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Gracias Rafa, por tu paso y esperando esa segunda relecturaRafel Calle escribió:De momento lo subo y a ver si saco un rato para comentar tu poema, me ha gustado, planteamiento innovador, bellísimo lenguaje, personalísima conceptualidad...
Ha sido un placer leerte, amigo Ferreiro. Felicidades.
Un fuerte abrazo.
Gracias Roberto por tan hermoso comentario. Es todo un honor.ROBERTO LÓPEZ escribió:J. J. M. Ferreiro escribió:del dolor
El poema es hondamente bello, casi una reflexión con los ojos cerrados permitiendo que la lengua del verso asocie inapreciables sensaciones que levitan en esa oscura penumbra. Saludos, amigo.
Gracias Marius por acercarte a estas estrofas tan generosamente.Marius Gabureanu escribió:Magnificas, todas me han encantado, pero elijo la de las abejas como mi preferida. Un poema de colección, muy revelador.Felicitaciones sinceras. Abrazos.
Gracias Carlos por esa huella siempre amable que dejas en cada uno de mis poemas.Carlos Justino Caballero escribió:Interesante y bellas presentación de la naturaleza. Mis respetos, poeta!
Gracias, Celia, por tan hermosos comentarios.CELIA PUERTA escribió:Magnífico. Mil sensaciones. Un disfrute su lectura.
Saludos.
J. J. M. Ferreiro escribió:del dolor
Del dolor que pesa
de tanta claridad encima;
del dolor como el lento deambular de los metales,
esa polea o rueda que se invierte
en las formas pulsadas de la locura;
del dolor perpetuo y constante
como los muros secos de los conventos;
la lágrima del corazón,
magnífica, resbala firme,
casi sólida, casi dulce,
como un caracol transparente.
de la espada nocturna
De la espada que es descubierta en el aire
como un cristal fortuito
que vierte sangre fresca
de congeladas noches
lejanas, muy lejanas,
ya dentro del olvido;
noches moviéndose hacia atrás,
vivas de tanto miedo al Sol.
de las piedras
De las piedras distorsionadas
en un desierto palpitante y obsesionado por la vida,
que chillan
el silencio inmediato
con llanto o fuego íntimo.
de las abejas
De las abejas hechas con alas rotas,
sensibles solo a las substancias de la tarde;
insectos penetrantes,
más penetrantes que un ojo directo,
insectos que guardan el oro de la luz,
toda su provisión de seres polvorientos.
de las horas
De la hora, la primera, precedida
por el día no por la noche,
acumulada quieta
sobre los huesos de un mamut congelado.
De la hora con actitud de pájaro o de sueño.
De la hora capaz de descansar
para siempre,
cerrando sus números tibios;
una hora que será
la grieta
por donde yo me escape
con todos mis paréntesis de nieve.
Apreciado amigo y poeta, es un gran honor que un maestro como tú, en su regreso al mundo de los foros, eligiese al Aire para interactuar, y que además se pare, disfrute y comente en uno de mis poemas.Felipe Fuentes García escribió:
Apreciado J. J.:
Leo con mucho interés tu poema dotado de hermosas imágenes, con una voz peculiar, con un formato original y en donde el binomio dolor y tiempo cruza el poema, atravesando en su desarrollo desde la piedra (inanimada) a la abeja (la vida).
Cada estrofa me parece magnífica. Pero en mi opinión el poema alcanza su belleza completa aprehendiéndolo desde una perspectiva holística; la composición en su conjunto es un "objeto" diferente, más complejo y evocador que la simple "suma" o mosaico formado por sus estrofas.
Me parece una magnífica entrega, amigo.
Recibe un abrazo.
Felipe.
Sí, el dolor de este terrible accidente ha dejado un cicatriz imposible de olvidar. Yo, ese día, estaba cenando en Santiago a 3 o 4 km del accidente; era la noche del apostol, la más festiva de Galicia, y se desinfló de repente... fue terrible.F. Enrique escribió:Se me viene a la mente, Ferreiro, el terrible accidente de anteayer, se hace inevitable por tu origen y por la descripción impresionante que haces del dolor en este fragmento,
Del dolor que pesa
de tanta claridad encima;
de dolor como el lento deambular de los metales,
esa polea o rueda que se invierte
en las formas pulsadas de la locura;
del dolor perpetuo y constante
como los muros secos de los conventos;
o en este otro
De la espada que es descubierta en el aire
como un cristal fortuito
que vierte sangre fresca de congeladas noches
lejanas, muy lejanas,
ya dentro del olvido;
noches moviéndose hacia atrás,
vivas de tanto miedo al Sol.
Un abrazo. Es duro lo que ha ocurrido y muy fácil relacionarlo con el acontecimiento que nos ha llenado a todos de pena.