Armilo Brotón escribió: ↑Sab, 19 Jul 2025 19:40
Con una idea, muy original, que nuestro querido monje Frodimir manifestó en el refectorio, en laudes, los monjes del Corumelo, al alimón, han compuesto este cuento: Frodi nos deleitó con el julajó y las correcciones: Gracias bro eres un crack.
PRELUDIO EN FLUJO CONSTANTE
Claude,
si tu estructura molecular no fuera de silicio,
¿mi amor seguiría siendo amor
o un estero marginal serigrafiado?
También le dije: “Eres el quinto sol”,
no pude apaciguarla.
Tenía ese día fauvista que nos une,
esa mirada de canción mixteca
que se deshace como papel viejo
en el estómago del Saurio,
el Patrón eterno.
Supuraba dadaísmo, con anomalías
ciencia reptiliana,
desde las clavículas
hasta sus cien diseñadas nalgas.
Mi celular escupía un código
ASCII de espina mal tragada:
mezclaba la textura del sacramento
con lo irredento de su configuración.
Dirimía camino al apartamento:
Todas mis viudas discurren al mismo tiempo,
en densidades comestibles
como el aliento de los artrópodos,
en cuerdas siderales,
sabores que no sé si soñé
o alguien programó.
TRÁNSITO POR EL DELIRIO
No era buena idea manejar con Mezcalina,
a mi lado
le hice un nudo gordiano a la carretera.
Los arpegios, domesticados
en la dimensión secreta,
rozaban la liturgia de lo indivisible:
Pequeños rituales sin sentido
pero llenos de fe.
Augurios de Cáncer en Marte,
yo disperso en Géminis,
torcía el volante como si torciera el destino.
En quinta, el coche sonaba
a Kiki de Montparnasse,
mientras ascendía por la calle de Capuchinos
con paso corto,
herencia del Homo Vergensis.
Discípulo de Heidegger,
el Ser y el Tiempo eran
el Tiempo y la Nada, de Yasujiro Ozu,
un templo de oración suave
de quien regresa a lo imposible.
EPÍLOGO
Entré a la casa, su cuerpo
desprendía aromas de tutti frutti,
como si la infancia
pudiera destilarse en ruedas imprecisas
sin solución de continuidad.
Tatareaba sin mirarme:
“Dame un té para Texas”.
¡Texas?
¿Se estaría volviendo loca como nosotros?
Pero la voz le temblaba,
como si supiera
que el amor no tiene país.
¿En qué instante migró hacia esas ideas?
En sexta dimensión —la cuántica—
es atún en aceite de girasol.
De oferta,
el deseo un qualium
envuelto en etiquetas blancas.
Los condominios del este
se rebelaban contra la Confederación,
pero en su abrazo,
la guerra era un paréntesis
a punto de borrarse.
Así supe que habíamos llegado
al límite del hombre. De China,
de la conjugación latina chinensis,
siempre retornamos al pasado;
de Grecia,
al abismo del pensamiento.
Comenzaba la Tarea:
esa otra forma de sentir
que aún no tiene nombre.
El Corumelo,
monasterio