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Re: La experiencia mística de un ateo
Publicado: Sab, 18 Abr 2020 8:38
por Concha Vidal
Quédate, sí, un poco más, si el recogimiento, si el baile del botafumeiro, si las maderas de los confesionarios se han vuelto toscas... quédate si vas a escribir poemas como éste.
Casi me deja sin habla. Pero me sirve para hacer una profunda medittación.
Abrazos mediterráneos.
Re: La experiencia mística de un ateo
Publicado: Sab, 18 Abr 2020 19:12
por Ramón Carballal
Lunamar Solano escribió:Sensible despliegue que ahonda y deja al desnudo todo el recorrido íntimo y esencial querido amigo...
Siempre bello leerte... cuídate mucho...
Te abrazo con todo mi cariño...
Nancy
Gracias, Nancy, por pasarte por aquí y comentar. Un fuerte abrazo.
Re: La experiencia mística de un ateo
Publicado: Sab, 18 Abr 2020 21:41
por Gustavo Casado
Gran poema, Ramón. Me asombra el impecable manejo de las palabras y la profundidad que lograste. Te confieso que, como agnóstico, nunca tuve una experiencia mística. Y los versos finales son deliciosos.
Un abrazo.
Re: La experiencia mística de un ateo
Publicado: Sab, 18 Abr 2020 22:12
por Alejandro Costa
No te comento nada y nada te digo.
Lo sabes de sobra.
Un abrazo, compañero.
Re: La experiencia mística de un ateo
Publicado: Dom, 19 Abr 2020 11:51
por Ramón Carballal
Rosa Marzal escribió:Un poema sobrecogedor, Ramón. Cada imagen, cada detalle adquiere una nueva dimensión a través de tus magníficos versos.
Siempre es un placer llegar a tu poesía.
Un abrazo.
Gracias, Rosa, por tus generosas palabras. Abrazos.
Re: La experiencia mística de un ateo
Publicado: Dom, 19 Abr 2020 14:46
por Ricardo Serna G
Ramón Carballal escribió:Y qué me llevo hasta allí, si no fue mirar mi lluvia entre sombras.
¿Alejarme de un sol taciturno? La desesperación es un alambre muy fino,
tiene hilos arácnidos que depositan sus huevos en la sed del primate,
en su orgullo de horas breves y gloria ambivalente.
Qué es lo que me trae hasta el monstruo de piedra,
su ceniza gris platino la acarrean los cuervos que ahora vigilan la plaza.
Iglesia o trono de biblias nacaradas, iglesia de agujas frágiles,
de musgo verdeado sobre los cálices que el invierno mancilla.
Nunca entré en el quejido de su vientre, pero es el rayo una pregunta
y es la curiosidad una sinrazón que obliga a los músculos
a ignorar sus principios. Chapoteo grises nubes
mientras me acerco a su nuez arcada-sin microscopio
logro ver la imperturbable canción de las manos,
el bello cincelado, la oportuna sonrisa de la deidad-.
Me hablaron siendo niño de un pórtico celestial,
con sus profetas y sus fieles apóstoles como una corona
alrededor del cristo infantil. ¿Es un cuento, papá?
Me tiembla un párpado cerca de la lisura del volumen recogido,
cerca de la sombra que seduce al aire con híbridos gestos de bienvenida.
Lo primero es un olor, olor de almas, olor de púrpura,
olor que viste de mujer a las sandalias, los hábitos,
los cayados y el misterio de la pobreza que no huele más que a lumbre ciega.
Regurgita el dorado y los altos pilares rememoran el tallo virginal
que se alza hacia la luz (capiteles sobrios como una pestaña moribunda),
el mármol se acostumbró al eco de los monjes y suena a letanía triste
socavada por un destino. ¡Qué oropel y a la vez qué maderas de confesionario,
tan labradas de culpa al contraluz de la tarde! En los bancos
el rezo parece una blanca paloma, los cuernos del órgano
embisten la huella del botafumeiro como arcángeles de humo
contra la fe despoblada. Yo sé que el apóstol brilla como el espolón
de un barco que se dirige a la infinitud y veo rubís y jade,
gemas que relumbran en su desnudez, mantos recamados,
incienso febril que penetra la sonoridad de las capillas
y remoza la sonrisa de las vírgenes con el perfume vacío
de un falso sándalo. ¿Cómo llegué aquí desde mi cáliz invertido,
desde la hora del silencio y la negación, desde la ropa
empapada de sequedad, anfibia como la muerte?
Me quedaré, sí, unos minutos más y sentiré la voz sagrada
antes de que vuelva a habitar en mí el monótono latido
de los que solo saben encender sus sueños con la oración
de los bosques que, ilógicamente, pueblan sus almas.
Ramón
¡Caray! toda una obra maestra
para leer muchas veces
Te felicito
Un abrazo fuerte, amigo
Re: La experiencia mística de un ateo
Publicado: Lun, 20 Abr 2020 7:37
por Ramón Carballal
Concha Vidal escribió:Quédate, sí, un poco más, si el recogimiento, si el baile del botafumeiro, si las maderas de los confesionarios se han vuelto toscas... quédate si vas a escribir poemas como éste.
Casi me deja sin habla. Pero me sirve para hacer una profunda medittación.
Abrazos mediterráneos.
Gracias, Concha, por acercarte a este poema y comentarlo tan amablemente. Abrazos.
Re: La experiencia mística de un ateo
Publicado: Lun, 20 Abr 2020 8:01
por Roberto López
Paseando, solitario, por las soledades de tiempo y ensoñaciones de tus versos he sido transportado a un yo onírico olvidado también en un pasado que se me antoja remoto y casi imposible. Preguntas, y las respuestas te devuelven a plazas nocturnas desoladas.
