Entre recuerdos

[Ramón Carballal]

¡Ay, Ramón, Ramón! Este poema se me ha clavado en el alma. De verdad. Me he sentido fotografiado en él. ¡Qué belleza! Abarcas todos los estilos y eso tómalo como el mejor elogio. Tu capacidad poética es envidiable. Te aplaudo con toda mi sinceridad.
Un fuerte abrazo.
Jerónimo

Te agradezco la generosidad de tus palabras, Jerónimo. Si el poema te ha llegado es un motivo de satisfacción. Un fuerte abrazo.

[Ramón Carballal]

Un hombre se mira en el espejo y ve un soliloquio mudo.
Pero él sabe qué decir porque su voz es fuente de oro
que solo necesita del silencio para manar.
Pasea por los metros cuadrados de un piso sin luz,
escucha el crujir de las tablas, la tenacidad de la carcoma,
el gorjeo de los pájaros en el alféizar.
Quisiera hablar contra el cuarzo del ventanal,
decir: hoy ríe la vida con su gong eterno.
Abre un libro por la página mil veces leída,
aún queda el aroma de los veinte años sobre el papel usado.
No enciende el televisor, la radio le enseña que no es su tiempo el que escucha,
en la rosa del tiesto la alegría es un brote de diez pétalos huérfanos.
¿Quién le dirá de la lujuria cuando pasa junto a él un ave desnuda
de pechos inabarcables? Ya solo, perdido en la quietud del atardecer,
el retorno deja babas azules, así en la hoz del crepúsculo su sueño danza
entre las olas del recuerdo, y al fin es una isla su transcurrir
donde ya no viven los años que vendrán sino únicamente los que han sido.

O primeiro que se me veu á cabeza, traila lectura, foi o chío dunha garza saíndo do cantil cara ao azul do ceo. Grazas, meu por isa imaxe.
Unha aperta

Grazas, Xaime, polas túas verbas. Forte aperta.

[Marisa Peral]

Un hombre se mira en el espejo y ve un soliloquio mudo.
Pero él sabe qué decir porque su voz es fuente de oro
que solo necesita del silencio para manar.
Pasea por los metros cuadrados de un piso sin luz,
escucha el crujir de las tablas, la tenacidad de la carcoma,
el gorjeo de los pájaros en el alféizar.
Quisiera hablar contra el cuarzo del ventanal,
decir: hoy ríe la vida con su gong eterno.
Abre un libro por la página mil veces leída,
aún queda el aroma de los veinte años sobre el papel usado.
No enciende el televisor, la radio le enseña que no es su tiempo el que escucha,
en la rosa del tiesto la alegría es un brote de diez pétalos huérfanos.
¿Quién le dirá de la lujuria cuando pasa junto a él un ave desnuda
de pechos inabarcables? Ya solo, perdido en la quietud del atardecer,
el retorno deja babas azules, así en la hoz del crepúsculo su sueño danza
entre las olas del recuerdo, y al fin es una isla su transcurrir
donde ya no viven los años que vendrán sino únicamente los que han sido.

Íntimo y maravilloso poema introspectivo, amigo Ramón, que nos lleva a rememorar y a intentar preservar los recuerdos que nos hicieron vibrar y nos mantienen vivos.
Gracias por la emoción y la belleza de tus letras, compañero.
Un fuerte abrazo.

[Ramón Carballal]

Bellísimo, ciertamente me miro en el poema, deambulp en él, dialogo, me siento parte, genial, abrazos

