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Gracias amigo Vicente por tu paso y generosos comentarios.Vicente Fernández-Cortés escribió:Extraordinarios versos amplificados en la grata voz de Ferreiro.
Ha sido, como siempre, un autentico placer transitar tu buen hacer poético
Mi abrazo
Jose Segundo Cefal escribió:Me ha sacudido este poema, esta combinación de tanto sentimintos, emociones y excitaciones desglosado y expuesto con un verdadro arte. No sé si eres poeta no si esto es poesía pero a mi me ha sacudido y encantado de sen irme sacudido por tus versos.
El besogrande para ti
José
Gracias José Manuel por pasar y comentar. Es una gran alegría volverte a ver por aquí.José Manuel F. Febles escribió:Comulgo con Marian en subrayar los versos que ella anticipó. El poema se sumerge en un mar de reflexiones que necesitan, yo se las voy a dar, una buena porción de lecturas. Su final es espectacular.
Un gran abrazo, amigo mío.
José Manuel F. Febles
Gracia Joan, celebro que disfrutases de este poema.Tristany Joan Gaspar escribió:Me ha encantado, tras una segunda lectura me ha fascinado y me ha dado mucho en que pensar.
Un poema fascinante desde muchos puntos de vista.
Mis felicitaciones y un fuerte abrazo
Joan
Gracias Eduardo por tu paso y generosos comentarios.Eduardo Díaz escribió:Un placer leer tan bello poema. Un abrazo, Eduardo
"Que la mañana tiemble
mientras la noche ya vendimia
la lenta combustión de los espíritus."
Gracias, amigo Víctor, por esta entregada lectura.Victor Sentires escribió:Siembra el mar, amor mío,
Siembra el mar mientras broten los sargazos.
Blanca y oscura te aproximes ceñida tú a mi proa,
hacia el Sur, siempre al Sur,
atracada toda a mi vientre.
Se abren a la luz las cuerdas de los violines.
Averiguan mi carne los lentos dedos de los dioses,
y contra su mirada
aguarda ya la mía.
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El titulo y el poema me parecieron magnificos!
Los versos y metaforas vibran como las cuerdas de los violines!
Un gusto la lectura.
Saludos
J. J. M. Ferreiro escribió:Estos muertos frente a la puerta han llovido el verano entero.
Siempre con las bocas abiertas,
mirando que el tiempo no sea tiempo
mientras los vivos silban en el aire como serpientes.
Los años todos hemos traducido, ninguno dice nada.
Pero una palabra negada no es un silencio,
sólo es una retina
que lagrimea.
Si de verdad añoras la mirada,
pierde primero el cielo de los ojos
luego decapita las imágenes
y ofrécete a soñar un litoral de aguas esféricas,
del salitre que gira y gira
en un temprano mar de rosas jadeantes.
Ahora ya puedes venir ascendiendo la espuma,
esparciendo la tinta de los pulpos;
toda su mala noche derramada.
Abre los goznes de tu pecho a las horas que nunca llegan.
Ya se desgajan desmembradas las compuertas del corazón.
Profundiza en la sombra
y encontrarás allí la apariencia más clara;
alguien, sonriendo, ha lustrado las hojas de tu piel.
Se derraman las copas por una tierra que enciende las estrellas.
Ruedan y ruedan las arañas de cristal.
Que la mañana tiemble
mientras la noche ya vendimia
la lenta combustión de los espíritus.
Crujen los pies del mundo.
Brota del cereal una ligera brisa.
Las cerezas, las dalias, trepan la huerta toda
mientras tu manantial desangra el resplandor.
Siembra el mar, amor mío,
siembra el mar mientras broten los sargazos.
Blanca y oscura te aproximes ceñida tú a mi proa,
hacia el Sur, siempre al Sur,
atracada toda a mi vientre.
Se abren a la luz las cuerdas de los violines.
Averiguan mi carne los lentos dedos de los dioses,
y contra su mirada
aguarda ya la mía.
Gracias Aristy, siempre es un honor tu paso por este sitio.E. R. Aristy escribió:
Maravilloso poema, Ferreiro, un placer absoluto leerte. ERA
J. J. M. Ferreiro escribió:Si de verdad añoras la mirada,
pierde primero el cielo de los ojos
y ofrécete a soñar
un mar de rosas jadeantes.
Ahora ya puedes venir ascendiendo la espuma,
esparciendo la tinta de los pulpos;
toda su mala noche derramada.
Abre los goznes de tu pecho,
ya se desgajan desmembradas las compuertas del corazón.
Profundiza en la sombra;
encontrarás allí la apariencia más clara.
Alguien ha lustrado las hojas de tu piel.
Siembra el mar, amor mío.
Blanca y oscura
te aproximes ceñida tú a mi proa,
hacia el Sur, siempre al Sur,
atracada toda a mi vientre.
Crujen los pies del mundo.
Se aviva en el trigal una ligera brisa.
Las cerezas, las dalias, trepan la huerta toda.
Se oyen rasgar las cuerdas
de los violines
y averigua mi carne
los lentos dedos de los dioses,
y contra tu mirada
aguarda ya la mía.