(Escenas finales del film de Luchino Visconti, "Muerte en Venecia")
a Luchino Visconti
a Thomas Mann
La playa está encendida.
Las sombrillas sin viento.
Todo está intacto
y en esfumado balanceo,
un barco en lejanía.
El silencio transmite un semblante al océano,
y alguien observa
cómo se agrandan en el agua
las sienes relucientes;
cómo, los labios de un muchacho,
abren una burbuja que germina el oxígeno,
cómo a sus ojos,
proviene el deseo que endulza
el anís de la piel,
exaltando la música de su tez encarnada.
Pero también, en la inquietud
de las piedras, lento e implacable,
se abre el lastrado abismo de la peste;
la peste,
con sus dos manos lívidas
—esos lienzos esféricos al fondo de la muerte.
