Tercer ojo

[Fermín Lasarte]

Te iba a reseñar una estrofa, pero creo que me quedo con todo el poema. Magníficos versos analizando la vida y la salvación. Solo el amor para subsistir.
Mi felicitación
Un abrazo
Pilar

Así es Pilar. Gracias por siempre leer atentamente mis poemas y comentarlos con amabilidad.
Un abrazo grande.

[Fermín Lasarte]

Hola Fermín.
Un expléndido y profundo poema, amigo mío, con gran cantidad de bellas imágenes y lúcida filosofía. Un placer de lectura.
Abrazos.
Mario.

Muchas gracias tu comentario es muy valioso, lo aprecio mucho. Te mando un gran abrazo.

[Fermín Lasarte]

El mundo soy yo ahora.
Todos ustedes convergen en mí.

Soy un gran humano de carnes rebosantes:
un cráneo remachado con clavos de sed,
una campana de sangre
que no se cansa de morir en el lado izquierdo del pecho,
y mis pies, mis pies que no son más que dulces lagartos negros.

Y yo les pregunto fervientes humanos:
¿Quién de ustedes osará sacrificar al pastor?
¿Quién donará sus manos para moldear un sofisticado imperio de placer?
¿Quién desollará su piel por un nuevo orden?

Ya nadie asoma el hocico por encima del rebaño.
Sólo se oye el vuelo torpe de obesas palomas de jardín.

El amor es un buen intento.
Hasta bello diría yo.
Hasta sublime cuando se aleja del hombre
y lo hace más excelso que su ínfima existencia,
más significante que tan sólo un inútil latir de órganos.

Montemos un prólogo de la escena de la vida.
Seremos marineros de cromo y sal surcando la tormenta
en los días de álgido aburrimiento.
Pero denme cuantas palabras se ahogan en sus bocas,
yo quiero oír los cadáveres que callan sus lenguas-cementerios.

Hoy me he detenido a contemplar los leones que descansan en las playas de sus mentes
¡Lucen tan fornidos, tan religiosos con sus melenas burbujeantes!
Cada quien edificará su cárcel:
plantará sus barrotes, anudará sus candados,
y se sentará a marchitar allí dentro
mientras afuera se derriten todos los olimpos posibles.

(Existe una selva de luz al otro lado de las murallas del barro.
Existe un reino pujante tras la burocracia del silencio.
Existe un ermitaño caminando resuelto por profundos prados marinos.
Existe una yegua de fuego galopando furiosa los valles del viento.
Existe un reloj total vomitando números dorados en las entrañas del sol.)

Sólo dos ojos danzan en la vastedad del rostro
como danzan dos manzanas viejas flotando en un estanque de leche.

Tan sólo dos.

Cuando nazca el tercer ojo verás palacios de cristal derrumbarse
en el oleaje definitivo del firmamento.
Verás tu ser suspendido, vacilante en el polvo, radical en la nada,
deshabitándose en el silencio de lo infinito.



Fermín Lasarte

Me quedo sin saber qué decir... Fermín, cada poema tuyo es más profundo, más grande, más Más.
Me produce una admiración extraña, algo así como cuando uno queda absorto mirando algo especial. Un abrazo grande y muchos aplausos! Luna.-

Muchas gracias Luna. Es un comentario hermoso el que me has hecho, lo aprecio sinceramente. Muchas gracias. Te mando un abrazo enorme.

[Fermín Lasarte]

El mundo soy yo ahora.
Todos ustedes convergen en mí.

Soy un gran humano de carnes rebosantes:
un cráneo remachado con clavos de sed,
una campana de sangre
que no se cansa de morir en el lado izquierdo del pecho,
y mis pies, mis pies que no son más que dulces lagartos negros.

Y yo les pregunto fervientes humanos:
¿Quién de ustedes osará sacrificar al pastor?
¿Quién donará sus manos para moldear un sofisticado imperio de placer?
¿Quién desollará su piel por un nuevo orden?

Ya nadie asoma el hocico por encima del rebaño.
Sólo se oye el vuelo torpe de obesas palomas de jardín.

El amor es un buen intento.
Hasta bello diría yo.
Hasta sublime cuando se aleja del hombre
y lo hace más excelso que su ínfima existencia,
más significante que tan sólo un inútil latir de órganos.