Gracias por tus palabras, Ronald. Me alegra que te haya gustado el poema. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Un hombre se mira en el espejo y ve un soliloquio mudo.
Pero él sabe qué decir porque su voz es fuente de oro
que solo necesita del silencio para manar.
Pasea por los metros cuadrados de un piso sin luz,
escucha el crujir de las tablas, la tenacidad de la carcoma,
el gorjeo de los pájaros en el alféizar.
Quisiera hablar contra el cuarzo del ventanal,
decir: hoy ríe la vida con su gong eterno.
Abre un libro por la página mil veces leída,
aún queda el aroma de los veinte años sobre el papel usado.
No enciende el televisor, la radio le enseña que no es su tiempo el que escucha,
en la rosa del tiesto la alegría es un brote de diez pétalos huérfanos.
¿Quién le dirá de la lujuria cuando pasa junto a él un ave desnuda
de pechos inabarcables? Ya solo, perdido en la quietud del atardecer,
el retorno deja babas azules, así en la hoz del crepúsculo su sueño danza
entre las olas del recuerdo, y al fin es una isla su transcurrir
donde ya no viven los años que vendrán sino únicamente los que han sido.

Íntimo y maravilloso poema introspectivo, amigo Ramón, que nos lleva a rememorar y a intentar preservar los recuerdos que nos hicieron vibrar y nos mantienen vivos.
Gracias por la emoción y la belleza de tus letras, compañero.
Un fuerte abrazo.

Gracias, Marisa, por tu generoso comentario. Un fuerte abrazo, amiga.

[E. R. Aristy]

Un hombre se mira en el espejo y ve un soliloquio mudo.
Pero él sabe qué decir porque su voz es fuente de oro
que solo necesita del silencio para manar.
Pasea por los metros cuadrados de un piso sin luz,
escucha el crujir de las tablas, la tenacidad de la carcoma,
el gorjeo de los pájaros en el alféizar.
Quisiera hablar contra el cuarzo del ventanal,
decir: hoy ríe la vida con su gong eterno.
Abre un libro por la página mil veces leída,
aún queda el aroma de los veinte años sobre el papel usado.
No enciende el televisor, la radio le enseña que no es su tiempo el que escucha,
en la rosa del tiesto la alegría es un brote de diez pétalos huérfanos.
¿Quién le dirá de la lujuria cuando pasa junto a él un ave desnuda
de pechos inabarcables? Ya solo, perdido en la quietud del atardecer,
el retorno deja babas azules, así en la hoz del crepúsculo su sueño danza
entre las olas del recuerdo, y al fin es una isla su transcurrir
donde ya no viven los años que vendrán sino únicamente los que han sido.

Uno de los poemas más bellos que he leído. Maravillos, Ramón! ERA

[Ramón Carballal]

Un hombre se mira en el espejo y ve un soliloquio mudo.
Pero él sabe qué decir porque su voz es fuente de oro
que solo necesita del silencio para manar.
Pasea por los metros cuadrados de un piso sin luz,
escucha el crujir de las tablas, la tenacidad de la carcoma,
el gorjeo de los pájaros en el alféizar.
Quisiera hablar contra el cuarzo del ventanal,
decir: hoy ríe la vida con su gong eterno.
Abre un libro por la página mil veces leída,
aún queda el aroma de los veinte años sobre el papel usado.
No enciende el televisor, la radio le enseña que no es su tiempo el que escucha,
en la rosa del tiesto la alegría es un brote de diez pétalos huérfanos.
¿Quién le dirá de la lujuria cuando pasa junto a él un ave desnuda
de pechos inabarcables? Ya solo, perdido en la quietud del atardecer,
el retorno deja babas azules, así en la hoz del crepúsculo su sueño danza
entre las olas del recuerdo, y al fin es una isla su transcurrir
donde ya no viven los años que vendrán sino únicamente los que han sido.

Uno de los poemas más bellos que he leído. Maravillos, Ramón! ERA

Gracias por tu generosidad, ERA. Un abrazo.

[Marius Gabureanu]

Una belleza de poema, Ramón. Me ha encantado todo cuando dice y cómo lo dice. Abrazos sinceros y felicitaciones.

[Ramón Carballal]

Una belleza de poema, Ramón. Me ha encantado todo cuando dice y cómo lo dice. Abrazos sinceros y felicitaciones.

Gracias, Marius. Me alegra que te haya gustado el poema. Un fuerte abrazo.

[Rafel Calle]

Hermoso y profundo trabajo, amigo Ramón.
Abrazos.