Editorial Alaire

Rosa Marzal escribió:Hizo falta un gesto tan solo
y la negrura se nos cayó de las manos,
y la palabra salió de su trinchera
y arrojó su fusil de suicidios.

Tan solo un gesto mío, un gesto tuyo
unidos para un único destierro:
y yo que negaba el alma de las piedras,
y tú, que maldecías la vida, sus amargas escamas,
tuvimos que arrojar nuestro luto
y vestirnos de río
y dejarnos fluir en el hilo de un gesto de plata.

“He aquí las venas de mi silencio
míralas, ya no sangran,
ahora pregunto por el niño perdido
de tu Nombre”
Y las máscaras dejaron de pegarse a tu piel, a la mía,
y un latido ciego despertó de su eterno letargo:
el latido de un animal casi muerto,
casi descuartizado
por las manos doloridas del miedo.

Hizo falta mirarnos a los ojos más hondo,
más en verde,
más hondo,
hasta hacernos de vidrio.

J. J. M. Ferreiro escribió:Un excelente poema, amiga Rosa. En él demuestra la autora la madurez personal y poética, entregándonos un obra de gran fuerza sugestiva.

Un bico.

Bruno Laja escribió:Es bellísimo. Es un ejemplo de cómo la poesía es la única vía para manifestar esa lógica interna de la sensibilidad. ¿No parece más lógico que después del gesto, del desplome de la costra, de la ropa caída, nada sea ya continuidad?. ¿No es lo más lógico que todo sea ya transparencia, luz atravesando la desnudez, ninguna sombra?. Yo creo que sí. Creo que hay caminar hacia eso. Impresionante, Rosa. Abrazos.

Lunamar Solano escribió:Belleza sensible que conmueve querida amiga...
Siempre un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Raul Muñoz escribió:Un poema que va a la raíz, sin rodeos. Rezuma la frescura de quien está en la posición de redención y paz con uno mismo y los demás. Totalmente profiláctico.

Mi enhorabuena, Rosa, por este gran poema que nos dejas.

Un abrazo, amiga.