CRUCIFICARSE DE AMOR

[sergio cassarino]

Soltar amarras
pies en polvorosa
ojitos que se vuelven mismamente a mirar
y lloran estremecidos chorreando sangre,
noria de la sociedad sobre nosotros.
Hasta cuándo estas cruces,
vivir en círculos, límites,
pies y cabeza trazando circunferencias
y ya no ver más allá:
ojitos contra la verdad.
Hasta cuándo estos clavos
aquí en mi carne oradada de realidad
matadora de esperanzas.
Soltar amarras.
No.
Romper amarras,
allá los asnos del miedo
la buena letra sin borrones
burritos de costumbres y banderas.
Romper amarras
silencios penosos, conciencias estremecidas
experiencias mudas de girar y girar:
abrir los brazos
que las espinas goteen desde la cabeza lo que da vida,
ojitos,
ojitos abiertos,
salirse de la muchedumbre y gritar como un abandonado
hondamente tanto dolor que mata.
Desmanipularse, espejarse, mirarse,
mirar allá los otros,
los sutiles hilos de la culpa.
Romper amarras,
quererse simplemente así
un poquito,
una tregua larga con el corazón tajeado, lacerado,
el poco camino, la piola corta, las cruces, los clavos,
lo que queda de pulmones y aire en medio del silencio,
ahora,
para oír la vida como es debido.
Romper amarras
y cagarse de risa,
calzarse las sandalias de peregrino y huir simplemente
de las mil formas que las palabras tienen para matar,
digo,
amar:
impertinentemente, insolentemente
como un balazo universal.
Entonces
crucificarse de amor
y si es posible todavía
brillar,
como hombres que somos
benditos y al sol,
como es debido.

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