La maldición que Rueda

[Ana García]

La meta es partir ¿verdad, Miguel? Es lo que me hizo pensar tu verso: no morir temprano, ni más de lo necesario. Vivir de más sin una mirada complice es una muerte lenta. Todo un acierto ese verso.
Algunos feligreses me enseñaron a pulir la palabra y yo sigo repitiendo curso. No tengo ninuna prisa.
Veo un recorrido, bello, muy nuestro: Que para recoger las uvas bajo el altar
hay que forzar la puerta de la ermita. Que hemos disfrutado en otros poemas.
Los amigos se dispersan un ratito porque la sangre pega fuerte, noquea y deslumbra; sobre todo, si se vive con un buen vino en los labios. Y hay que alejarse para no acabar quemado y para volver renovando ganas e ideas.
Y el Villa, más hereje que el Prior, sigue chorreando espuma en el pubis que le dejen.
Menudo dedicado, Prior, muchas gracias. No hay palabras cuando te regalan algo así de bello.
Un beso.

[Marius Gabureanu]

No morir temprano, ni más de lo necesario, hay tesoros así en cada poema tuyo, sólo me voy a centrar en este verso esta noche de viernes, no quiero ser tan serio, y dejaré que tu poema fluya y haga sus cosas, pero presiento, tras leerte, el racimo de algunas heridas, como las que hay en estos versos: el himen de las diosas pudrió el asfalto,/ los amigos se fueron dispersando en el desasosiego de una crisis/ hacia otros mundos. Mis abrazos sinceros y felicitaciones.

[Armilo Brotón]

Muchas gracias Ana Muela, siempre es un gusto saludarte y recibir un comentario tuyo.
Un abrazo

[Lunamar Solano]

Desnudo el palpitar embelesado se confiesa, recorre las escenas y las nombra...bella dedicatoria amigo...
Un gusto leerte...mi abrazo para ambos, con todo mi cariño...
Nancy

[Armilo Brotón]

Gracias, Rosario Martín, por tan generosas palabras.
Buen verano.
Un abrazo

[Julio Gonzalez Alonso]

¡Qué excelente primera estrofa nos da entrada a este viaje iniciático! He surcado las olas de tus versos y los hados han protegido mi nave del naufragio. Sigue remando, Armilo, en este mar proceloso. El puerto de la poesía no está más lejos ni más allá de las puertas de Itaca.
abrazo y salud.

[Ramón Castro Méndez]

¡Qué maravilloso vaivén! Te mueves como pez en el agua entre lo místico y lo pagano, conjuras vientos y tempestades y pones las campanas a rebato. Eres imparable, mi estimado Armilo. Una gozada de poema, un auténtico derroche de imágenes y símbolos.
Aplaudo con fervor al Prior y hasta el último monje de su comunidad.
Un fuerte abrazo y mi felicitación.