ya algo lejano
que yo soñaba
un mundo distinto,
agarrada de tu mano,
un mundo para los dos,
en donde todo el año
fuese verano.
Soñaba con montes
y bosques, con ríos
y casas de piedra,
el murmullo del agua
que corre,
el verde frescor de
la tierna primavera.
Una casa alta y estrecha,
con vigas y suelo de
madera...
una chimenea encendida
y en el aire un olor
a leña, a música y
tinta añeja.
Ahora no sueño nada,
mis noches las paso
en vela,
contando hora
tras hora,
esperando que el día
ponga fin a mi espera.
Los sueños ya se han ido,
hay que desear que ahora
lo hagan también las sombras
y que mañana no sea tarde
para admitir esta amarga derrota
