
COMO FIERA A SU PRESA
Como fiera a su presa con garras afiladas
devorando los huesos y carnes del recuerdo
viajé hacia las distancias obscuras e ignoradas.
Allí el tiempo nos mira desde un espejo lerdo
de minutos de lluvia en terribles cascadas,
sin señales de vida de un momento cuerdo
donde imagen y canto eran cuentos de hadas.
Así, un mar de tristeza, cuando me acuesto muerdo:
el polvo de otros sueños desgarrando mi nido,
cosidos con un hilo de viento y de recelo,
desvaneciendo historias en su pesado ruido.
La paz y la esperanza -mis pájaros de hielo-
en su juego de blancos y negros ya se han ido,
como urracas, comiendo semillas de mi cielo.