Montemos un prólogo de la escena de la vida.
Seremos marineros de cromo y sal surcando la tormenta
en los días de álgido aburrimiento.
Pero denme cuantas palabras se ahogan en sus bocas,
yo quiero oír los cadáveres que callan sus lenguas-cementerios.

Hoy me he detenido a contemplar los leones que descansan en las playas de sus mentes
¡Lucen tan fornidos, tan religiosos con sus melenas burbujeantes!
Cada quien edificará su cárcel:
plantará sus barrotes, anudará sus candados,
y se sentará a marchitar allí dentro
mientras afuera se derriten todos los olimpos posibles.

(Existe una selva de luz al otro lado de las murallas del barro.
Existe un reino pujante tras la burocracia del silencio.
Existe un ermitaño caminando resuelto por profundos prados marinos.
Existe una yegua de fuego galopando furiosa los valles del viento.
Existe un reloj total vomitando números dorados en las entrañas del sol.)

Sólo dos ojos danzan en la vastedad del rostro
como danzan dos manzanas viejas flotando en un estanque de leche.

Tan sólo dos.

Cuando nazca el tercer ojo verás palacios de cristal derrumbarse
en el oleaje definitivo del firmamento.
Verás tu ser suspendido, vacilante en el polvo, radical en la nada,
deshabitándose en el silencio de lo infinito.








Fermín Lasarte

Mucha belleza en una escritura que me ha recordado al mejor Whitman en sus "Hojas de Hierva". Un placer

Gracias Emilio. A mí también me gusta mucho Whitman, por lo tanto que me digas eso es un halago. Te mando un abrazo.

[Fermín Lasarte]

El mundo soy yo ahora.
Todos ustedes convergen en mí.

Soy un gran humano de carnes rebosantes:
un cráneo remachado con clavos de sed,
una campana de sangre
que no se cansa de morir en el lado izquierdo del pecho,
y mis pies, mis pies que no son más que dulces lagartos negros.

Y yo les pregunto fervientes humanos:
¿Quién de ustedes osará sacrificar al pastor?
¿Quién donará sus manos para moldear un sofisticado imperio de placer?
¿Quién desollará su piel por un nuevo orden?

Ya nadie asoma el hocico por encima del rebaño.
Sólo se oye el vuelo torpe de obesas palomas de jardín.

El amor es un buen intento.
Hasta bello diría yo.
Hasta sublime cuando se aleja del hombre
y lo hace más excelso que su ínfima existencia,
más significante que tan sólo un inútil latir de órganos.

Montemos un prólogo de la escena de la vida.
Seremos marineros de cromo y sal surcando la tormenta
en los días de álgido aburrimiento.
Pero denme cuantas palabras se ahogan en sus bocas,
yo quiero oír los cadáveres que callan sus lenguas-cementerios.

Hoy me he detenido a contemplar los leones que descansan en las playas de sus mentes
¡Lucen tan fornidos, tan religiosos con sus melenas burbujeantes!
Cada quien edificará su cárcel:
plantará sus barrotes, anudará sus candados,
y se sentará a marchitar allí dentro
mientras afuera se derriten todos los olimpos posibles.

(Existe una selva de luz al otro lado de las murallas del barro.
Existe un reino pujante tras la burocracia del silencio.
Existe un ermitaño caminando resuelto por profundos prados marinos.
Existe una yegua de fuego galopando furiosa los valles del viento.
Existe un reloj total vomitando números dorados en las entrañas del sol.)

Sólo dos ojos danzan en la vastedad del rostro
como danzan dos manzanas viejas flotando en un estanque de leche.

Tan sólo dos.

Cuando nazca el tercer ojo verás palacios de cristal derrumbarse
en el oleaje definitivo del firmamento.
Verás tu ser suspendido, vacilante en el polvo, radical en la nada,
deshabitándose en el silencio de lo infinito.





Fermín Lasarte

Fermín, creo que lo resalté casi todo.
Es un poema de una hondura abismal, de ésos que se te adentran en el alma. Es ... tremendo poema.

Besos y mi admiración de siempre.

¡Qué imágenes! Una maravilla.

Gracias Aubriel. Tu comentario es muy generoso y halagador, sabes que te admiro así que tiene un valor especial para mí. Te mando un abrazo grande.