del centro histórico de la ciudad. Yo me encuentro con otras personas observando desde el balcón del segundo piso de una construcción de cantera de estilo colonial. Rocío está entre los manifestantes, con un grupo de jóvenes que, al ritmo de percusiones, bailan y cantan mientras avanza la marcha. Me apresuro a bajar para unirme al singular grupo de manifestantes. Rocío me ve llegar y se adelanta a tomarme de la mano para que bailemos juntos. Luego de la manifestación, ya pardeando la tarde, con las manos entrelazadas, nos alejamos caminando del centro histórico hasta llegar nuevamente al parque del día anterior. Al llegar al conjunto de edificios, ya con un cielo negro salpicado de estrellas, Rocío me dice que está cansada, con hambre y frío, y que quiere irse a dormir. Yo le digo que está bien, que descanse y le doy un beso deseándole buenas noches.
Mientras ella se retira hacía un extremo del conjunto de edificios donde hay un centro de carga de alta tensión y desaparece detrás de una pequeña puerta metálica dentro del centro de carga, yo me adentro al salón de ballet, que ha cambiado completamente. Ahora es una especie de foro, con un pequeño escenario al fondo y al centro, donde unos rockeros maduros están por comenzar un ensayo. A mi llegada comienza una charla en la que me comentan que su vocalista, algo más maduro que el resto, a pesar de no ser buen cantante y haberse quedado fijado al estilo gutural, es insustituible por ser uno de los primeros integrantes del grupo. Yo les comentó que mi hija Zul es una excelente vocalista, de estilo muy versátil, que canta desde metal hasta ópera, y que sería bueno que la invitaran a formar parte del grupo. Uno de los rockeros, en voz baja, creyendo quizá que yo no alcanzaría a escucharlo, comenta que Zul es una mala vocalista, que su estilo gutural es muy pobre y que no vale la pena ni siquiera pensar en invitarla. No digo nada, pero me siento incómodo.
No recuerdo cómo se desarrolla el sueño hasta llegar al tercer día. Hay un gran revuelo en el parque. Grupos de personas dispersos por aquí y por allá, están realizando labores de limpieza y forestación con árboles y arbustos. Los trabajadores del parque llegan hasta el centro de carga para realizar labores de mantenimiento, a los cuales me uno de inmediato para observar, al abrir la pequeña puerta metálica por donde desapareció la noche anterior, a Rocío plácidamente dormida tumbada en el piso al calor de los grandes transformadores del centro de carga. Se despierta con el ruido y la luz del día que le da de lleno en el rostro, se despereza, bosteza estirando los brazos y las piernas, se incorpora apenas sentándose y sonríe desfachatadamente. Enseguida se incorpora completamente, se acomoda con las manos la rizada mata de abundante cabellera, se acerca a la salida y extiende su mano hacía mi para que la ayude a salir del centro de carga…
Me despierto, observo en el reloj del celular que son las 6:30 a.m. del 20 de septiembre del 2012, y en el acto me incorporo y me pongo a escribir el sueño para evitar que se me olvide.
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También me ha gustado mucho el título.
Felicitaciones y aplausos, Juan Marcos.
Hallie
porque yo que nunca pisé otro camino que el de tu luz
no tengo más sendero que el que traza tu ojo dorado
sobre el confín oscuro de este mar sin orillas."
El faro, Ramón Carballal
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Ese es, entonces, el contexto y condiciones en que se presentó el sueño...
Te saludo con afecto.
Juan Marcos
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Edgardo Benitez: Casi estoy seguro de que, si no todos, la gran mayoría de los hombres (y las mujeres) dedicados en cuerpo y alma al cultivo de la ciencia, aspiran, en algún momento de su existencia, a escribir una obra que cambie radicalmente el modo como el ser humano concibe el mundo, contribuyendo a avanzar en la conformación de la imagen del universo que se acerque de una forma amplia y profunda a su verdadera realidad. Hombres tan influyentes como Arquimedes, Copernico, Newton, Einstein, Freud, Jung, Hegel, Marx, por mencionar, quizá a los que justo en este momento considero como los hombres más influyentes de todos los tiempos... Puedes considerar que me encuentro poseído por la peor de todas las formas de la vanidad al confesarte que en mi fuero interno, esta aspiración ha fructificado en una serie de textos salidos de mi inspiración, cuya trascendencia, desde el punto de vista de el modo como la sociedad concibe la historia y su desarrollo, está al nivel, en sus campos correspondientes, de la obra de las grandes luminarias que he enunciado... Ese, y no otro, es el significado más profundo de "Los vitrales de Rocío".Edgardo Benitez escribió:Juan Marcos, un saludo.
Es interesante tu texto, más con la explicación que das del proceso que lo has escrito.
Este tipo de sueños se realzan cuando los comparas con la realidad siendo divertido y curioso el resultado.
Me gusta el texto.
Te saludo con afecto.
Juan Marcos.
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