Un abrazo.
https://precipicius.blogspot.com/
Re: La experiencia mística de un ateo
Publicado: Lun, 20 Abr 2020 20:06
por Ramón Carballal
Gustavo Casado escribió:Gran poema, Ramón. Me asombra el impecable manejo de las palabras y la profundidad que lograste. Te confieso que, como agnóstico, nunca tuve una experiencia mística. Y los versos finales son deliciosos.
Un abrazo.
Gracias, Gustavo por tu lectura y amable comentario. Un abrazo.
Re: La experiencia mística de un ateo
Publicado: Mar, 21 Abr 2020 11:35
por Ramón Carballal
Alejandro Costa escribió:No te comento nada y nada te digo.
Lo sabes de sobra.
Un abrazo, compañero.
Muchas gracias, Alejandro, por pasarte por aquí y dejar tu huella. Un fuerte abrazo.
Re: La experiencia mística de un ateo
Publicado: Mié, 22 Abr 2020 17:30
por Ramón Carballal
Ricardo Serna G escribió:Ramón Carballal escribió:Y qué me llevo hasta allí, si no fue mirar mi lluvia entre sombras.
¿Alejarme de un sol taciturno? La desesperación es un alambre muy fino,
tiene hilos arácnidos que depositan sus huevos en la sed del primate,
en su orgullo de horas breves y gloria ambivalente.
Qué es lo que me trae hasta el monstruo de piedra,
su ceniza gris platino la acarrean los cuervos que ahora vigilan la plaza.
Iglesia o trono de biblias nacaradas, iglesia de agujas frágiles,
de musgo verdeado sobre los cálices que el invierno mancilla.
Nunca entré en el quejido de su vientre, pero es el rayo una pregunta
y es la curiosidad una sinrazón que obliga a los músculos
a ignorar sus principios. Chapoteo grises nubes
mientras me acerco a su nuez arcada-sin microscopio
logro ver la imperturbable canción de las manos,
el bello cincelado, la oportuna sonrisa de la deidad-.
Me hablaron siendo niño de un pórtico celestial,
con sus profetas y sus fieles apóstoles como una corona
alrededor del cristo infantil. ¿Es un cuento, papá?
Me tiembla un párpado cerca de la lisura del volumen recogido,
cerca de la sombra que seduce al aire con híbridos gestos de bienvenida.
Lo primero es un olor, olor de almas, olor de púrpura,
olor que viste de mujer a las sandalias, los hábitos,
los cayados y el misterio de la pobreza que no huele más que a lumbre ciega.
Regurgita el dorado y los altos pilares rememoran el tallo virginal
que se alza hacia la luz (capiteles sobrios como una pestaña moribunda),
el mármol se acostumbró al eco de los monjes y suena a letanía triste
socavada por un destino. ¡Qué oropel y a la vez qué maderas de confesionario,
tan labradas de culpa al contraluz de la tarde! En los bancos
el rezo parece una blanca paloma, los cuernos del órgano
embisten la huella del botafumeiro como arcángeles de humo
contra la fe despoblada. Yo sé que el apóstol brilla como el espolón
de un barco que se dirige a la infinitud y veo rubís y jade,
gemas que relumbran en su desnudez, mantos recamados,
incienso febril que penetra la sonoridad de las capillas
y remoza la sonrisa de las vírgenes con el perfume vacío
de un falso sándalo. ¿Cómo llegué aquí desde mi cáliz invertido,
desde la hora del silencio y la negación, desde la ropa
empapada de sequedad, anfibia como la muerte?
Me quedaré, sí, unos minutos más y sentiré la voz sagrada
antes de que vuelva a habitar en mí el monótono latido
de los que solo saben encender sus sueños con la oración
de los bosques que, ilógicamente, pueblan sus almas.
Ramón
¡Caray! toda una obra maestra
para leer muchas veces
Te felicito
Un abrazo fuerte, amigo
Gracias, Ricardo, por tu amabilidad. Un abrazo.
Re: La experiencia mística de un ateo
Publicado: Mié, 22 Abr 2020 18:13
por Óscar Distéfano
Me he quedado anonadado luego de leer poema y comentarios (principalmente, el de Pablo). Considero que se trata de una verdadera inspiración, un derrame de verdades originado en profundas meditaciones sostenido, lógicamente, por el talento de tu poeta. Te felicito, compañero.
Un abrazo desde el sur.
Óscar
Re: La experiencia mística de un ateo
Publicado: Jue, 23 Abr 2020 16:17
por Ramón Carballal
Roberto López escribió:Paseando, solitario, por las soledades de tiempo y ensoñaciones de tus versos he sido transportado a un yo onírico olvidado también en un pasado que se me antoja remoto y casi imposible. Preguntas, y las respuestas te devuelven a plazas nocturnas desoladas.
Un abrazo.
https://precipicius.blogspot.com/
Gracias, Roberto, por leer el poema y por la amabilidad de tu comentario. Un abrazo.
Re: La experiencia mística de un ateo
Publicado: Vie, 24 Abr 2020 12:13
por Ramón Carballal
Óscar Distéfano escribió:Me he quedado anonadado luego de leer poema y comentarios (principalmente, el de Pablo). Considero que se trata de una verdadera inspiración, un derrame de verdades originado en profundas meditaciones sostenido, lógicamente, por el talento de tu poeta. Te felicito, compañero.
Un abrazo desde el sur.
Óscar
Gracias, Óscar. Valoro tu comentario. Un abrazo.
Re: La experiencia mística de un ateo
Publicado: Sab, 25 Abr 2020 19:22
por Rafel Calle
Tan bello como interesante trabajo, amigo Ramón.
Felicidades.
Abrazos.